prefasio
NEFILIM Angel Caído
Sinahi escobar.
Libro 2 segunda parte.
Prefacio
La sangre le quemaba la piel, el aire hería sus pulmones, experimentaba en carne propia su dolor y confusión. Aun la escuchó gritar su nombre, una y otra, y otra vez. Ahogándose, no comprende ¿Por qué ella? ¿Por qué su nombre? Creía que era solo ira y dolor, esas pesadillas cada noche. Jamás imaginó la terrible verdad.
Los recuerdos son muy extraños para ella, sus memorias son incoherentes porque nada tiene sentido… es lo que hace el veneno… no le permite ser consciente de su realidad,, como estar encerrada dentro de su propia cabeza y ves todo fuera tu cuerpo, aunque se parezca a ti, hable como tu, al final no lo veras y ese simple pensamiento te confunde, al mismo tiempo te alimenta.
La oscuridad se apoderaba de ella, con un lento avance hacia una única salida dentro de un túnel sin luz, solo se siente la pesada y densa oscuridad como la niebla, deslizándose por todas partes, el dolor era intenso, sentía como su cuerpo ardía, como si lo quemaran con fuego o lo hubieran lanzado a las llamas y todo fuera consumido en segundos, era como arrancarle la piel.
El dolor desapareció, lo confuso era no saber también que la pasaba a su cuerpo, como sustituyen por diferentes experiencias que casi no lograba captar, lo que más reconocía una parte de ella era una tirantes sobre su piel, pero no era esa la sensación real… su cuerpo no podía diferenciar de un dolor o sensación a otra, era demasiado para procesar.
Su cabeza. Es la que se estiraba y se habría una luz de reconocimiento de que algo no estaba bien, ella sabía algo pero no lograba recordar ¿Que?. donde poco a poco una luz fue cruzando en sus sueños, se parecía más un túnel por donde caminaba hasta alcanzar la claridad. Por un segundo creía que eran reales, escuchaba la voz de sus hermanos… le llamaban, se acercaban poco a poco los susurros… La voz de Keila se escuchó con más claridad, empezó por un susurro y después creció a un tono alto y asustado.
" Yanis… Aquí estoy… no mires..."
Se olía el viento fresco del bosque, a pino, roble, podía sentir la brisa acariciando su piel, distinguió otro aroma, ha quemado, ese olor que se mezcla cuando las ramas verdes arden, saboreaba las cenizas en su boca… el sueño se sintió tan real, seguía impulsada por la necesidad de alcanzar sus voces, escucho un murmullo a su alrededor, era su voz, la de Keila llena de dolor y le hacía daño escucharla… no podía verla. La sentía lejana… y algo nuevo… arrepentimiento. ¿En dónde se encontraba?, se preguntaba una y otra vez, ¿Que era este lugar?, ¿Cómo llegó allí?.
– No… por favor… no …hagas.
Suplico Keila…¿Era ella?, no estaba segura, ¿No hacer que? le pregunto o eso creía, era el tono desesperado de su voz, quería saber ¿Qué pasaba? pero no lograba entender que… “¿Su voz era diferente?” … era la misma sensación cuando ella se preocupaba en exceso por ella, pero esta vez tenía una histeria, culpa, debilidad, como si estuviera cansada. Ya estaba familiarizada con su tono de voz y sabía cuando algo la alteraba, como el día en que cayó golpeándose la cabeza, o cuando Mitkel le llevaba a esas excursiones, Keila siempre temía por su pequeña hermana.
– ¡Soy yo… mírame!… ¡Yanis!… ¡Hermana!... ¡No era mi intención! – gritó desesperada al final, trato de decirle que todo estaba bien, que no tenía por qué preocuparse, pero algo la paralizó antes de alcanzar el final del túnel y no pudo decirlo.
"Entre la luz y una oscuridad todo se fue aclarando, miró junto a ella después a su alrededor, estaba en una posición retorcida, frente a ella y Keila tirada en el suelo n***o arrastrándose, como si fuera una amenaza, dentro de su mente veía a Keila como si la viera en una pantalla gigante, con el rostro manchado por el ohin de los árboles quemados, pero no veía los árboles, sabía que estaban con ellos, con esos seres más grandes que los custodiaban, pero tan poco podía verlos, solo sentía y veía la oscuridad a su alrededor, aplastante como siempre. Salidos de la nada aparecieron sus sombras, había algo que tiraba de sí, vio las cadenas de sus muñecas, después empezaron enredándose en todo el cuerpo, pronto estaba inmovilizada por ellas, las cadenas se convirtieron en dos grandes serpientes que le amenazaban con sus grandes cabezas de cobra, de un color n***o con dos ojos rojos en la cabeza que también la veían, le acosaban, “Era tan real” que podría estar gritando despierta, y tal vez así era, apretaban su cuerpo con sus grandes masas de músculos… cuando la voz salió de su cuerpo, no era la propia, y algo profundamente, su alma la reconoció… se parecía a ella, hablaba como ella, pero no podía detenerse ni decirle a Keila que estaba siendo controlada… ¿Porque era tan real?, ¿Porque podía sentirlo como si fuera real? algo no funcionaba. Su cuerpo era despojado de una niebla pesada, como una cortina del salón de teatro.
Entonces lo entendió, este no era un sueño, esto era un recuerdo, una verdad que sus hermanos le ocultaron para protegerla del dolor que venían venir, porque estaba consciente de la realidad que le habían ocultado, poco a poco su mente fue despertándose y diciéndole que esto era real, esto que estaba experimentando ya había pasado. Grito dentro de sí con todas sus fuerzas, debatiéndose para liberarse de las serpientes, las cuales comenzaron atacar, mordiéndole el cuello, sus piernas, sus brazos, inyectando su veneno, le apretaban con sus grandes cuerpos y no podría liberarse, le obligarían a ver la verdad, a recordar lo que había olvidado.
Le seguía sus pasos mientras ella se arrastraba alejándose, aún no podía recordarlo todo, solo veía pequeños fragmentos de un combate… podía ver en sus ojos que ella solo quería salvarla, aunque no podía hacer nada, veía desesperación y miedo en sus ojos, era un recuerdo tan lejano en el subconsciente. Que en el interior solo deseaba escapar. No quería ver lo que sabía que iba a pasar.
– ¡Por favor! ¡Yanis! ¡Soy yo! ¡Mirame!
“Se que estas ahí” escuchó otra voz. “Mirame” “Sigue el sonido de mi voz” era la que más le atraía, alejándose, pero inmovilizada como estaba, le causaba dolor espiritual y ese era peor que cualquier tortura. Lloraba agitándose, suplicaba poder verse libre y sobre todo seguir la voz. Pero la niebla se cierne sobre ella y la apartó a la alucinación.
Lloraba su voz suplicando que la reconociera, tomó su cuello justo como Kiara la había sujetado… en sus ojos podía ver el miedo que sentía por su hermana, no por ella, ella tenía más miedo porque no podía salvarla.
– ¡Yanis… hermana! ¬ no le combatió, la alzo del suelo elevando sus pies y con el último esfuerzo, mientras su mano apretaba su garganta le susurro “Te amo”
No la dejó terminar, apretó con más fuerza mientras alzaba su cuerpo, poniéndola a la altura de sus ojos, elevándols del suelo.
Enfundó su arma con fuerza entre sus manos, haciéndola girar entre los dedos… comenzó a gritar con todas las fuerzas… hasta suplico por favor… que no le obligarán a ver esto, y aunque se debatiera de sus cadenas no podría evitarlo, era un recuerdo, algo que había pasado y que no debería de haber olvidado… ya era tarde para arrepentirse…. Para pedir que alguien le salvara. Su arma perforó muy cercas de su corazón… esa imagen se le grabará eternamente, le recordaría que fue ella quien le hizo esa herida, fue ella quien la dejó marcada de por vida, sus manos se llenaron de su sangre… su ropa… su alma fue marcada y mientras ella perdía la inconsciencia le dijo.
“Crees que ella te escucha… crees que ella va a salvarte”… “Te diré un secreto… algo que solo tu y yo sabremos desde ahora…. Cada vez que cierres los ojos, me veras ami, a ella, desde hoy yo seré su sombra… no dejaré que me olvides… cuando termine contigo me la llevaré lejos de ti”
Saco con fuerza el arma y hundiendo sus dedos en su hombro herido, haciéndola gritar … un grito que recordaría haciendo eco en su memoria… esto sería para siempre. que quien hubiese tomado su cuerpo… poseída…. era la causa de ese dolor… de esas miradas, y sobre todo de que Mitkel le odiara tanto… ahora entendía porque. Su amor era más grande por Keila que por el ser que ella era. Veía el parecido que tenía en común con Kiara, porque en ella se ocultaba algo oscuro y quizá algo mucho peor. Y esa voz estaba reclamandola.
“Siempre te encontraré”
sintió el escalofrío antes de que la bruma lo consumiera todo. Haciéndola olvidar.
Nunca había pasado en su existencia, una posesión entre un Nefilim y un demonio… eso quería pensar… pero no porque no hubiera pasado no significaba que no era posible… algo que nunca se creyó posible en su especie, al fin de cuentas sus cuerpos eran humanos y su especie era tan vulnerable como nosotros.
Israel
La brecha que habia habierto me permitía ver todo lo que ella viera, no lo había planeado, y ella no parecía notarlo dentro de su mente y yo no lo descubrí hasta que abrí los ojos después de escapar.
Ella perdió el conocimiento en sus manos y la dejó caer. Vio su cuerpo en cámara lenta, con sus ojos cerrados golpear de seco el suelo. Elevar el polvo con el sonido sordo y sentir la tierra temblar.
Estaba a punto de darle el golpe final. Algo cambió , poco a poco fue sintiéndose como las serpientes le liberaba alejándose, enroscándose en sus cuerpos hasta que pudiera verlas de frente, también cayó exhausta frente a ellas. ¿No supo qué pasó?, aunque no entendió, sintió un gran tirón de su cuerpo… como si la regresaran a su estado natural, antes de todas las mentiras, antes de Keila, no pude descifrar qué sensación fue, porque el dolor que sintió después lo superó todo, agradecido de estar aquí, y solo escuchar su mente y no sentirlo porque estaríamos perdidos los dos … esa sensación fue borrando todo recuerdo de ese día… las serpientes se retorcieron chillando de dolor… el fuego las consumió y quedaron en un humo n***o denso frente a ella. Si. hasta evaporarse en el aire como una nube de vapor. Pronto volvió a su cuerpo y empezó a sentir como el alma ocupaba su lugar, y mientras abría los ojos vio una sombra de un hombre que se acercaba, le atraía a la realidad de nuevo, veía la misma sombra que ahora le salvaba de Kiara, cuando todo se aclaró, vi por última vez mi tez y comprendío que estuve ahí ese día. No sabía lo que pasó y quizá, solo quizá yo podría ayudarla a encontrar las respuestas que necesitaba porque seguro que Mitkel y Keila no lo harían. Mi rostro bronceado apareció en su mente, en su presente… distinguió árboles, fuego y su aroma almendrado que provenía de mi piel. Le gusta mi olor. “Fuiste tú” me dijo cuando me reconoció, y la oscuridad volvió engulllendola en su pozo. No pudo recordar más… sabía que había algo más. Lo último que recordó recordó fue la voz sin rostro repitiendo.
“Siempre podré encontrarte”