Leila Sentía el frío del agua por todo mi cuerpo mientras era golpeado por miles de piedras cuando trataba de nadar a la superficie, me dolía los pulmones tratando de respirar aun cuando el agua invadía cada uno de ellos, mis ojos se cerraban hasta que deje de sentir y en lo único que pensaba en ese momento era en... mi. Sí, estaba bien. Si estaba en la orilla y no en el fondo del río, me daba miedo que sufriera; de repente desperté viendo mucha luz, tanta luz que me cegaba y luego una sombra negra, tan negra como la noche. Odia la oscuridad, le tenía miedo a lo que ahí podría ver. Mi abuela decía que en la oscuridad estaban las almas perdidas esperando cruzar el umbral, no entendía a qué se refería, aun así, me sentía atraído por esa sombra, mis pies se empezaron a mover solo dirigiéndos