1 -La bienvenida-
Después de varias horas en aeropuertos, papeleos, maletas y cosas por sellar, llegué a mi nuevo departamento donde viviré, para estar cerca de la universidad y de crecer como cantante.
Killian, mi mejor amigo desde la infancia, es como mi hermano, nuestras madres nos criaron juntos; el sabe muy bien que una de mis metas era llegar a esta nueva ciudad de aires fríos, para poder tener más posibilidades de una mejor vida y de sueños realizados, y no pasar a la historia del olvido; necesitaba en serio intentarlo, cueste lo que cueste.
Aunque suene exagerado.
–A ver que tienes aquí... ¿Qué es R. I.?
Killian, me estaba ayudando a desempacar y organizar mis cosas en mi pequeña casita, que contaba con una sala de star pequeña, una cosina, un baño, quedaba en el porche bastante campo abierto para sentarse a hablar con amigos y planear una barbacoa. Detrás un pequeño jardín de flores de diversos tipos. La verdad es un poco pequeño, pero sólo viviré yo, por lo que así era perfecto, y el precio era justo. Kill me había ayudado a conseguirlo, ya que él se había mudado antes que yo, debido a que tiene família en esta ciudad y se le había hecho más fácil la mudanza, no como a mi.
Fue un proceso largo, pero ya podré darme un respiro después de tanto ajetreo.
–¡Esa no la toques! –Le quité la caja antes que pudiera abrirla.– Significa: Ropa Interior.
–Diablos... Tus prendas sexys están allí. Aunque conociéndote tus pantys son de Hello Kitty.
Le tiré un pequeño cojín a la cara, mientras me reía porque era cierto. –Cállate, idiota.
–Sabes que es verdad.
–Pero, no tenemos porqué divulgarlo.
Seguimos desempacando, tenía cajas de libros para cantar, libros de cómo cantar con el diafragma, ejercicios de vocalización, tips para cantar mejor, aprende a cantar notas altas, cantando para la vida... Y un montón.
—Con razón se estaban quejando los de la mudanza... La mitad de tus cosas son libros y cuadernos. –Refunfuñaba.
–Ya deja de criticar tu también, ellos estaban obstinados, les estoy pagando... ¡Que molestos!
–Bryony... –me miró irónicamente– le pagaste con un descuento que te hicieron por los ruegos y llantos que les hiciste.
–Como sea. –Resople dejando caer una caja de calcetines y sobretodos.– Ya estoy cansada y tengo hambre.
–¿Qué te parece si organizamos una barbacoa para inaugurar tu llegada y nuevo comienzo? Podría invitar a algunos de mis amigos y así vas conociendo gente nueva y no llegarías tan pérdida a la universidad.
Se levantó y comenzó a escribir en su teléfono.
–Aún ni te he dado respuesta. ¿Que haces?
–Listo, vendrán a las 6.
Me levanté del sofá y lo voltee por el hombro.–¿Estas demente? Estoy cansada, solo quiero dormir.
–Tu relájate, yo me encargaré de todo, baby Bry.
Lo miré acusándolo. –Más te vale... Y no quiero a nadie embriagarse, ¿okay?
–Vale, vale. Ya extrañaba tu carácter... –murmuró.
–No dijiste nada sobre mi "tengo hambre". –Me crucé de brazos.
–Bien, vamos por unas jugosas y apepitosas hamburguesas...
–Ya no me tortures... Vamos, vamos.
Busqué mi sobretodo que había dejado en algún lugar, pero que a causa del desorden de cajas y maletas, había un gran caos que en vez de adelantar creo que nos atrasaria más en organizar todo.
–Diablos... Necesito más ayuda con todo esto.
–Vamos, querida Bry.
Kill encendió su camioneta vieja, una Chevrolet Cheyenne 1990 de color beige... Su padre se la había obsequiado, no era lo que el quería, pero le servía para lo que el quería... Poder ir a la playa cuando quisiera y llevar a sus amigos en la parte trasera.
Aunque a veces tiene que lidiar con ciertas mañitas que posee.
–Si que le duele el alma a tu pobre Beige.
Porque tenía nombre, y era el nombre de su mismo color... Pues mi amigo no es muy normal que digamos.
–Ya es costumbre, se trata de saberla llevar ¿Verdad, Beige? -me hizo seña con la mano para que subiera.
–Ella te grita que la dejes descansar en paz.
–No digas tonterías, ella podría ir hasta Alaska si quisiera.
Hasta que arrancó bien, y nos fuimos.
Las ventanas iban abajo, sintiendo la brisa acariciar nuestra piel.
–Se siente bien oler nuevos aires.
–Ni que lo digas.
Kill le subió más volumen a la radio, iba sonando un clásico de Culture Club "Karma Chamaleon"
Y comenzamos a cantar los dos al mismo tiempo en voz alta.
–Karma, karma, karma, karma, karma chameleon. You come and go, you come and go...
