10 dias después

1727 Words
Capítulo 2 Atrapado No iva aceptarlo… caí al suelo de rodillas, algo que empezaba a hacerse pedazos. “¡No, no, esto no podía pasarme de nuevo!, ¡Yanis!” Le grité al borde de las lágrimas, porque iba a llorar de desesperación, esto no podía terminar aquí, pero si, solo escuchaba silencio, el latido de su corazón se estaba deteniendo. “Por favor… por favor” le suplique desesperado, “ No puedes dejarme, por favor no puedes dejarme ¡Yanis!” La sacudí con fuerza, porque ella se estaba yendo, mire al cielo suplicante con ella en mis brazos y con las lágrimas derramándose por mi rostro. “¡Por favor!, nunca te he pedido nada… Si me estás escuchando. Te lo pido. ¡Creador!. No te la lleves. Por favor!” Mi voz quebró en un llanto histérico, aferrándome a su cuerpo como si fueran arrebatarmela en ese momento, enterré mi rostro en su cabello, su olor a rosas seguía ahí, tan dulce, tan embriagador, siempre fue mi aroma favorito y seguí llorando porque la había perdido y por primera vez, gritaba hacia el cielo y la miraba a ella. – ¡No por favor!.... ¡Yanis!, ¡No puedes dejarme!.... por favor no… ¡Vuelve! ¡Llévame a mi… llévame, te doy mi vida por la de ella! ¡Toma todo de mi, mi inmortalidad, mis esencia y dáselos a ella! Sé que. Hacía bastante tiempo que no me dirigía al creador, pero no podía pagar ella por mi error… Yo debía morir y no ella, dar mi vida por ella, me aferre a su cuerpo como si de esa manera fuera a impedir que su alma lo dejase y lloré sobre su cuerpo mientras su corazón se volvía mas, mas, mas lento y poco a poco solo escuchaba un latido tras otro. Pum… Pum… Pum…Pum. No podía aceptar esto de nuevo, porque otra vez me tocaba tomar una esencia de alguien a quien yo amaba… limpie su rostro con mis manos, sus mechones llenas de las hojas secas, mis manos estaban temblando mientras recosté su cuerpo poco a poco y me quede hincado con ella frente a ella… hacía mucho tiempo que no hacía esto y estaba falta de práctica…debía morir para entregarle mi vida y que ella pudiera vivir, tomé mi daga entre mis manos. – Padre del cielo, creador de la vida – tenía que renunciar, porque solo así podría hacerla volver con sus hermanos, mi voz estaba ronca y temblorosa. Las palabras me salían en susurros, porque intentaba controlar el llanto. – Bendice mi alma, te entrego todo lo que soy y me has permitido ser desde que vine a tu mundo ¬ ore en mi interior, concentre todo mi cuerpo dispuesto a renunciar a esta vida que tenía, dejaría que mi alma abandonase mi cuerpo, le bese la frente, porque ella tomaría mi vida, mis recuerdos, mi esencia le serviría para despertarla, le daría las fuerzas suficientes para que regresara, aun ella podía salvarse, así su alma la mandaran al infierno, iría por ella, pero solo por ella. Entre mis manos acariciaba el filo de la daga, esa misma daga que una vez mi padre mi protector humano me ofreció para sacrificarnos juntos. Somos tan diferente a los humanos o Nefilim y tenemos la única voluntad de decir cuando dejar nuestra vida, o como un humano le llamaría inmortalidad, nosotros le llamamos vida, una parte de la magia que le dio vida a todos, nos la dio a nosotros y que cuando quisiéramos, él podría tomarla porque no nos pertenece, es por el que aún seguimos vivos, es por un propósito por el cual aún estamos aquí, esto fue lo que me contaba en sus historias mi maestro, mi mentor, nunca había comprendido nada de lo que me decía. Hasta ahora que me aferraba al mismo propósito que a él lo mantenía con vida, a la esperanza cuando él me encontró,es la misma que ahora tengo, y voy a darsela a ella. Tome la daga como una vez se la ofrecí a mi padre, estaría dispuesto a darle mi esencia con tal de que ella viviera, ella la tomaría antes de que se separara de su cuerpo, aún tenía tiempo… Respire profundo, pronto acabaría todo, ni siquiera sentiría nada, empuñe con fuerza la daga apuntando directamente mi corazón. Una mano pequeña me detuvo, me quede congelado al sentir su tacto, es lógica su alma al ser mi compañera me seguirá donde este, cada uno puede invocar su esencia de diferente forma, como energía de fuego, luz de fuerza o alma en cuerpo. Su tacto era cálido, y me transmitía una paz que jamás había sentido, estaba descalza con su uniforme que llevaba puesto aquella vez, no había rastro de ninguna herida, estaba tan limpia, solo alce mi rostro para ver. Comprobar. Pero no tenía miedo, solo que estaba muy tranquilo. – ¿Porque vas a dañar lo que no te pertenece? – me habló en japonés y respondí sin aliento, con la cara enrojecida. – Aleyda. – ¿Que se supone que estas haciendo? – Yo… yo…nose… no puedo entender. – ¿Porque crees que estoy aquí? – comprendí que ella venía ayudarme, pero ¿A qué precio? – Por favor… No me la quiten – suplique mientras iba comprendiendo la situación que tenía delante de mí… Yo invoque su esencia. – ¿Qué estás dispuesto a dar amor? – dijo ella arrodillándose junto Yanis y junto a mi – ¿Y cuando sea el momento obedecerás sin preguntar?… Tienes que dar para recibir, ella está siendo reclamada por la oscuridad, pero si hay una esperanza todavía… ¿Crees que ella tiene oportunidad de cambiar? – No entiendo – Yanis yace en mis brazos y su respiración se vuelve acompasada, como si durmiera en mis brazos. – Ella es oscura cariño, ella fue marcada desde su nacimiento y no le pertenece a nadie… si quieres cambiar eso, tienes que dar algo a cambio y se te pide tu voluntad, sobre todo fe… una vida por otra. – Lo que sea… pero por favor, no la aparten de mi lado – haría lo que sea – ¿Y cuando sea el momento harás lo que se te pida? sin preguntar. Sin dudar mi ángel. Asentí… Haría lo que sea. Obedecerá al mismo Samael con tal de que ella viviera, Su voz era calmada, suave como si hablara entre las nubes, y cada ráfaga de viento o sonido se mezclaba con su voz. – Entonces recuerda que yo vivo ahí – tocó mi corazón con su pequeña mano – Soy parte de ti como ella es parte de nosotros… cuando tomaste mis recuerdos, no solo me dejaste entrar a tu corazón, como ella está en el tuyo. – Pero… yo creía que… – El corazón es lo bastante grande para que todos podamos vivir, al menos las tres personas que vivimos en el, ¿Dime… porque dañamos lo que no es tuyo? Se inclinó sobre ella como si se fusiona con Yanis hasta desaparecer, “¿Se la había llevado?” Desconcertado mi llanto se volvió más fuerte, la había perdido. Me aferre a su cuerpo con más fuerza, como si eso sirviera para que no pudiera escapar su alma, estaba histérico, con qué cara les diría a sus hermanos… Eso creí hasta que me acariciaron la cabeza y escuche su voz. – ¿Por qué lloras? – alce la cabeza de golpe y la mire como si nunca la hubiera visto, como aquella vez cuando nos encontramos. No podía creerlo ¡Estaba viva!, ¡Está viva!, grite en mi interior, contemplándola con lágrimas en mis ojos aun desbordándose, nose qué apariencia tenía, ella me miró extrañada, no pude aguantar, antes de que pudiera decir algo mas la bese, la bese con desesperación y alivio, los ojos, su frente, tome sus manos y se las bese por ambos lados y sobre sus dedos, ella no parecía importarle hasta que se quejó de dolor, su cuerpo empezaba a tener una temperatura normal, no me importo tan poco que en el pasado me hubiera prohibido que no volviera besarla, lo hice una y otra vez hasta que al final no despeje mis labios de los de ella hasta calmar mi llanto, pasaron minutos, segundos, no lo se, hasta la apreté con un poco más de fuerza, creí que me rechazaría o se enojaría por ser tan atrevido, pero no lo hizo, de hecho en vez de retirarse, se acercó más, con las pocas fuerzas que le quedaban. La abracé con más fuerza olvidándome de sus herida hasta que ella se quejo de nuevo recordármelo. – Estoy cansada… quiero dormir. – ¡No! – grite ,no quería que volviera a cerrar los ojos, la lleve hasta su cama hecha con unas sábanas que encontré en un tendedero de regreso. La recargue cerca de un árbol – Tienes que comer algo. – ¿Por qué estás aquí? – Por ti – empecé a revisar sus heridas, vendarle las manos, un brazo, a limpiarle la heridas de la cara, tenía varios raspones, el golpe en la cabeza no fue tan serio. – ¿Te duele aquí? – toque un punto entre sus costillas mientras ella estaba recostada. – No deberías ayudarme, no merezco esto. –¿De qué hablas?… apenas acabas de darme un susto. Ni siquiera lo pienses. – No déjame…– manoteo con debilidad, tratando de apartarme. – ¿Qué sucede contigo?… – tome su mano entre las mías notando como la fiebre le subía – No voy a dejar que hagas esto. – Es que no lo entiendes. No debería estar aquí… No debería estar viva – estaba diciendo puras tonterías. La fiebre subía con más fuerza casi como si estuviera cerca de las llamas y que ella seguramente estaba delirando, esperaba no volver pasar por un susto. Empecé acarrear agua del riachuelo, mojar su ropa con agua fría durante la noche, mantenerla fresca, solo así evitaría que empeorara, el sol salió entre los árboles, pero no podía moverla hasta que estuviera lista para sanar, todo el veneno tenía que salir de ella, cerrarse la herida para poder exponerla al sol, si las herida no cerraba bien, o algo que estuviera roto por dentro no sanaba quedaría así, por quién sabe cuánto tiempo.
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