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Leila Llevaba horas practicando, usaba mis poderes y mi fuerza, estaba agotada. Mi abuelo me había traído a un bosque en otro país; era audaz buscando los lugares para entrenar y no ser descubiertos. Desde que llegamos, me había hecho analizar cada espacio que me rodeaba, percibir cada animal cerca y lejos, creaba condiciones peligrosas para poder usar la fuerza y verificar mis puntos débiles. Después de tres horas estaba corriendo en medio del bosque rodeada de oscuridad, animales, silencio como si escapara de alguien cuando mi cuerpo ya me estaba pasando factura, empecé a sentirme débil, sin energía, mareada y el aire estaba mucho más frío que antes. Me detuve a respirar un poco de aire, escuche algunos pasos cerca y levante mi mirada hacia un costado. — ¿Abuelo? De pronto vi una