La puerta de la camioneta azotó cuando Michele abordó el asiento trasero, haciendo que el silencio se impregnara dentro del vehículo, Matteo respiró hondo y soltó el aire en sus pulmones prediciendo que ese sería un largo viaje. Michele se encontraba callado, sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa, mientras acomodaba las solapas de su traje hecho a la medida. —La cuidará bien —manifestó Matteo desde le asiento del copiloto, dirigiendo su mirada por el retrovisor para observar a través del pequeño espejo los ojos verdes de su jefe. Michele elevó un poco su mirada para dirigirse hacia él. —Aunque me sorprende que la hayas dejado elegir a su guardaespaldas, teniendo en cuenta que Alessandro no es uno y que tú jamás accedes a las peticiones de nadie —dijo con escepticismo, Matteo sa