Selena salió del baño con la mirada fija en la prueba de embarazo positivo y la volteó hacia la doctora sin decir una palabra.
No podía decir nada, no le salía la voz, así que solo dejó que la prueba hablara por sí misma.
—¡Felicidades, querida! ¡Estás embarazada! —exclamó emocionada la doctora McFearson, dándole unas palmaditas en la espalda, sin hacer mucho caso a su expresión conmocionada, o tal vez no le daba importancia o entendía que seguía muy aturdida por la sorpresa.
Pero es que estaba demasiado sorprendida, y la verdad no terminaba de creerlo… ¡se suponía que no era capaz de quedar embarazada!
Sufrió tanto por no poder tener hijos… su esposo le reclamó tanto, la trató de inútil, inservible, la humilló delante de toda la manada cuando la dejó y la repudió, la hizo sentir tan mal por no poder lograr esas dos rayitas…
Y ahora esta prueba… decía que estaba embarazada… en verdad embarazada…
—Pero ¿cómo es posible? Yo… soy estéril, esto no es posible. Debe ser un error… Tiene que ser un error —aseguró Selena, sin tener mucha certeza después de haber visto ese resultado.
—Un falso positivo es muy infrecuente, querida, además… tienes algo de pancita. —La doctora le sonrió con ternura y la arrastró a la camilla nuevamente y volvió a medirle el abdomen, algo preocupada de repente.
—¡Ay, todo estará bien, Selena! ¡Debes estar feliz! ¡Seguro que serás una madre maravillosa! —le dio su apoyo Angela, acercándose con una enorme sonrisa, visiblemente feliz de escuchar la noticia.
—Sigue preocupándome un poco que tu vientre está más abultado de lo que debería. Deberías tener 10 semanas y se ve que tienes más o menos unos 13 cm, que es compatible con unas 14 o 15 semanas —expresó con preocupación—. Por lo que debo indicarte un ultrasonido urgentemente y algunos exámenes de laboratorio, todo de rutina, pero será importante para descartar alguna anomalía.
Selena la escuchó con rostro preocupado, sintiendo su corazón palpitar con fuerza mientras comenzaba a sentir los nervios empezar a llenarla de pies a cabeza.
Tener alguna anomalía que hiciera peligrar el embarazo sería el colmo de la mala suerte. Porque no sólo estaba embarazada de un completo desconocido con el que se había acostado una sola vez, sino que además podía ser que esto fuese un embarazo con complicaciones o con condiciones especiales.
Se llevó las manos a la cabeza con frustración y volteó a mirar a la doctora con ojos preocupados, a lo que ella le devolvió la mirada con ojos comprensivos.
—No te preocupes aún, cielo, vamos a asegurarnos de que todo estará bien. Te daré una orden de reposo para que puedas faltar al hospital donde trabajas esta semana —la tranquilizó su doctora con voz dulce.
Selena asintió y por fin entendió por qué su loba había estado tan extraña los últimos días.
Ahora todo tenía sentido, tal vez debería haberlo sospechado desde antes, pero estuvo tan convencida de que no podía tener hijos… en verdad aún no lo podía digerir… se sentía como en un sueño…
Y no podía dejar de pensar en el hombre que la embarazó. Fue una sola noche de pasión, una noche que disfrutó mucho, muchísimo, pero pensó que solo sería un bonito recuerdo y ya, pero ahora resultaba que esa noche cambió toda su vida.
Ahora estaría unida a ese hombre toda su vida… aun que lo más probable era que nunca más en su vida pudiera volver a verlo.
—¡Voy a ser tía! ¡Qué emoción! —exteriorizó su emoción su mejor amiga, pero ella ni siquiera podía pensar en eso aún, todavía demasiado shockeada.
Se levantó totalmente desanimada y se sentó junto a Angela mientras la Dra. McFearson llenaba las recetas y le entregaba algunos medicamentos para empezar sus cuidados, además de darle un cartón de control prenatal. Casi ni prestó atención a las indicaciones, estaba todavía intentando procesar lo que acababa de pasar en los últimos minutos.
Por suerte, ella también era doctora y podía compensar esa información que no escuchó por estar ensimismada en sus profundos pensamientos con sus propios conocimientos médicos.
Salió de la consulta médica arrastrada por su amiga, quien la llevó hasta su casa sin dejar de parlotear, pero realmente Selena no tenía ánimos de hablar con nadie y en todo el camino sólo escuchó una y otra vez los comentarios de Angela sobre lo genial que sería cuando naciera su bebé.
Su mente seguía sin procesarlo… y no sabía si algún día podría terminar de creerse que esto en verdad estaba pasando después de todo el dolor que vivió.
…
La cita para el ultrasonido había sido agendada para dos días después, pero igual ella tendría un reposo de varios días hasta ser vista por un ginecólogo y poderle llevar todas las indicaciones a su médico de familia, que sería quien autorizara el regreso al trabajo en cuanto fuera adecuado.
