Después de salir de aquel lugar, Selena tuvo que acudir con una ginecóloga. Había también preferido ir a un lugar fuera del hospital en donde trabajaba normalmente, ya que con lo chismosos que eran normalmente en su lugar de trabajo seguro solo harían todo más difícil.
La consulta con la ginecóloga fue tranquila y allí se evaluó el ultrasonido que se había realizado Selena previamente, la especialista le confirmó que todo estaba bien y también comprobó los exámenes que la Dra. McFearson había hecho, alegrándose por ver que tenía una paciente con todos sus papeles en orden, lo cual era una de las pocas cosas por las cuales Selena siempre pudo enorgullecerse en su vida, ella siempre fue muy organizada.
Le entregó algunos folletos de cuidados, un pequeño libro que decía “libro del bebé” y era para el control prenatal y le dio unas últimas instrucciones antes de que Selena se marchara.
—Al ser gemelos, tu embarazo es de mayor riesgo, y eso lo sabes, por lo que tendrás que ir a consultas semanales con tu médico de familia y mensuales conmigo, recuerda traer todos los informes. Los ultrasonidos los haré yo de ahora en adelante, salvo los especiales para ver malformaciones y esas cosas, que te haré la orden cuando corresponda. Pero debes cuidarte mucho, tener gemelos no es cualquier cosa —indicó y Selena asintió.
—¿Puedo contar con que haya discreción con esto? Es que no quiero que en el hospital donde trabajo se enteren, de momento —explicó ella, mientras jugueteaba con el dobladillo de su falda.
—Sí, no pasa nada, aunque en poco tiempo se notará, ya te ves como si tuvieras 13 semanas —le dijo la ginecóloga con una sonrisa.
—Y yo pensando que tenía gases —mencionó, ruborizada—, siempre me dijeron que era infértil, y que tenía un tipo de infertilidad que no podría ser curada —contó, sonando más afligida.
—Pues, debes saber que hay cosas que ni siquiera la ciencia puede explicar, y es algo que incluso alguien de tu nivel profesional sabe, Dra. Monteverde.
Todavía estaba demasiado confundida por todo lo que estaba pasando, ella siempre se consideró una mujer incapaz de concebir, fue humillada y repudiada por su “infertilidad” y en ese momento estaba en un control prenatal recibiendo informaciones para su embarazo gemelar. Pasó de cero posibilidades a tener dos hijos en un mismo momento, y todo por un extraño Alfa al que no había vuelto a ver.
“Quisiera poderle decir lo que me está pasando” —pensó tristemente al salir de la consulta, mientras acariciaba su vientre y después, sin siquiera darse cuenta en un principio, empezó a llorar de repente.
Quería tener a sus hijos, y haría todo lo que estuviera en sus manos para protegerlos, pero se sintió repentinamente sola, como si fuese una carga demasiado grande a la que tendría que enfrentarse sin nadie.
Su padre había muerto, Saraí la odiaba y siempre la trataba mal, en su manada la habían expulsado, y el padre de sus hijos era un sujeto con el que sólo había estado una vez en su vida.
“No permitiré que nadie más me humille, seré fuerte por mis cachorros” —pensó, mientras se sentaba en la sala de espera del hospital en el que estaba, se secó las lágrimas y llamó a Angela.
—¿Hola? ¿Está todo bien? —preguntó su amiga al otro lado del teléfono.
—¿Puedes venir a buscarme? Ya te mando la localización —pidió Selena.
—¡Por supuesto! ¡Necesito saber qué te dijeron de mi futuro sobrino! Porque será mi sobrino y si se puede mi ahijado, ¿ok? —aseguró Angela y Selena sonrió.
—Vale. Te contaré todos los detalles, pero ven rápido —dijo Selena y soltó una sonrisa, para luego colgar y enviar la localización.
En menos de veinte minutos apareció su amiga, quien corrió a abrazarla y luego empezó a arrastrarla.
—Vamos, vamos, vamos, que estacioné mal —expresó con nerviosismo la otra mujer y Selena caminó como pudo, encontrándose con que su amiga estaba casi encima de la acera del frente del hospital.
Subieron al auto y ella encendió el motor.
—Sujétate fuerte, antes de que la gente de tránsito me multe.
Selena apenas y pudo colocarse el cinturón de seguridad y en ese momento su amiga arrancó.
Por el camino, ya cuando estuvieron alejadas de ese hospital, Selena le empezó diciendo que todo estaba bien con el embarazo, sin dar muchos detalles al principio, hasta que soltó la bomba de que tendría gemelos.
—¡¿Qué?! —chilló emocionada Angela, mientras frenaba el auto de golpe, haciendo que Selena se fuese hacia el frente y la mirara con desaprobación—. ¡Tendré dos sobrinos! ¡No será sólo uno! ¡Serán dos! ¡Sí!
Selena negó con la cabeza.
—De momento, no quiero que nadie lo sepa, por favor —le advirtió Selena.
—Sabes que tenemos mucho trabajo en estos días en el hospital, la semana que viene llegará el CEO que es nuestro nuevo jefe, parece que es una especie de magnate multimillonario que quiso comprar nuestro hospital para expandir su imperio de hospitales o algo de ese estilo, la verdad no tengo muchos detalles, pero dicen que también es un neurocirujano de renombre, heredero de la familia Daurella —informó ella y Angela la miró con emoción.
—¿Y crees que esté soltero? ¡Ay, cómo me encantaría poder estar con alguien tan inteligente y rico para dejar de preocuparme por ser una simple residente de postgrado! —lloriqueó su amiga—. Imagínate, es neurocirujano, todo imponente, todo poderoso, ¡ay! ¡Me interesa demasiado! ¡Espero que esté soltero o que por lo menos tenga una novia desechable!
Selena bufó, negando con la cabeza ante la falta de escrúpulos de su mejor amiga.
—Deja de fantasear con millonarios de una vez y concéntrate en tus estudios, que todavía te falta un año para ser pediatra. Además, no está bien depender de un hombre, ya sabes, debemos ser mujeres independientes. —En especial ella ahora que tendría a sus dos cachorritos.
—¡Seré la pediatra de mis sobrinos! —se emocionó Angela—. Y tú serás la pediatra de mis hijos, cuando consiga un millonario que quiera casarse conmigo.
—Había pensado estudiar otro postgrado, pero por lo visto tendré que posponerlo. —Selena no parecía nada triste mientras decía eso, por lo contrario, lo mencionó con una enorme sonrisa y se acarició su vientre.
Oyeron el claxon de varios automóviles en las cercanías y Angela recordó que estaba conduciendo, por lo que puso el auto en marcha. Se fueron a comer helado y relajarse un poco después de eso.
Selena se sintió verdaderamente relajada y tranquila. Era una sensación que no sentía desde hace mucho tiempo… y estaba segura de que era todo gracias a su embarazo.
Era una pena que nunca volvería a ver al hombre que la embarazó, tenía unas ligeras ganas de agradecerle, pero era mejor así, se notaba que un hombre como ese nunca podría fijarse en una mujer como ella más que para divertirse pura y exclusivamente en la cama.
…
Después de terminar los días de reposo que tenía y cumplir justamente las 11 semanas de embarazo ese mismo día lunes, Selena se vistió con una ropa ancha, mientras su loba rugía emocionada dentro de ella. Aún necesitaba un poco más de tiempo para procesar las cosas, pero finalmente había conseguido su mayor anhelo. ¿Qué importaba si aplazaba su crecimiento profesional? Ella anhelaba muchísimo tener hijos.
La sonrisa en su rostro era enorme y se extendía a sus ojos, haciéndolos brillar como nunca antes, tenían mucho tiempo sin ver a la Dra. Monteverde tan feliz, desde que había recibido un premio por sus contribuciones a unas investigaciones para mejorar la inmunidad de los niños.
Incluso, muchos decían que la veían más triste desde el funeral de su padre, pensando que era por eso y sin saber que ese viaje a reencontrarse con su manada sólo había abierto una herida por no haber sido capaz de darle un hijo al Beta de su manada, sin embargo y por suerte, esa herida ya había comenzado a ser dejada en el olvido.
La sala de espera estaba sorpresivamente vacía y eso la sorprendió un poco, pero supuso que su secretaria le informaría mejor.
—Doctora, la Dra. D’Francesco solicita que todos los especialistas se reúnan en la sala de reuniones principal —le dijo su secretaria al verla llegar al consultorio—. Hoy las consultas han sido pospuestas y todos los pacientes de la mañana reprogramados —añadió—, pido disculpas por no avisarle, pero como nunca se toma reposos, pensé que quizás pasaba algo malo —se excusó.
—No pasa nada, Daisy, iré ahora mismo.
Selena desvió su camino y, en lugar de entrar en su consultorio, caminó hacia el fondo del pasillo. Era de esperarse que con el nuevo CEO llegando al hospital ella tuviera que conocerlo, porque ella era una doctora muy valiosa en el hospital. Esas cosas de formalidades le aburrían, pero no tenía la suerte de Angela, que todavía era residente.
Abrió la puerta de la sala de reuniones y lo que vio la dejó pasmada.
—¡Oh, doctor Daurella! ¡Ha llegado una de nuestras mejores pediatras! ¡Es la que más ha publicado estudios en nuestro hospital! —exclamó emocionada—. Querida, ven a conocer al nuevo dueño del hospital, el Dr. Derek Daurella.
Dicho eso, sus miradas se cruzaron.
Ella supo que él la reconoció de inmediato.
Era el Alfa que la había embarazado… ¡¿y era su nuevo jefe?!