La mansión que Cristián puso a nombre de su tío Oliver Anderson ardió en llamas durante la noche, Erika se encontraba a salvo y Greta Turner de cuarenta y tres años estaba muerta. Cristián escuchó la noticia junto con la negativa por parte de su hija de tomar el teléfono y lentamente se sentó en la esquina del sillón, a un paso de caer al suelo. Elena notó la tez pálida de su esposo y estaba segura de una cosa, ya fuera en esa vida o en su sueño, jamás lo vio tener esa expresión. – ¿Sabías dónde estaba? La pregunta la hizo fruncir el ceño – ¿qué le pasó a Erika? – Nunca dije su nombre. Elena rodó los ojos – tu capacidad intelectual se reduce cuando se trata de ella, Dorian la llamó, ¡señorita!, a menos que tuvieras otra amante y otra hija escondida, la única a la que pudo referirse e