AUTOR. —¿Sola? —, inquirió detallándole el cuerpo mientras se deshacía de la chaqueta. La mujer tenía lo suyo, aquel cuerpo era como el de una diosa, cada detalle estaba muy bien puesto. No sabría si habían pasado algunos bisturí, pero de que lo tenía lindo, lo tenía lindo. Sin despegar la mirada de ella llevó la copa a su boca. —Si, sola—, dijo mientras se sentaba y agarraba el cóctel. Olivia observó los labios de Milo, los cuales se habían humedecido con la bebida. Debía reconocer que la mocosa tenía buen gusto, que aquel hombre era muy atractivo, incluso tenía buenos músculos, unos grandes brazos que la podían elevar como si fuera una hoja. Observándole se le hizo agua la boca y otras partes de su cuerpo. Pero también notaba que no era mejor que su príncipe, a su niño nadie le ganab