Que agradable estar en una nueva ciudad con tu mejor amigo que comparte y entiende tus locuras. Me aliviaba saber que podía contar con este idiota cada vez que lo necesitaba, el soportaba mis quejas de chica, cuando alguien me gustaba pero era imposible, porque sí me llegaron a gustar algunos chicos pero, uno termino siendo gay y el otro ya tenía novia... Solo los admiraba de lejos, nunca llegue a confesar nada, sino que me desahogaba con Kill. Soporta mi mal genio que es casi diario, mis insultos que era mi modo de expresarme incluso si era un halago. Cuando me peleaba con alguna chica, ya que con mi carácter siempre tenía algún problema con alguna compañera de trabajo o de estudio... y siempre Kill era quién tenía que ayudarme porque me llamaban mucho con la directora del colegio.
El se reía, porque yo era la más rebelde, en cierto aspecto, que el.
–¡Ya llegamos! –Grité emocionada.
Nos bajamos y entramos a una restaurante pequeño, con un estilo hogareño y a la vez como marino.
Habían luces blancas, amarillas y rojas que decoraban en lugar, con piso de madera pulida y taburetes que brillaban.
Habían varias personas comiendo. Y Kill apenas empujó la puerta, saludó a un señor gordo de barba larga y con un rostro pedante. Cosa que le daba ese aspecto mas marítimo al restaurante.
–¿Que onda, viejo Billy?
–Ya llegó la lagartija de Killi, ¡Mery, no le prepares nada!
–Que grosero eres, qué pensara Bry de mí...
El gordo barbudo me miró y me examinó. –¿Eres su novia? Porque no creo que el tenga una verdadera novia, no creo que la llegue a tener... Es muy inmaduro.– Lo decía mientras limpiaba el mostrador.
–Hey, ¡eso dolió! –Se quejó Kill.
–No, es mi estúpido mejor amigo.
–Rayos... ¿Así te expresas de mí? te pareces tanto al barbudo Billy.
–¡Jah!. –Agregué.
–Billy conoce a Bryony, es como mi hermana. –Nos presentó.
–Mucho gusto, señor.
–Mucho gusto, linda. ¿Que van a pedir? Les regalare las bebidas.
–Hamburguesas, doble carne para mi. –Me encargué de recordar.
Billy le gritó a una tal Mery que hiciera dos hamburguesas grandes con doble carne y papas fritas.
El hambre estaba haciendo huelga en mi estómago.
Nos sentamos, y Kill comenzó a hablar con Billy con esa confianza de hermanos, donde podían insultarse sin que alguno de los dos se molestara u ofendiera.
Y no se hizo tan tarde cuando llegó la tal Mery, con nuestras hamburguesas y raciones de papas fritas. Los sirvió en la mesa y luego sirvió dos vasos de vidrios con refresco bien frío con hielo.
–¡Que delicioso se ve! –Añadió Kill.
–Lo que sea, muero de hambre...
Y comencé a comer sin esperar que sirvieran el refresco de Kill.
–Diablos... Realmente tienes hambre. –Me miró como si nunca antes me hubiese mirado comer en mi modo ambrienta.– En serio, cuando tengas un enamorado y quiera comer contigo, tienes que haber comido un poco antes.
–¿Tienes algún problema con eso? –Le clavé una mirada desafiante.
–No, yo no. Tú si.
Tomé salsa de tomate y la derrame en las papas.
–Esto está divino ¡Dios mío!
Hice sonidos de placer por la comida.
–Ya deja de hacer esos sonidos, creerán que tienes problemas.
Kill me echó más refresco.
–No me importa lo que crea la gente.
–Pero a mi si, tengo una reputación que mantener...
Me atraganté cuando lo escuché decir eso. –¿Cual reputación? ¿La de estúpido? Porque esa ya la tienes.
Kill me echó salsa de tomate en la cara.
–¿¡Qué hiciste!? –Exclame en voz bastante alta, tanto que voltearon a mirarnos.
–¡Baja la voz, Dios...! Eres ruidosa.
Le eché salsa de tomate en la cara. Y en eso la señora Mery se acercó.
–Chicos, si no se controlan les quitare la comida.
Lo dijo sonriente y en tono amable, que no parecía un llamado de atención sino más bien un recordatorio.
–Pero... Ya pagamos.
Kill me tomó del brazo. –No te preocupes, Mery. Nos portaremos tan bien que nos darás unos cupcakes de regalo.
El le guiño el ojo. Ella sonrió y se fue.
–Que abusador...
–Ya verás, baby Bry.
Kill siempre me llamaba baby Bry, el fué quien inventó ese apodo tan cursi para mi, me gustó por lo que lo dejé decirme así.
Siempre hemos sido nosotros dos contra el mundo; en la secundaria el tenía sus amiguitos y yo los míos, pero eran temporales, todos sabían que el y yo éramos antes que otros.
Siempre he sido de tener amigos, y no amigas porque nunca encajaba. Las chicas han sido muy maliciosas conmigo, cosa que no entiendo, siempre crean chismes de mi o me envidian, fingen una cara conmigo, pero a mis espaldas son otras. Cosa que me irritaba y ya no soportaba más.
En cambio, con los chicos me llevo mucho mejor, puedo soportar sus inmadureses, sus perversidades y hasta me dan consejos de como comportarme con un chico, debe ser por eso que los conozco tan bien que siempre me doy cuenta de sus intenciones y no quedamos en nada y al final terminamos como amigos solamente.
Terminamos de comer y la señora Mery salió a retirar nuestros platos y vasos.
–Esto estuvo exquisito, señora Mery. Vendré más seguido. –Me levanté del taburete.– Bien... ya nos vamos, tenemos mucho tra...
En eso me interrupieron. –¿Cómo que se van? Falta el postre...
La señora Mery salió con dos cupcakes con cobertura de chocolate. Y no los dió.
–Te lo dije... –Kill todo entusiasmado recalcandolo.
–Que consentido te tienen aquí. –Le dije a Kill, y luego mordisquee el cupcake, que estaba bastante cubierto de chocolate.– Gracias, señora Mery.
La señora Mery fue bastante generosa y amable, y sus rasgos latinos hacían que te sintieras como en casa y en confianza. Sus ojos grandes de color café, tiene un cabello rizado castaño oscuro, y una sonrisa acompañada de hoyuelos. Como de unos 43 años quizá...
Entonces nos despedimos y nos subimos en la Beige. Y no fuimos a casa, sin antes pasar por el Super mercado y haber comprado gaseosas y carne para la barbacoa.
–Los chicos traerán lo que falta.
–De acuerdo. ¿Quienes vendrán? Y cuántos...
–Son poco, como... ¿Qué? ¿Unos 15?
–¿Qué? Estas muerto, Killian.
En camino a casa no dije nada, me molestó el abuso de Killian al invitar a tanta gente a mi departamento que es pequeño y debo cuidar.
Nos llevábamos todas las cajas a mi habitación, y tratamos de organizarlo lo más bonito posible.
Se hicieron las 6:30, y llegaron dos camionetas que se estacionaron al frente.
–Killian MacClain, estas en problemas ¡pequeño bastardo del infierno!
El se reía tan maliciosamente.
Sonó el timbre, y me fui al baño a retocar mi cabello y disimular mi cara de obstinación.
Cuando salí, Kill estaba con dos chicos que voltearon a verme al instante.
–¿Hola?
–Baby Bry, conoce a mis hermanos del alma.
Uno de los chicos más altos, de cabello largo y liso, castaño claro, de tez bastante blanca, y con un estilo de vestir como un chico motorizado, me saludó primero.
–Mucho gusto, soy Frederick, pero puedes llamarme Fred.
Luego el que le seguía era de mi tamaño más o menos, o quizá un poco más bajo por unos centímetros. Cuyo cabello era rizado y tan largo que podía agarrar un moño tipo un samurái, me recordó a uno. –Mucho gusto, soy Tobias.
–Me llamo Bryony.
Disimule mientras los veía de arriba abajo, detallando que tipo de chicos podían ser.
–Kill nos contó que eres como una hermana. –Dijo el de estatura más baja. Cuyo nombre ya había olvidado.
–Así es, este tarado es mi mejor amigo. –Abracé a Kill pasando la palma de mi mano por sus hombros, los cuales estaban tensos porque él creía que aún seguía molesta.
Ellos se rieron, y sacaron los ingredientes para preparar la barbacoa de las bolsas, junto con unas cervezas con hielo.
–¿Solo ustedes vinieron?
Pregunté para salir de dudas.
–¿Qué? ¿Quieres que invite a más?
–Es que, como vi a dos autos estacionarse... Pensé que vendrían más.
–Ah, el otro iba a donde tu vecino.
–Ah, claro, el vecino... –Me quedé avergonzada.
–Bien, y ¿qué vas a estudiar aquí en esta nueva ciudad para ti...? ¿Bry...?
–Bryony. –Le corregi al chico más alto de cabello liso.– Pues, diseño gráfico.
–Y no sólo eso, mi baby aquí, es una gran cantante.
Kill reposo su brazo alrededor de mi cuello. –No exageres.
–¿Ahora te haces la modesta? Oh, no te lo creo.
–Okay, okay. Si amo cantar, y en parte fue por ello que vine hasta acá. Quiero pulirme como cantante y debutar.
–¡Luchando por los sueños! Buena esa... –el chico de cabello rizado me puso un puño en su mano para que lo chocaramos.
Le sonreí, me pareció bastante divertido y alocado.
Mientras que el alto de cabello liso, cuyos ojos verdes eran imposible no alagarlos, daba un aire más de seriedad y mucha masculinidad.
–¡Pongamos música! –Gritó Kill, quien colocó un pop rock en un pequeño equipo portátil.