Pasado, parte dos.

1825 Words
—¿Te vas? —, pregunto al verla levantarse, sube su short, agarra su blusa y me mira. —¿Qué creías? ¿Qué me quedaría a dormir contigo? —, sonríe —Recuerda que, si pasó esto es porque quiero mi libertad para estar con el amor de mi vida—, aprieto mis dientes y deseó pararme para volver a tomarla, pero no, no haré eso, dejaré que sola me busque —No te confundas Ignacio. Si me acosté contigo fue porque me vi obligada hacerlo, no porque exista una atracción. Aquí—, señala entre sus pechos —Jamás podrás ingresar porque hay otro hombre, y se llama Milo—, dicho eso se va. Una vez que la puerta se cierra coloco las manos debajo de la cabeza y sonrío. “Amanecerá y veremos Ana Paula”. Soltando un suspiro cierro los ojos y me pierdo en el recuerdo «—Mancini, estás atrapado—, seguí sus pasos como perro Beagle, lo encontré en la cima de una quebrada, el hijo de perra prefirió lanzarse antes que caer en mis manos. —Brown, no te daré el placer de matarme, no te lo daré. No eres tan inteligente para encontrarme por tus propios medios, si hoy estás frente a mi, es porque la perra esa me vendió, pero si sobrevivo, si logro sobrevivir, tú y esa puta pagarán. —No sobrevivirás, juro que no te dejaré vivo. Hoy será el día de tu muerte, así cobraré las vidas que te has llevado por delante maldito infeliz—, Mancini soltó una carcajada y se lanzó por aquella quebrada, ese infeliz tenía el valor para tirarse de tan alto y creer que todo iba a salir bien. —Tenia paracaídas señor. Él escapará. —No lo hará—, me preparé para lanzarme. Fui tras de él, no podía dejar que esa escoria humana escapara, tenía que matarlo ahora, si no lo hacía, la vida de esos niños estaba en peligro, y no podría cumplir con la promesa que le hice a Paulette. El lugar era muy estrecho, al parecer el paracaídas de Mancini estaba colgado de algunas ramas, él ya no estaba, se había lanzado, y creo que la altura le debió romper algunos huesos a lo que cayó. Eso me dio ventaja para alcanzarlo, no estaba muy lejos, se arrastraba como una rata moribunda, caminé detrás de él, cuando estaba muy cerca me disparó, me cubrí detrás de las grandes rocas para que no me hiriera, cuando las balas se le acabaron me acerqué, y con mi pie lo detuve posándolo sobre una de sus piernas —Ya no tienes escapatoria, estás en mis manos, tú fin ha llegado—, apunté su cabeza, él reía como un maniático. —Crees que con matarme se acabará—, le solté la pierna, ya mis hombres le habían revisado por si tenía alguna otra arma —Él no descansará hasta verte muerto— ¿Él? ¿Cuál él? ¿De quién me estaba hablando? —¿De quién hablas? —Vas a matarme Brown, ¡hazlo ahora! —, iba torturarlo, acabarlo lentamente como se lo merecía. —Si te mataré, pero no será tan fácil—, me incliné y le agarré del cabello y desde ahí lo sostuve —No te mataré con un disparo en la cabeza, eso sería una muerte fácil para ti, y tú te mereces la peor de las muertes, y seré yo quien te la de Mancini—, con la cacha del arma lo golpee dejándolo inconsciente. Junto a mis hombres lo saqué de ahí, un helicóptero esperaba por nosotros, subimos en él y nos refundimos en la selva, llegando al lugar donde tenía todo preparado para acabar con Mancini, lo colgamos de las manos. Cuando despertó me paré delante de él —Me vas a decir ahora mismo a que te referías cuando decías que con tu muerte no acabará. —No te lo diré, no conocerás el nombre de la persona que quiere verte destruido. —Veremos si no lo dices—, bastó mi señal para que los muchachos empezaran a torturarlo —Suficiente—, dije, me acerqué y le agarré el rostro —La carga eléctrica no le sacará nada a este hijo de puta—. Saqué la navaja y la puse en su cuello, la rodé por su pecho que estaba morado por las descargas, lo detuve ahí y mirándole a los ojos pedí —¿Nombre? —, no dijo nada, por ello rodé la navaja y tracé un corte desde la división del pecho hasta el ombligo —Sobre esa línea pasaré la navaja cada vez que te pregunte por su nombre y no lo digas. Así será hasta que abra tu maldito pecho y arranque tu corazón con mis propias manos—, respiraba con agitación, podía sentir el temor en su mirada, pero también la valentía que se cargaba. Fue una y otra vez que pasé la navaja por la línea que había trazado, estaba apunto de abrirlo cuando susurró. —Ai… Airto Smith—, ese hijo de perra —Va asesinar a tu familia, va a destruirte y apoderarse del cartel. Ya no son un bando, son dos—, Kemal tosió, la sangre que salía de su pecho era en gran cantidad. La muerte le estaba llegando, ya podía ver la palidez de su piel. Iba a