En el proceso de buscar otro empleo, lastimosamente para una joven como ella sin estudios universitarios, era muy difícil conseguir un empleo en donde la paga fuera excelente. Una amiga de ellas le dijo que en el almacén donde ella trabajaba, podía ver si le ayudaban con algo, pues muchas veces colapsaban y realmente si necesitarían ayuda, eso alegro a Dayana pues la situación se estaba poniendo cada vez peor.
El lugar donde trabajaba su amiga no era un almacén, era una boutique, y realmente una de las más caras de la ciudad, pertenecía a una de las diseñadoras más conocidas de la ciudad, el país y algunas partes más del mundo. Estaba angustiada, pues a pesar de ser mayor de edad, hace un poco tiempo, aún no había podido sacar su nueva identificación, además que su carita no ayudaba mucho, y sobre todo su estatura, ya que las chicas que allí trabajaban eran delgadas y de estatura un poco más de 1.70, pero su amiga la alentó diciéndole que ella abogaría para que por lo menos la dejen como ayudante de secretaria, pues en diferentes ocasiones las cosas se ponían pesadas.
Saliendo del lugar, aun un poco nerviosa, pensando en infinidades de cosas que le podían decir, y como arreglar lo de la identificación nueva, su mirada cruzo con otra, una que le hizo perder la noción del tiempo en unos segundos, era lo más hermoso que había visto, un joven hombre que quizá no sobre pasaba los 24 años de edad, hermoso desde cualquier ángulo en el que se lo mirara, además de que se veía que su mirada no era del típico niño rico arrogante.
Su amiga se dio cuenta de la situación, y le dijo que se trataba del hijo de la dueña de la boutique, que era un hombre prácticamente inalcanzable, y que además era la imagen de algunas marcas de ropa, pues en sus tiempos libres ayudaba a su madre, haciendo las veces de modelo, aunque realmente era un arquitecto reconocido, pues a pesar de ser joven, gozaba de mucha inteligencia, pero muy poco corazón.
Dayana se fue a su casa, aun no perdía la esperanza de poder conseguir el trabajo en la boutique, su amiga, además era también su vecina, le ayudaba cuando ella necesitaba, junto a su esposo, les daban la mano a estas hermanas.
Aunque se desee que las cosas no empeoren de un momento a otro, no siempre se puede conseguir eso, justo cuando estaba rumbo de regreso a casa, le llamaron para decir que su hermana había sufrido una descompensación, Dayana no sabía que mismo hacer, estaba sumamente nerviosa, su hermana estaba inconsciente.
Sin esperarlo su amiga llego de un momento a otro, y se dio cuenta de que algo malo le estaba pasando, pues estaba estática en ese lugar, derramando lágrimas sin control alguno, y si seguía así ella también sufriría un colapso, como se encontraban un poco lejos de casa, su amiga llamó a su esposo y le pidió que por favor de ser posible acudiera en el auxilio de Thais, pues ellas ya iban en camino, pero no sabían a ciencia cierta qué pasó.
Ya en el hospital, donde gracias a la ayuda oportuna fue llevada, la estaban atendiendo, los latidos de su corazón eran demasiados débiles, y aun no reaccionaba de su desmayo.
Dayana agradeció la ayuda de su amiga y el esposo de esta, pero les dijo que ella se podía hacer cargo de la situación, no quería darles más trabajo a ellos, pues sabía que tenían más ocupaciones por delante, el esposo de su amiga se veía cansado, era una persona que trabajaba en las noches y su trabajo no era nada fácil.
Ellos se marcharon solo con la promesa de que si necesitaba algo más les avisaría rápidamente, y pues Dayana acepto tal condición.
Allí estaba de nuevo, en espera de una respuesta de parte del médico que atendió en emergencia a su hermana, Dayana sabía que su hermana solo se pondría mejor si se realizaba una operación, lastimosamente, no tenían los recursos para realizarla, además de que eso no era algo que fuera posible acceder, solo le quedaba reunir para pagar la estadía en el hospital, pues allí se encargaban de estabilizarla.
Estaba angustiada, esta vez se demoraban más en decir que causó dicha descompensación, sentía que le hacía falta el aire, que la espera la volvería loca, que fácilmente podía ocurrir, pues era presa de exceso de estrés.
Lloro, lloro como si de una niña pequeña se tratara, su hermana había hecho lo posible por que nada le falte desde que solo eran las dos, pero ahora la cosa es diferente, pues para poder realizar algún tipo de trabajo que sea muy bien remunerado, debía tener estudios superiores.
Sollozo con fuerza, sus lágrimas caían como cascadas de sus ojos, miraba alrededor de ella, pero como a nadie le importaba el dolor ajeno, no había problema que la miraran, ella sentía que tarde que temprano, ese sentimiento terrible que tenía la terminaría ahogando.
Siempre le pareció que la felicidad llegaría el día menos pensado, pero hasta ahora no había pistas de aquello, era como si nunca ocurriría. Tenía claro que, si su hermana no se recuperaba, no era algo para que ella pudiera soportar, su vida no tendría sentido. La idea era hacer algo para ayudarla, se negaba a aceptar un destino de infelicidad.
En su mente, se repetían las palabras que ella misma había dicho “Esta pesadilla tiene que terminar ya”, ella haría lo que fuera para que se cumpliera eso, pero hoy debía dejar salir todas las cosas que la atormentaba, como el hecho de no poder ayudar a su hermana de otra manera.
Los minutos pasaban, hasta que llegó la noche, y con ella el miedo mayor, aun nadie daba razón de lo sucedido, solo sabía que debía esperar, que la estabilización había demorado un poco más que las anteriores, y pues después de los análisis, tendrían aún más claro el panorama.