Leila Me dolían las piernas y el corazón se me quería salir del pecho. Mis manos sudaban, mis lágrimas amenazaban con salir, todo a mi alrededor estaba frío, oscuro y sucio. Volteé de repente buscando una salida, no había nada, una calle cerrada, paredes sucias con astillas, barras y por el otro basurero. — No quiero morir en un callejón. Escuché un silbato, y ahí estaba ese hombre una vez más acercándose a mí con un cuchillo y riéndose. — Te has quedado sin salida, pequeña —. No le daré el poder, no tendré miedo. — ¿Quién eres? ¿Qué quieres? —Mientras se acercaba, retrocedía buscando una salida o alguien que me ayudara. — Te metiste en problemas y yo los estoy solucionando. — No sé de qué hablas. — No importa. Hoy será tu último día en este mundo y mi nuevo juguete. Tomé un