Capítulo 8

1882 Words
HARDY Mis ojos recorren la pista de baile. Noto la mirada de todas las chicas de la sala sobre mí menos la de una. Cómo no, tenía que ser ella. Es desquiciante e intrigante a partes iguales. Me río en silencio de su expresión tras el intento fallido de entrar a la terraza que Marco y sus amigos han cerrado para fumar sin molestias. —Hardy, hermano. ¿Me estás escuchando? Esto es serio. —No me toques los cojones, André. Sé lo que tengo que hacer con esos gilipollas. —No son trigo limpio. Está preocupado. —Ya lo sé, j***r. Por eso, Isan y tú irán conmigo. No localizo a Iris. Estaba subiendo las escaleras cuando aparté la mirada de ella para hablar con André. ¿Por qué me importa tanto saber dónde está? Qué más da. Voy a encontrarla y a comprobar que está bien, luego podré seguir con mis planes. Una rubia lleva toda la noche frotando su culo contra mí. No me quejo, está muy buena pero me lo pone todo demasiado fácil, no hay emoción. Con ninguna la hay, ni siquiera con aquella chica hace unas noches en la terraza cuando... La terraza, cómo no se me ha ocurrido antes. Dejo a mi amigo hablando solo para llegar a ella lo antes posible. —... monada, ¿quieres? Puto Marco. Después de la paliza que le di el otro día, por actuar a mis espaldas, no ha parado de hacer gilipolleces para encontrarme y lo está consiguiendo. Podría pegarle hasta dejarlo inconsciente, pero paso, eso es lo que está buscando. —No, no quiere, Marco. Aléjate de ella antes de que te parta la cara. Otra vez. No puedo evitar sonreír cuando veo la herida que tiene en el labio. Parece que no necesitaba mi ayuda por aquí. *** He tenido que disculparme por ser un c*****o para que accediera a venir a conmigo. Nunca lo había hecho, no tengo que disculparme por ser yo. No le voy a dar muchas vueltas, simplemente ha sido para no tener que cargar con más mierda en la conciencia, ¿no? El camino se hace interminable, no ha pronunciado una palabra desde que subió al coche. Tenerla al lado y no escuchar sus comentarios sarcásticos o sus bromas es inaguantable. Lo que le dije debe haberle afectado más de lo que pretendía. —Gracias por traerme —dice con la voz cansada. Lo he hecho por mí, no por ti. Soy un puto egoísta de mierda que solo piensa en sí mismo. No te convengo aunque me muero por besarte ahora mismo. Gira sobre sus talones, entra en su casa y un sentimiento desconocido me inunda. ¿Qué coño me está pasando? —¡Penélope! El grito de Iris me pone alerta. Algo va mal. No ha terminado la frase y ya estoy frente a su casa. He intentado ser paciente, pero tras tocar dos veces y no recibir ninguna respuesta, hago lo que debería haber hecho desde un principio. A la mierda. Golpeo la puerta que se abre sin problema. Una ola de recuerdos me coge por sorpresa, no he vuelto aquí desde que hui después de pasar la noche juntos. Iris aparece en las escaleras, tiene el rostro descompuesto, está pálida. Todo mi cuerpo se tensa de inmediato. —¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Penélope está bien? —Sí. No. No sé, ayúdame a buscara, por favor. —La abrazo ligeramente, parece estar a punto de darle un ataque de nervios. No perdemos mucho tiempo en ponernos de acuerdo por dónde mirar. Yo decido encargarme de la planta baja mientras ella vuelve a subir para asegurarse de haber mirado en todos lados. En la cocina, la mitad de la vajilla rota se esparce por el suelo. No puedo evitar preguntarme qué ha pasado aquí. Unos sollozos me hacen volver a la realidad, es ella. —¿Penélope? Atravieso la estancia hasta llegar al cuarto de la colada. Los sollozos se oyen cada vez más alto y el vacío de mi pecho comienza a llenarse poco a poco. Levanto la tapa del cesto de la ropa sucia y allí está, abrazando sus rodillas, temblando, llorando desconsolada. —Hola pequeña, soy yo, Hardy. —Abre los ojos poco a poco y cuando me ve se lanza a mi cuello. El pánico que veo en sus ojos que coge desprevenido. —Zeus. Tarda poco en dejar de temblar, pero sigue sin separarse de mi. Está asustada, muy asustada. Lo que me recuerda cómo estaba Iris cuando irrumpí en su casa hace unos minutos. Necesito averiguar qué ha pasado. —¡Iris! —grito. Oigo sus pasos bajando a toda velocidad. Al vernos las lágrimas se acumulan en sus ojos mas no las deja correr hasta que llega a nuestro lado. Puedo ver cómo la tensión de su cuerpo desaparece cuando ve a su hermana de una sola pieza. No solo la ha examinado a fondo, sino que le ha preguntado si le ha hecho algo, lo que me lleva a pesar que sabe exactamente lo que ha pasado. No sé qué ha sido exactamente lo sucedido, pero cuando me entere, quien haya hecho esto, lo va a pagar muy caro. —No tienes por qué quedarte. —Quiero hacerlo. —La tranquilizo apoyando mi mano en su mejilla. —Entonces, ¿te tumbas con nosotras? Pensaba que después de lo c*****o que he sido en el Pub estaría más distante. Cada día me sorprende más, rompe mis esquemas. En lugar de mandarme a la mierda, me invita a dormir con ella. Tras lo