Los dos primeros días que mamá estuvo fuera de la ciudad, los pasé encerrada en la academia ensayando para el musical. La fecha estaba sobre nosotros, y nos quedaba menos de una semana para preparar toda una obra de teatro bailable. Teníamos participación desde las niñas, hasta varias profesoras de otras academias adyacentes. Sería el mejor musical en la historia de la academia, ambientado en cuentos de hadas. Mis pies dolían cuando llegaba al pent-house a altas horas de la noche, muriéndome de sueño y hambre. Esos dos días fueron terribles, hasta que la profesora nos indicó que teníamos un día para descansar. Aproveché que el manager de Keith, —o al menos la persona que se encargaba de conseguirle los eventos—, le dio tiempo libre, para que viajáramos en auto hasta la playa, antes que la