Esos días de licencia permaneció angustiada y empezó a comerse casi todo lo que había en casa, sin saber qué pensar de su embarazo, sin siquiera saber si el embarazo iba a durar, sin saber si podía sentirse feliz o triste o si debía sentir algo en absoluto…
Aun así, compró mucha comida saludable y variada, intentando comer santo. Y también tuvo que cambiar la comida para gatos, porque sencillamente no soportaba su olor.
—Perdón —les rogó a sus gatitos, mientras les daba croquetas en lugar del alimento especial que solía comprar enlatado.
Esos días pensó que podría aprovechar para ver películas a gusto y relajarse, pero terminó llorando en casi todas las películas por cosas tan tontas que hasta tuvo que llamar a su mejor amiga para contarle y esperar calmarse un poco.
—¡Es que le dijo que no y luego ella salió corriendo y no supo que en realidad quería decirle que sí! —chilló Selena por el teléfono—. ¡No podía creerlo! ¡¿Por qué tuvo que pasar eso?! —Sollozó una y otra vez, llevándose una mano al pecho, sintiendo que incluso su loba parecía gimotear con tristeza.
—Ya, ya, tranquilízate, cariñito, son las hormonas. —Angela estaba casi riendo, con ternura y algo de extrañeza—. Ya falta poco y sabrás que todo está bien con tu bebé. Te llevaré luego algo de comer, ¿quieres algo en especial? —le respondió del otro lado del teléfono su mejor amiga.
—Donas rellenas de chocolate —habló rápidamente, como si hubiera olvidado por qué estaba llorando.
—Sip, definitivamente las hormonas te vuelven loca. —Angela volvió a reír.
…
Tras tanta agonía, finalmente llegó el tan esperado día. Prefirió ir sola para no tener que lidiar con Angela en caso de que le dijeran que había algo mal con su bebé. Había agendado en otro hospital diferente al que trabajaba para no despertar sospechas, especialmente si el bebé resultaba tener algún problema.
Cuando entró en el área de ultrasonido, sus piernas flaquearon y tuvo que sostenerse como pudo para ir al baño a colocarse la bata que le habían indicado y luego pasó a acostarse en la camilla, en donde le harían el estudio.
Cerró los ojos para no saber nada, temiendo lo peor.
No había querido hacerse ilusiones, por más que pasó muchos años esperando por algo como esto, saber que estaba en peligro la llenaba de miedo, por lo que no quiso llenarse de ilusiones, no quería pensar en nada, ni siquiera ahora que estaba tan cerca de obtener la respuesta a lo que tanto la había atormentado estos últimos días.
Se mantuvo así un rato, con los ojos cerrados y los puños apretados, y fue en ese momento cuando la imagen empezó a formarse en la pantalla.
—¡Felicidades, futura mamá! ¡Tendrás gemelos! —fue lo primero que expresó con alegría la doctora que la evaluaba.
Selena sólo pudo abrir los ojos de golpe y mirar a la pantalla con sorpresa, donde pudo notar los dos sacos que indicaban que tendría dos bebés.
La anomalía del tamaño de su vientre no era por nada malo… sino por que no era solo uno… eran dos…
Una lágrima brotó por su mejilla y ella sólo pudo dar gracias porque por fin podía tener la certeza de que sus bebés no tenían ninguna anomalía.
—Ahora vamos a revisar que todo esté bien —mencionó la doctora con una sonrisa y Selena asintió, con los ojos aguados.
—Muchas gracias…
La doctora movió un poco el aparato y explicó las cosas mientras iba señalando, para hacerle bien que la evolución del embarazo era satisfactoria, le explicó que no se veían malformaciones a simple vista y que todo parecía en orden.
—¡Ahora vamos a escuchar los corazones de tus bebés!
Selena jamás pensó que escucharía algo tan hermoso, pero luego de eso los latidos resonaron en toda la sala de exámenes y ella no pudo evitar que se le escapara una lágrima de felicidad y luego otra y otra…
Empezó a llorar sin emitir ningún sonido, las lágrimas corrían por sus mejillas con una emoción desbordada.
Esto era lo que siempre había anhelado, el momento especial que su ex esposo le había arruinado, y ahí estaba haciéndose realidad de la forma más inesperada y gracias a un extraño Alfa que nunca volvería a ver.
Salió momentos después del consultorio, pero tendría que esperar un poco a que le entregaran el informe con las imágenes del ultrasonido, por lo que ella se sentó en la sala de espera aún conmovida recordando el sonido de los latidos de sus bebés… sus gemelos.
La sala de espera estaba sola y en completo silencio, pero la voz de ella igualmente habló en un susurro, dirigiéndose hacia su abultado vientre:
—Aunque no vayan a tener padre, serán los hijos más amados, porque son mis más grandes tesoros, son lo que siempre había anhelado… mis bebés…
Un par de lágrimas de felicidad salieron de sus mejillas y cayeron sobre su abdomen.
Este sería el inicio de la fase más anhelada en la vida de Selena.