Estoy furioso, irritado, cansado, humillado, traicionado, ofendido, y todo por culpa de ella, de esta insolente, lagarto. —¿Mía?—Volteé —. Yo no te he hecho nada y me vuelves a decir lagarto y te lanzo al vacío. —Te has metido en mi mente ¡Deja de hacer eso! Estoy seguro de que no he hablado en voz alta, ¿cómo?, está invadiendo mis pensamientos. ¡Insolente! —No te estoy leyendo el pensamiento, te escucho hablar como loro que no quiere parar, repitiendo lo mismo. —¡Lo volviste a hacer! Estás en mi mente. —¡No me grites! —frunce el ceño muy gracioso, considerando lo que estoy diciéndole. —Deja de leer mi mente. —No sabía que lo estaba haciendo, deja de gritarme ya; y también deja de dar vueltas como león enjaulado, que me mareas. —¡Deja de ordenarme! —Mira Bad boy, me vuelves a alz