Las palabra que Alessandro expresó mientras observaba la costosa joya que Michele le obsequió a Kath, no fue algo a lo que ella prestara atención, en cambio tomó un camarón cubierto de especies y se lo llevó a la boca.
—¿Seguro que no tienes hambre? —preguntó Kath y Alessandro estiró su mano para robar un camarón de su plato. Kath sonrió y continuó saboreando el exquisito platillo, para luego observar la rebanada de pastel de chocolate que colocaron en la mesa como postre.
La mirada de Alessandro se mantuvo en todo el lugar, vigilando que no hubiera nada extraño a su alrededor, tal y como debía hacer un guardaespaldas, solo que sentado al lado de la mujer a quien tenía que proteger.
Al terminar el postre, Kath se levantó de la mesa y de la misma forma lo hizo Alessandro.
—Iré al tocado