ocurrido la última vez no pensé que volvería a pedírmelo... tan rápido. Asiento. Vemos Brave, asumo que es la película favorita de Pe porque se sabe hasta los diálogos. Nos tumbamos haciendo la cucharita. Es patético, esto solo lo hacen los idiotas enamorados, aunque he de admitir que me gusta. Iris rodea con sus brazos a su hermana, mientras mis brazos las rodean a las dos. No pensaba hacerlo, simplemente surgió así. Cuando pienso que ya están dormidas su voz me saca de mis pensamientos. —Gracias... por todo. Sus palabras son un susurro. No estoy seguro de que sepa que estoy despierto. —No podría decir esto contigo despierto, pero tengo que decírtelo. No sé qué habría hecho esta noche sin ti. No quiero que desaparezcas... Me sorprende escuchar estas palabras. Quiero que sepa que no pararé hasta saber qué ha pasado y quién ha sido. Quiero decirle que mataré a quien las haya hecho sentir así. Quiero que entienda que no dejaré que nada les pase. Quiero responderle, pero no puedo, estoy demasiado jodido. Así que, me voy en mitad de la noche, dejándola sola, de nuevo. *** —¿Tengo que ponerme tetas para que me escuches o qué, tío? —j***r André, no creo que pueda borrar esa imagen de mi mente. No sé de qué coño estamos hablando, dejé de prestar atención hace rato. —Vamos a ir a la fiesta de hoy, nos vemos a las cinco en el cruce —explica al ver mi cara. —Yo había quedado con Jen. Quiere presentarme a sus amigos. —No me jodas, Isan. ¿Te gusta de verdad? —pregunto. —Sí, así que no voy a j***r lo que sea que tengamos ahora —responde con una sonrisa de oreja a oreja— Es ella. Sé que es ella. —Bueno, hermano, no me voy a quejar, más tías para nosotros. —Me guiña el ojo el moreno—. Ahora en serio, me alegro de que todo vaya bien. Nuestro pequeño crece. Limpia una lágrima inexistente. Hace años que somos amigos. Isan y yo crecimos juntos, nuestras madres eran uña y carne desde el colegio, fueron juntas a la universidad y hasta se casaron en una ceremonia doble... Hay cosas que nunca entenderé, pero eso es un tema aparte. Tiempo después todo se fue a la mierda. Su madre y mi padre se liaron y nuestras familias se rompieron, pero nuestra amistad quedó reforzada por el odio que sentíamos hacia ellos. André apareció un año después. Nos conocimos en nuestro primer año de Derecho en la universidad. Al principio, André me caía como el puto culo. Todo el mundo sabe que nadie me habla a no ser que yo quiera hacerlo o seas Isan, pero a él se la sudaba bastante —como a Iris— y se pasaba el día tocándome los cojones. Unas semanas después, fue mi adversario en una de las peleas del Pub, obviamente gané, pero fue uno de los mejores contra los que he peleado, ahí se ganó mi respeto. Desde entonces, los tres somos inseparables. —¿A qué amigos dices que te va a presentar? —Yo que sé. Si me los va a presentar es que no los conozco, cómo quieres que lo sepa, pero Iris no va. —¿Y eso por qué debería importarme? —Porque has preguntado, imbécil —interrumpe André. —No me busques... —advierto— Nos vemos después, capullos. Estoy saliendo de la cafetería cuando la veo. Llevo días sin saber de ella. Le he enviado mensajes para saber cómo iba todo, su respuesta fue: «Todo bien, gracias por preguntar y por la ayuda». No entiendo por qué, pero el mensaje me afectó más de lo que debería. De alguna forma siento que ese adiós ha sido más que una simple despedida. Merezco que no quiera saber nada de mí, que no me quiera hablar e incluso que me odie. Joder, y tanto que me lo merezco. Me acerco a ella, necesito escuchar su voz. Tardo unos segundos en procesar la imagen de la chica que tengo delante. Tiene unas ojeras muy marcadas que destacan en su tez de porcelana y sus ojos no tienen vida, es como si se hubiera apagado su luz. Se nota que lleva días sin descansar bien. De pronto una oleada de culpabilidad me golpea. —Ve... —Iris. —¿Alguien está de mal humor? —respondo riéndome. No quiero que las cosas se tensen. —Estoy cansada, nada más. Me tengo que ir, no tengo tiempo para tus jueguecitos, Hard. Hard. Escuchar eso me pone de buen humor, es la única que me llama así. Comienza a caminar pero la agarro de la muñeca y tiro de ella hacia mi. —No estoy jugando. Solo quiero saber si estás bien, no tienes buen aspecto. —¿Que no tengo buen aspecto? Gracias, Señor Obviedad —alza la voz—. Es que he estado muy ocupada encargándome de mi hermana, de la casa, de las clases, preparando los exámenes, buscando trabajo y a mi madre. Así que, perdona si no tengo buen aspecto. —Levanta las manos en señal de disculpa. Me duele escuchar estas palabras. ¿Buscando a su madre? ¿Trabajo? ¿Encargándose de Penélope? Se ha enfrentado a eso sola y yo no tenía ni idea. He sido un egoísta. Debería haber ido a su casa a comprobar si todo iba bien. Mientras ella pasaba por eso, yo pasaba por la cama de toda la que me interesaba para intentar sacarla de mi cabeza. Mi cuerpo se tensa. Soy gilipollas. —Adiós.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD