NO ME CASARÉ CONTIGO

1800 Words
ASHTON —Hijo lo he arreglado todo, te vas a casar solo con esta chica, hoy puedes conocerla— Su padre dijo con una declaración finalizada. —Si ella no coincide con mis estándares, ¿entonces qué? No quiero que todo el mundo se ría de mi elección de esposa ¡He rechazado propuestas de las mejores modelos de NYC papá! —Te lo decía, no te lo preguntaba hijo. ¡Veo a mi hija en ella y la harás tu esposa, pase lo que pase! Suspiré y salí furioso de la habitación. Y si ella es impresionantemente hermosa, bueno, entonces pensaré en mi decisión. Unas horas más tarde Estaba sentado en el comedor de uno de los mejores restaurantes de aquí y ya habían pasado 20 minutos de la hora de la reunión. Eso sí que es ser puntual y valorar el tiempo de los demás. Odio a esa gente y ya podía sentir el odio ardiente que empezaba en mi corazón hacia ella. Elle Harrison es su nombre y he conocido a su padre antes. Era un buen tipo y espero que haya educado bien a su tercer hija. Estaba a punto de levantarme y marcharme cuando vi unos pasos que se acercaban a toda prisa por detrás. Antes de que pudiera girarme para ver, oí una voz áspera y llena de desesperación. —¡¡Lamento tanto haberte hecho esperar!! Sus pasos se detuvieron y sus palabras se perdieron en cuanto sus ojos se posaron en mí. —¡¡¡Tú!!!— Gritó, exagerando y llamando una atención no deseada. Haciendo que la gente se girara y nos mirara. ¡Genial! Tiene que ser este patito feo Cualquier chica podría haber sido mejor que ella. Suspiré y volví a mirarla para ver si había algo simpático en ella. Siguió diciendo tonterías mientras la escudriñaba de arriba abajo. Pelo castaño apagado que ni siquiera estaba completamente liso y tenía nudos. Ni siquiera se había peinado hoy, pensé. Ojos marrón oscuro con pestañas pequeñas. Su nariz tampoco tenía una forma perfecta... yo prefería las afiladas, mientras que la suya era un poco más ancha. Luego, sus labios se movían sin parar, parloteando sobre algo. Sin duda eran atractivos. Tenían el tamaño perfecto y el brillo adecuado. De color rosa natural, eran una excepción a sus otros rasgos. Mi mirada fue más allá para contemplar su figura, si es que alguien puede llamarla así. Era solo hueso y carne. Sin curvas. Pero sus piernas eran lo suficientemente largas como para ser consideradas atractivas. En total era normal... no era alguien a quien quisieras mirar dos veces. Y no hay que olvidar sus modales casi inexistentes y su falta de etiqueta. Apuesto a que es tan tonta como la pintan. —¡Le he hecho una pregunta, señor! ¡He dicho que no me casaré con usted! ¡Compréndalo! Ya tengo un novio. Me estaba poniendo de los nervios: su voz me estaba agravando y detestaba este caos innecesario a primera hora de la mañana. La agarré del brazo con fuerza y tiré de ella hacia una habitación del hotel. —¡Idiota! ¿Cómo te atreves a tocarme? Arrogante. Antes de que pudiera terminar la empujé a la cama de la habitación y cerré la puerta. No había dicho ni una palabra hasta ahora y esta maníaca había dicho miles. Era hora de darle una lección. Me acerqué a ella y la levanté de la cama. Un nuevo miedo apareció en sus ojos, pero su asquerosa boca se negó a mostrarlo. —¡Puede tener chicas cayendo a sus pies para casarse con usted, pero yo me niego rotundamente, señor Ashton Lander! A continuación, no pude escuchar más sus tonterías y puse mi mano sobre sus labios. Sus ojos se abrieron de par en par y, antes de que pudiera mover las manos, agarré sus pequeñas muñecas con una mano y tiré de ella hacia mi pecho. Se oía su voz apagada, pero me negué a soltarla. Todo su cuerpo empezó a agitarse en mi agarre, para que yo la apretara aún más. La hice avanzar y nos coloqué frente a un espejo de pared. Cuando se vio envuelta por mí en el espejo, su agitación aumentó. Sentí que las lágrimas mojaban mis manos, pero me negué a soltarla antes de dejar clara mi postura. Me incliné hacia su oreja, respiré hondo y pude sentir un escalofrío recorriéndole la espalda. —Mírate en el espejo, Elle. Atrapé su mirada en el espejo mientras miraba entre ella y yo. —¿Crees que puedes competir incluso con la peor modelo que he visto? Sus ojos marrones se abrieron de par en par mientras su cuerpo se paralizaba al escuchar mis palabras. —Por no hablar del nivel de mi mujer... Me aparté de ella y se quedó inmóvil a punto de derrumbarse. Sus ojos se desviaron hacia abajo como si ya supiera que lo que yo decía era cierto. Me puse delante de ella y me crucé de brazos, instándola a que me mirara a los ojos y dijera lo que había dicho antes. Pero ahora estaba demasiado callada. Y supe que era una pista para que yo hablara. La niña tonta es todo oídos. —Si mi padre no me hubiera amenazado por mi linaje, ni siquiera hubiera escatimado una mirada a una chica como tú. Ahora escucha claro, Elle porque odio repetirme, odio a las