Era entendible que Andrew tomaría mis palabras como una espada de doble filo y las usaría en mi contra si en algún momento llegaba a necesitar su ayuda. Solo esperaba que ese momento nunca llegara, o tendría que arrastrarme y lamerle las botas para conseguir algo que quisiera. Y quizá fue eso lo que derrumbó todo lo que tenía: no hacer lo que él demandaba cuando lo demandaba. Desobedecí una orden y sufrí por ello. —Quiero que te quede algo claro, Steven —emitió—. O es conmigo, o en mi contra. Eso debió asustarme, pero con peores personas había tratado en los últimos años, como para sentirme amenazado por un hombre que dependía en su totalidad del dinero de su padre y las acciones que su madre le había dejado en vida. Si por Andrew hubiese sido, nada del imperio de su padre existiría, por