El salón principal estaba sumido en la penumbra, iluminado solo por una lampara tenue en un rincón. En el centro del salón, sobre el sofá de cuero n***o estaba ese hombre mayor, vestido con un traje oscuro y fumando un habano. —Pensé que te vería hasta la boda —dijo Michele a su padre. El rostro de Jesse Brown se iluminó entre las sombras mientras fumaba su habano, mostrando aquel cuervo tatuado en su mano izquierda. Sus ojos brillaron con una mirada severa, con esa presencia imponente que había moldeado a Michele desde la infancia. —¿Qué haces aquí? —preguntó Michele guardando el arma dentro de su saco, sin preguntarse que había pasado con la seguridad de su mansión, pero pensando en el porque de la presencia de su padre. Jesse se levantó lentamente, con su porte digno caminó hacia su h