chicas tontas como tú, pero no tengo elección... si tienes elección decide sabiamente. Ella miró hacia abajo jugueteando con sus dedos —Yo... también... no tengo elección. Yo creía en ser práctico, si los dos no teníamos salida tendríamos que nadar juntos. —Así que está decidido, nos vemos en el altar, pasado mañana. Estaba listo para irme cuando sentí unas manos frías aferrándose a mi bíceps. —Tengo un novio y lo amo, nunca podré amarte. Sabía que estaba mintiendo, se estaba inventando excusas para que yo pudiera rechazar su mano. Qué infantil puede ser, ¿no me escuchó cuando le dije que no tenía elección? Así que decidí jugar su juego —Amor no es lo que quiero en este matrimonio, puedes amar a quien quieras, lo único que quiero es obediencia... ¿Puedes dármela? Ella guardó silencio negándose a contestar. Le levanté la barbilla con mi dedo y esto hizo que sus ojos húmedos se posaran en los míos furiosos. —Te he hecho una pregunta Elle ¿¡Serás obediente!? Ella asintió —¡Palabras Elle... necesito una respuesta verbal! —Si, Ashton. —Es el Sr. Lander para ti Elle. —Si, Sr. Lander. Ella aprenderá pronto pensé y puse mi mano en su cabeza. —Buena chica— Esas fueron las últimas palabras que pronuncié antes de salir de la habitación. * TERCERA PERSONA Ella era un desastre llorando en el suelo de la habitación del hotel. Las lágrimas que había dejado de llorar antes ahora fluían como una cascada. Ella tenía un plan antes de venir aquí. Su padre le había dejado claro que tenía suerte de que Henry Lander pidiera su mano para su hijo. Y quería que impresionara a Ashton a toda costa. Su madre incluso llegó al extremo de enseñarle a ser seductora para impresionarlo. Pero ella lo odiaba. Quería rechazarlo a primera vista y, si no era ella, quería que él la rechazara a primera vista. Así que se inventó de antemano una historia sobre lo mucho que quiere a su actual novio. Pero todos los planes se fueron al traste cuando lo vio. Era el mismo desconocido que conoció en el bar hace unos días. La persona cuyo silencio lo dice todo y cuya aura transmite miedo. El primer hombre cuya sola presencia hace que se vuelva gelatina por dentro. No había duda de que se sentía atraída por él como por todas las mujeres. Pero eso no le impidió ponerse como una fiera con él. Él parecía desinteresado en sus conversaciones y, en cambio, ella lo encontró mirándola de arriba a abajo. Sus ojos se detuvieron un poco más en sus labios y ella lo encontró extremadamente intimidante. Lo siguiente que supo fue que la habían metido en un dormitorio y en menos de un minuto estaba mirándose al espejo. Pensó que tenía razón. Ella no era rival para él en muchos aspectos y podía apostar que sus putas eran mucho más hermosas. ¿Pero no lo sabía ya? Pensó en lo mejor que habría sido que el señor Henry Lander hubiera pedido la mano de Rose en lugar de la suya. Él y ella habrían parecido una pareja perfecta. Mientras miraba su cara en el espejo se olvidó de que existía. Sus ojos se clavaron en los de ella mientras su aliento le hacía cosquillas en los lóbulos de las orejas. Sintió que la recorría una oleada de placer que la dejó hecha un manojo de escalofríos y no cabía duda de que él se había dado cuenta. Sabía que se había visto forzado a ello o, de lo contrario, ¿quién en su sano juicio la elegiría a ella? Pero cuando él le echó en cara todas las razones y le dijo que la odiaba, ella no pudo volver a mirarle a los ojos. Se avergonzaba de ser una Harrison, una vergüenza para el nombre de mi familia. Le encantaba su honestidad y su actitud directa. Era un hombre de pocas palabras, pero las palabras que pronunciaba no eran más que francamente prácticas. Ella jugó su última carta de inventar una historia de novio falso, pero de nuevo le salió el tiro por la culata. Su futuro marido acaba de pedirle que se acueste a sus espaldas con ese novio imaginario. ¿Qué clase de matrimonio era este? Lo que exigía era obediencia cuando más difícil era ceder. No es que ella no lo intentara. Intentó ser educada antes, pero entonces este mundo solo la daba por supuesta. Pero a pesar de ello, no puede negar el hecho de que él la controlaba como nadie más era capaz de hacerlo. La frialdad de sus ojos y la rudeza de sus labios la callaban. Y ella odiaba esto. Su futuro estaba destinado con él y ella lloraba por ello. Toda su vida fue menospreciada por sus padres y ahora su propio marido va a recordarle su fealdad todos los días. Sabía que él nunca se enamoraría de una chica fea como ella, pero su corazón ya ha empezado a latir más rápido en su presencia. Decían que era fea, pero el espejo nunca mentía. Ella creyó sus palabras como si fueran suyas y entonces lo supo. Era fea, no le extraña que todos lo supieran. Ella era Elle Harrison, una desgracia de la que todos querían deshacerse muy pronto.
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