Estabamos tendidos en el suelo, caímos como de película, torpemente yo encima de él. Aguantandome la risa miré aquellos ojos tan verdes como Esmeraldas, y le pregunté: –¿Estas bien? ¿Te lastimaste? El soltó un risa viéndome preocupada y encima. –Solo me golpee el trasero, no es tan grave. –Bien. –Aproveché y terminé de embadurnarle el cuello con lo que me quedaba en la mano.– Estamos a mano. Me reí y le ofrecí mi mano para ayudarlo a levantarse. –Es que tu no te quedas con una... De verdad. –Dijo levantándose y negando con la cabeza chasqueando la lengua. Luego de este pequeño alboroto, pique un pedazo para darle a Frederick para que se lo llevara. –Me alegra que hayamos arreglado las cosas Bryony. Bueno... –Dijo cuando estábamos en silencio, sentados en el sofá.– ya me debo