Seis

2990 Words
Artemisa observó por su ventana cómo su padre saludaba a su madre con un abrazo fugaz. Entrecerró sus ojos al notar que traía maletas con él, por lo que comenzó a respirar un poco más calmada a la posibilidad que su madre le estaba haciendo una mala pasada.  Terminó de arreglar sus maletas para no hacerla enfurecer (más de lo que ya estaba) y se mantuvo sentada en el borde de su cama mientras movía su pierna izquierda con nerviosismo. Sus ojos comenzaron a viajar por todo el cuarto que le rodeaba, por lo que se centró en todas las fotos y en todos los regalos que durante tantos años había estado recolectando.  —    Tu padre ya está aquí — Hera entró al cuarto de Artemisa un poco más relajada de lo que estaba minutos antes — ¿Ya tienes listo todo? — Su hija asintió y señaló a las maletas que había hecho — Perfecto, ahorita van a venir a bajarlas para subirlas.  —    ¿Es en serio lo que está pasando? – Se cruzó de brazos por arriba de su pecho mientras la observaba fijamente al no creer lo que realmente estaba pasando — ¿Me voy a ir de aquí a casa de mi papá? — Hera se quedó en silencio por unos segundos para después asentir.  —    Yo ya no sé qué hacer contigo hija — Suspiró cansada — No sé qué es lo que pretendes con todas tus salidas y fiestas a las que asistes. Tú sabes muy bien que yo no te he prohibido nada, pero lo que estás haciendo ya está llegando a unos límites inimaginables.  —     Pero lo de ayer no tiene nada que ver con lo que realmente pasó – Hizo una mueca para intentar que le creyera – El periódico se escribió para hacerme quedar mal a mí — Se señaló a ella misma de modo indignante — No entiendo la necesidad de mentir en lo que realmente sucedió.  —     A mí ya no me interesa lo que pueda o no estar pasando Artemisa, lo que yo quiero decirte es que ya fue suficiente. Ya estoy cansada de intentar hacerte cambiar... — Respiró profundo antes de continuar — Por lo que la mejor decisión hasta el momento es enviarte de regreso con tu padre.  —     Pero mi papá llegó con un par de maletas — Frunció el ceño — Así que no entiendo a lo que estamos jugando — Hera la miró con sus ojos entrecerrados mientras negaba al no saber que decirle ante eso.  —    Lo mejor será que bajes y lo saludes para que se vayan de regreso y no les caiga la noche — Artemisa se mordió el labio al sentir el nerviosismo correr por sus venas — Yo le diré en un momento más a nuestros empleados que me bajen tus maletas al piso uno.  —     ¿En serio me vas a hacer esto? — Volvió a preguntar para intentar hacerlo cambiar de parecer — Yo ya tengo aquí a mis amigos y amigas, vas a hacer que crezca en un lugar completamente diferente al mío. Toda mi vida ya se encuentra aquí.  —    Para eso te puedes adaptar y así lograr salir adelante — Se encogió de hombros intentando a dar de conocer que la parte social de su amiga no le importaba tanto —    Tu bien sabes lo fácil que es hacer amigos o conocer a gente, así que no deberías de preocuparte por ello.  Artemisa la miró por última vez con sus ojos entrecerrados, para después acomodarse y negar con su cabeza ante lo que le estaba diciendo su madre. En pocas palabras, estaba claro que ella se iba a ir de la ciudad de una u otra forma, por lo que ya no podía hacer nada para cambiar eso.  —    Señora Hera, el señor nos llamó para venir a bajar las maletas de la niña Artemisa  — Murmuró una de las mujeres que les ayudaban en la casa — ¿Podemos pasar para sacarlas? — La madre de la niña la miró de reojo mientras asentía con su cabeza.  —    Adelante, pueden venir a bajar las maletas — Señaló a las dos maletas que se encontraban en el suelo del cuarto — ¿Eso es todo lo que te vas a llevar Artemisa? — Frunció el ceño al notar lo poco que llevaba consigo — ¿No crees que puedas necesitar otras cosas? — Su hija negó mientras la miraba con un semblante completamente serio.  —    Pienso volver pronto, así que no necesito nada más que esto — Señaló a las dos maletas — O no sé si me quieras aquí — Alzó su ceja con enojo.  —    Claro que te quiero aquí — Entrecerró sus ojos mientras se sentía un tanto atacada — Es solo que en estos momentos necesito que tu padre te ponga un alto ya que yo no pude hacerlo. Artemisa bufó frustrada al notar lo terca que estaban siendo las dos, por lo que se limitó a agarrar su celular y bolsa para bajar las escaleras en búsqueda de su padre. Su mirada comenzó a moverse de un lado a otro para poder encontrarlo (algo que efectivamente sí le resultó).  —    Veo que a tu madre no le gustó el tenerte aquí — Su padre la observó con un poco de interés — ¿Es cierto lo que dicen de ti en los periódicos hija? — Artemisa se mordió el labio y negó con su cabeza a la pregunta de su padre — ¿Entonces por qué tu madre quiere enviarte conmigo?  —     Porque quiere deshacerse de mí — Se encogió de hombros al no saber muy bien lo que le podría responder — Así que ocupo lo que pasó ayer cómo excusa para que me fuera.  —    Si no fueras mi hija te creería Arte — Se acercó a ella con una sonrisa en el rostro — Pero yo sé que tú madre te estuvo diciendo que te tranquilizaras — La susodicha rodó sus ojos y comenzó a mover su pierna — No va a pasar nada malo — Alzó sus manos hacía los hombros de su hija para poder apretarlos — Pero quiero que te acostumbres al cambio de vida desde ahorita.  —    Mi madre quiere que me vuelva loca — Hizo un puchero hacía su padre para intentar lograr su cometido — No quiero irme de esta casa papá.  —     Me da risa que lo digas cariño — La miró con cariño y con una sonrisa burlona.  —    ¿Por qué te da risa que diga eso? — Frunció el ceño — Yo amo estar aquí.  —     Hace unos cinco años no lo estabas — Alzó una de sus cejas burlón al recordar a una pequeña Artemisa asustada por llegar a la ciudad —   Te la pasabas temblando y atrás de tu madre — La susodicha hizo una mueca — Así que no puedes decirme de la nada que ya te gusta.  —     Eso fue antes papá — Suspiró cansada — Ahorita ya me encuentro dentro de la comunidad. Así que si me voy, de nuevo me sentiré sola... —     No va a pasar — Intentó tranquilizarla mientras sonreía de oreja a oreja — Pero anda, ven, vamos a subir tus cosas al carruaje — Artemisa se quedó en su lugar mientras se cruzaba de brazos — ¿Por qué me ves así mientras te cruzas de brazos?  —    Porque trajiste el carruaje — Le contestó un tanto incómoda y nerviosa — Sabes muy bien que a mí no me gusta subirme en ellos — Su padre asintió un tanto incómodo — No pienso subirme en él padre.  —    Lo siento mucho hija pero tu madre me dijo que lo hiciera, así que por obvias razones lo hice — Artemisa abrió su boca de par en par al escucharlo decir eso —  —     ¡Ella sabe muy bien el trauma que le tengo a los carruajes! — Alzó su voz mucho más de lo normal por lo que muchas de las personas que se encontraban a su alrededor  la observaron de reojo un tanto incómodas por lo que estaba sucediendo en la casa-  —    Eso yo ya lo sé — Hera le contestó mientras bajaba las escaleras con demasiada elegancia — Yo sé el por qué de tu miedo hacía ellos, pero así cómo yo sentía miedo cada que salías de noche, decidí hacerlo lo mismo de una forma un tanto menor.  —     ¿Acaso estás loca Hera? — Preguntó incómoda — No me voy a ir en un maldito carruaje.  —    Pues vas a tener que acostumbrarte ya que no hay de otra — Su madre se acercó a su hija con un semblante furioso — Y no vuelvas a maldecir enfrente de mí. Soy tu madre y me tienes que respetar Artemisa.  —    A mí ya no me va a importar que seas mi madre Hera, estoy malditamente harta de ti y de toda esta vida de mentiras — Su madre abrió sus ojos y boca de par en par, por lo que sin dudarlo alzó su mano derecha para poder golpear su mejilla con fuerza enfrente de su padre y de todos los presentes.  —    Te juro que no vas a pisar esta ciudad hasta que te disculpes por todo lo que haces Artemisa — Musitó entre dientes — Ya estoy harta — Su mirada de centró en la de su esposo — Eros — Mencionó su nombre con fuerza — Necesito que te lleves a tu hija de aquí en estos momentos.  —    Pero Hera, lo que está pasando entre ustedes dos no se va a mejorar si dejas que... — Su esposa frunció su ceño mientras negaba al escuchar excusas de su parte.  —    Quiero que te la lleves ahora — Se dio una media vuelta y comenzó a caminar hacía las escaleras principales — Nos vemos en unos cuántos años más hija — Musitó sin verla.  Tanto Artemisa como Eros se quedaron estáticos en su lugar al notar que su madre se encontraba más que furiosa y decepcionada con ella.  —    Papá — Artemisa intentó hacerlo cambiar de parecer, pero se limitó a negar.  —    Ya no hagas o digas nada Artemisa — La observó con un semblante serio  — Mejor súbete al carruaje para irnos de aquí de una vez por todas, tengo que regresar a terminar pendientes de mi trabajo.  Artemisa se limitó por asentir y seguir las órdenes de su padre sin rechistar. Mientras ella caminaba hacía lo que iba a ser su futuro. Un empleado se acercó con sus maletas y las posicionó en la parte de atrás para que de esta forma comenzara el trayecto hacía la ciudad en donde iba a vivir.  Era cuestión de segundos que Artemisa se fuera de ahí, por lo que Apolo tenía poco tiempo para llegar y convencer a Hera de no dejarla ir. El caballo de Apolo galopaba sin parar por la fuerza que le estaba proporcionando su dueño.  —    Vamos Perseo — Musitó entre dientes al notar que su caballo comenzó a cansarse — No puedes dejarme así y mucho menos en estos momentos.  Su caballo comenzó a mover su cabeza al no estar satisfecho con lo que estaba haciendo en esos momentos. Apolo comenzó a desesperarse, algo que el caballo sintió logrando que se detuviera en seco.  —    Mierda Perseo — Maldijo por debajo al no lograr que siguiera su camino — Debes de seguir.  —    Te debiste de traer el coche — El caballo n***o de su hermano se posicionó a un lado suyo junto con su gemelo — Perseo está cansado desde ayer — Le recordó — Así que no vas a poder obligarlo a hacer lo que quieres.  —    Si vienes a molestar, te recomiendo que te vayas — Lo miró furioso — No tengo tiempo para pelear y mucho menos contigo.  —     Tu buen corazón te generará muchos problemas — Negó al no estar de acuerdo con su hermano —  Deberías de relajarte, Artemisa no se va a quedar, hagas lo que hagas. —    ¿Y tú cómo mierda sabes eso? — Le preguntó enojado mientras se bajaba de su caballo y lo miraba completamente serio — A ti ni te importa Artemisa — El susodicho asintió hacía lo que dijo — Así que no entiendo esa necesidad de venir a j***r aún más las cosas.  —    Artemisa no me cae bien y ni lo hará — Se encogió de hombros — Pero de alguno u otra forma fue mi culpa lo que pasó.  —    ¡Claro que fue tu culpa! — Alzó su voz furioso — ¡Tú fuiste el idiota que comenzó a pelearse con Argo!  —    Y es por ello que te daré a Zeus para que vayas a hablar con Hera — Se bajó de su caballo y lo agarró de las riendas para pasárselo — A mí no me va a creer, pero a ti sí - Su hermano frunció el ceño.  —     ¿Me estás mintiendo verdad? — Ares negó mientras agarraba a Perseo — No entiendo qué es lo que vas a ganar con esto.  —    No voy a ganar nada y no pienso ganar nada, así que no te preocupes — Se subió al caballo de su hermano — Si necesitas me ayuda, no dudes en marcarme, estaré al pendiente de mi celular.  —    Ares... — Su hermano lo interrumpió. —    Si sigues hablando conmigo, no vas a llegar con Artemisa — Le recordó — Y antes de que me vaya… — Su semblante cambió a uno completamente serio — No quiero que le digas a nadie que hice esto — Lo señaló — No pienso ser el cotilleo de la semana.  —    Pero eso sería algo bueno para ti — Entrecerró sus ojos — Te beneficiaría a ti el ayudarle a los Relish, no a mí — Se señaló a él mismo — Nuestro padre estaría muy orgulloso de ti.  Ares se mantuvo en completo silencio mientras procesaba las palabras que su hermano le estaba diciendo. Después de fruncir su ceño más de lo normal, el gemelo decidió no responderle nada y seguir su camino de regreso a su casa.  Apolo se decidió por ignorarlo por completo y seguir su camino hacía la casa de Artemisa y Hera para detener su partida (lo cuál no iba a lograr).  —    ¿No me van a dejar ni despedirme con mis amigos? — Artemisa observó a su padre subirse al carruaje — ¿Literalmente dejarán que me vaya así cómo si nada? — Eros la miró en completo silencio.  —    Adelante — Observó a la persona que lo estaba manejando — Puede empezar nuestro trayecto a la casa — Artemisa se mordió el labio de impotencia para no gritarle — Lo siento mucho Isa, pero tú solita elegiste este camino — La susodicha dejó de mirar a su padre — En unos años más nos agradecerás por lo que estamos haciendo.  —    No lo creo — Murmuró furiosa — Yo no estaré agradecida por la forma en la que me obligan a irme — Regresó su mirada hacía él — Estoy furiosa y siempre lo estaré padre.  Mientras el carruaje salía del fraccionamiento para dar vuelta hacía la carretera, Zeus y Apolo se adentraba a la casa de Artemisa para intentar detener algo que ya no iba a poder.  —    Muchacho — Uno de los trabajadores se acercó a él para poder agarrar su caballo — ¿Qué es lo que está haciendo aquí?  —    Vengo a hablar con Hera sobre algo importante — El susodicho asintió mientras suspiraba de forma triste — ¿Qué es lo que sucede?  —     La señorita Artemisa nos acaba de dejar — Musitó un tanto triste — Su padre acaba de irse con ella — Apolo se detuvo en seco mientras abría sus ojos de par en par.  —    Eso no puede ser — Negó con su cabeza mientras no procesaba la información que estaba recibiendo.  —    Acaba de irse — Señaló el camino que tomó el el carruaje — Pero iré a buscar a su madre para que venga a hablar contigo — Apolo asintió mientras hacía una mueca al saber que no había llegado a tiempo.  —    Lo acompaño para que no tenga que volver a salir — El susodicho asintió ante esa idea y comenzaron a caminar hacía el segundo piso de la casa para encontrarse con la madre de Isa.  Los dos se mantuvieron en un completo silencio mientras subían las escaleras, por lo que ese momento dejó a Apolo pensando en lo que iba a pasar de ahora en adelante con Artemisa.  —    Listo — El susodicho señaló la puerta de Hera — Aquí es donde se encuentra nuestra señora — Apolo asintió mientras se acercaba a la puerta y comenzaba a tocarla.  —    Les dije que no quería que… — Hera abrió sus ojos de par en par al ver a Apolo enfrente de ella —Apolo — Musitó con sorpresa — ¿Qué haces aquí? Mi hija no se encuentra… —     Ya lo sé — Se encogió de hombros — Solo vengo a decirle que lo que hizo estuvo muy mal. Lo que pasó ayer no tuvo nada que ver con lo que salió en el periódico — Musitó enojado — Yo estuve ahí y yo sé que los responsables fuimos mi hermano y yo — Se señaló — No Artemisa.  —     Yo ya no pudo hacer nada con eso Apolo.  —     Lo sé — Se encogió de hombros — Solo quiero que pienses en lo mal que hiciste al dejar que se fuera — Ella no se merecía eso. Tú hija siempre vio por todos nosotros, lo que salía en el periódico era falso — Comenzó a caminar de regreso a las escaleras para irse — Nos vemos Hera… 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD