Frederick... ¿A qué juegas? ¿Te dedicaras a hacerme la vida un revoltijo? Es que... ¿Cómo es que puede ser tan genial un día y el otro tan pedante fácilmente? –Bryony. –Me miró como si nada pasará, ignorando mi molestia, me tomo del brazo y me llevó a la salida nuevamente– Es obvio que le gustas, y que a ti también... Deberías de agradecerme porque gracias a mí le darás celos a él, eso significara que realmente le gustas. Su argumento la verdad me hizo calmar un poco, sin embargo... –¡j***r Frederick! ¿No podías usar otra manera? ¿Tenías que mencionar que el bizcocho se cayó al suelo haciéndose trizas? Es que... ¡Es una vergüenza! –Le repetía haciendo gestos con las manos. Y reteniendome para no tomarlo por el cuello y ahorcarlo. –Calmate ya, mujer. No es para tanto... –Contestó ya d