morir, y era eso lo que yo quería, que muriera porque solo muerto Eduany Mancini tendría paz—. Ya había conseguido el nombre de la persona que quería acabarme, ya no perdería más tiempo ahí, debía salir de ese país lo más pronto posible. Con un movimiento de cabeza les indiqué a mis hombres para que terminaran a Kemal —Espera—, dijo débil. Me detuve y me acerqué a él, le agarré del cabello y le levanté la cabeza. —¿Me hablas? —, asintió. —Salva a mi hija. Solo es una niña—, sonreí. —¿Me estás encargando a tu hija? ¿Acaso tengo la cara de niñera? —Si cuidas de ella te daré la información que necesitas para llegar a él y cuál son sus planes. —Ya me los dijiste. Va a matar a mi familia, y mientras más tiempo pierda aquí más peligro corren ellos. —Si, pero me había encargado a mí de ese trabajo. Si lograba encontrar a tu familia y me quedaba con la fortuna de mi padre, ocuparía tu lugar. —¿O sea que ya me habían buscado remplazo? —, volvió a toser —Infeliz. ¿Dónde está esa información? —Primero promete que cuidarás de Ana Paula. Una vez que obtengas los archivos, Airto irá por ella. —¡¡Increíble!! Kemal Mancini tiene corazón. —Es mi sangre, yo la concebí. Es mi única semilla. —Quizás deba morir ahora que es indefensa, pueda que si crece sea un peligro para los Mancini. —Ella no sabe de la existencia de mi hermano, su única familia es su madre, y yo. Era importante para mí obtener esa información, porque así sabía a qué me atenía. Ya conocía al enemigo, había hablado y realizado varios trabajos con él. Se suponía que debíamos ser mano derecha uno del otro, yo quedé en frente y él, al ser el hijo de Alfonso Smith sería mi mano derecha. Pero no nos pudimos comprender cuando decidí acabar con el tráfico de mujeres y niño, ese trabajo me repugnaba. Destruí esa organización, yo mismo envié a los líderes a prisión. Y desde entonces Airto y yo nunca pudimos entendernos. —Dime una cosa ¿Fue ese miserable que te envió asesinar a mi tía Aurora? —Kemal asintió. —Vengó la muerte de su padre con la muerte de tu tía. Aún está tras los pasos de tu tío Liam, y no descansará hasta acabar con él. —Quiero toda la información que tengas— le sostengo la cabeza porque está a punto de irse, sus ojos ya se están revirando —Escúchame—, le palmo la mejilla —Si me dices dónde están los archivos no solo cuidaré a tu hija hasta que sea mayor de edad, si no que la convertiré en mi esposa y la dueña de todo el cartel, tu hija podrá gozar de lo que tú no pudiste. —¿Lo prometes? —Te doy mi palabra que así será». La llamada entrante me saca del recuerdo —¿Qué pasó? —, pregunto mientras camino al baño. —Hay un problema. Su prima está detenida. —¡Mierda! Evita a toda costa que le tomen las huellas, que no de nombres ni nada. Jandry, que no de su nombre hasta que yo llegue. —Esta bien señor—, cierro la llamada y me visto de prisa, preparo el arma y la guardo en el lugar de siempre, bajo a toda prisa y de la misma forma salgo. —A la comisaría central—, tres autos me siguen. Dentro de unos minutos llego, sigilosamente me acerco a Jandry, nos paramos de lado y dice. —Logré que la liberaran, en un momento la sacarán, es mejor que espere en el coche, su rostro puede quedar gravado en las cámaras—, aunque estoy bien camuflado hago lo que me piden. Me adentro al coche y espero que salga Alina, una vez que ingresa al coche golpeo el vidrio para que encienda el auto. —¿Dónde señor? —A un hotel—, Alina sonríe. —¿Vamos a un hotel? ¿Por qué coño no me llevas a tu casa? —¡Eres una irresponsable! Cómo fuiste a meterte en problemas. —Soy joven, quiero divertirme como cualquier mujer a mi edad. —Los Brown no podemos divertirnos más allá de nuestra zona, eso lo sabes. Ali, debes comportarte, ya madura. —¿Cuándo volviste? Todos están preocupados por ti. Debía buscar la forma de saber de ti, creíamos que algo te había pasado. ¡Maldición, Ignacio! No llamas no dices nada. Llevas casi dos años sin ir a casa. —Hiciste todo esto para llegar a mí. —Si, era la única forma de verte. —Eres una estúpida, cómo fue que pusiste tu vida en peligro. ¿Sabes lo que hubiera pasado si tomaban tus huellas? ¿Tan solo pensaste lo que te pasaría si llegaban a descubrir quien eras en verdad? ¡No! ¡No tienes ni puta idea! Pero yo te voy a decir lo que estaría pasando en este momento. Ellos, los que nos siguen te tendrían en sus manos, ahora mismo estarías siendo torturada. No vuelvas hacer esto Alina, promete que no volverás a cometer esta locura. —Si vuelves a desaparecer, lo vuelvo hacer. —¡Carajo, que terca!
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