B

2636 Words
Bonito: “A veces me siento la poesía de tu media noche, aquella nota que te toca el corazón en esa parte donde tú sentir me pertenece. ¡Así es! Soy ese nombre que te niegas a querer olvidar aun cuando el tiempo nos a hecho alejarnos demasiado”. —…la verdad si me enamoré de un chico qué tal vez no me supo corresponder como yo esperaba. ¡Me jodi yo solo! Llegue a pensar qué tal vez podríamos quedar juntos. ¡Pero no fue así! La vida no siempre nos dará los mismos colores que nosotros tenemos en el interior. Así fue como las cosas se dieron en mí: un beso, tacto suave y fresco que me hicieron creer que esto era normal aunque el mundo tuviera ideales diferentes. ¿Cuáles eran mis ideales? —¿Cuando dejaremos de sentirnos como pasajeros? —le pregunte al reflejo de mi espejo. Un chico de estatura promedio, delgado, piel de colores tostados y claros como si fuese una combinación de chocolate blanco y amargo. Ojeras en los párpados, una sonrisa amplia que ocultaba muchos secretos, un hoyuelo justo en el lunar cercano a los labios y todas esas ganas de querer seguir adelante. ¡Intenté disfrazarme de optimismo! —¿De verdad sientes eso por mi? ¿Que podía responderle? Estábamos en quinto grado y las vacaciones de invierno estaban por llegar a nosotros. Esa semana nuestras conversaciones se volvieron inmortales gracias a los pequeños trozos de papel que arrancábamos de nuestros cuadernos y en esos escribíamos nuestros mensajes. Orlando: ¿De verdad te esta gustando esta clase? El profesor Manuel estaba explicando un tema sobre ciencias naturales. Ciencias era una de mis materias preferidas pero, estar hablando con él a través de papelitos era más importante en ese momento. ¡Me gustaba mucho pensar que él podría quererme de forma inocente! ¿Lo hizo? ¿De verdad llego a quererme? ¿Me querría de forma inocente? ¡El tiempo respondió mis dudas! Estaba desnudo, recién terminaba de acostarme en mi cama y la piel al natural se frotaba con la tela de mis sabanas tibias cada vez que me giraba para intentar encontrar comodidad. ¡Una noche más con esta soledad emocional! Mi ser de papel se desahogaba con tinta y cuadernos que un día llegaste a leer. ¿Que escribía? ¿A qué hora me desahogaba escribiendo? ¿Por que necesitaba desahogarme? —¿Me vas a extrañar? —mi pregunta hizo que sus cejas se enarcaran de forma curiosa. —¿Tú me vas a extrañar? —contraatacó con otra pregunta todavía más intensa. Quise mirarle por algunos segundos, mi corazón latía a una intensidad qué tal vez él nunca llegó a escuchar: mis latidos eran esa canción que quería dedicarle a ese amor que me hizo suspirar como huracán. —La verdad si te voy a extrañar. Yo… —Me tengo que ir. Mi mamá me esta buscando. Y no me dejaste poder decirte lo que realmente sentía por ti. ¡No me dejaste confesarme! —Pero… Esa vez fue la última ocasión que nos vimos. Nos estábamos graduando de la escuela primaria y él ya no estaría más por aquí. Se iría al extranjero a intentar cumplir con los sueños de su madre y yo me quedaría como el chico bobo que estaba perdidamente enamorado de alguien como Orlando. —¡Cuídate mucho mi pequeño! —dijiste y me sobaste el pelo como un gesto de despedida muy dulce. El aroma de tu perfume es algo que no he podido olvidar hasta el día de hoy y me siento sumamente feliz de poder decir que tú fuiste aquella parte bonita que hace estremecer a mi corazón cada vez que pienso en ti. —¡Te quiero! —dije para mi mismo. El sonido del barullo a mi alrededor era más intenso que ese deseo de poder confesarme ante un chico como Orlando. El tiempo pasó volando y mis recuerdos sobre ti son alas que no me permiten volar a nuevos corazones. ¿Nuevos corazones? ¡Pues si! La neta es que estoy bien colgado por ti, he llegado a pensar en la posibilidad de empezar a superarte pero… —¡Bienvenidos a las escuela secundaria! La vida sigue y depende de nosotros el superar lo que ya fue. ¡En mi caso me costo una eternidad poder librarme de aquellos rastros que dejaste en mí! —¡Hola a todos! Mi nombre es… —comencé a presentarme ante mis nuevos compañeros. Estoy acostado en mi cama, todo esta oscuro en mi habitación y los audífonos suenan a todo volumen con SALES cantando Thurs 6-25. ¿Que pienso ahora mismo? Te he estado hablando de amor, de enamoramiento y de cómo es que mi vida cambio a causa de un beso y de todos esos pensamientos que le pertenecieron a Orlando. ¿Que beso? Aquella vez que la vida me tomó con mucha fuerza e impregno sus labios contra los míos a mi corta edad de seis años, el fuego me consumió, la calentura de un momento ardiente me hizo creer que esto era bueno para mí. ¿Lo fue? ¡Hay días en los que pienso en lo bonito que sería morir! Dejar que este cuerpo arda entre polvo y ceniza, que esté cerebro deje de funcionar para poder descansar al fin. ¿Está bien este pensamiento tan insensato? Puede parecer tonto e inmaduro, pero es la verdad y la verdad es que siempre cuesta admitir como es que uno se siente en realidad. ¿Quien es Orlando? —¡Que patético! Tú no has sufrido lo suficiente para andar pidiéndole a la vida que te deje ir. ¡No sabes nada! —dijo uno de mis tíos. ¿Y tú sabes mucho? La vida es algo bien complejo, una composición de muchos elementos que aún no logramos entender y lo más probable es que nunca podremos descifrar aquello que nos hace sentir como humanos. ¿Y que es eso que no se entiende con facilidad? ¡Los sentimientos! Eso es lo que a veces no se llega a comprender y por eso el mundo esta cómo está. ¿Como te sientes ahora mismo? ¡Exacto! No todos en este momento estamos sintiendo lo mismo. ¿Ves el conflicto? En la escuela primaria yo solía ser el juguete, el placer y las burlas de casi todos mis compañeros de clase. ¿Acoso? ¿Dolor? ¿Llanto? ¿Burlas? ¿Maltrato? ¿Sexo? Ojalá la inocencia de los niños fuese respetada por esta sociedad que ahora ya no se preocupa por enseñar valores a las nuevas generaciones. ¿Donde quedó el respeto? ¿A donde se fue la empatía? ¿Qué pasó con el pudor que solía identificar a una generación libre de..? —Deberíamos hacerlo como él maestro nos explicó el otro día en la clase de ciencias. Mi compañero estaba invadiendo mi espacio personal, era la hora del receso y no había nadie en el salón. —¿Que cosa? —¡Ya sabes! Yo puedo ser el hombre y tú la mujer. —¡Pero yo no..! Sentí mi espalda doler, él me había azotado contra la pared y su mano era demasiado fuerte a causa de su edad tan diferente a la mía. —¡Anda! Vamos a hacer el amor. ¡Te va a gustar! ¿Era lógico pensar que un chico de trece años como él pensará en querer acostarse con su compañero de once años? ¿Le habría pasado algo en casa para que quisiera hacerle algo perverso al niño que fui en aquella edad? ¿Yo podía entenderlo? Él se llamaba Luis. Un chico mayor que yo que solía acosarme como varios de mis compañeros de clase. ¡Así es! El besito que me robaron en primer año repercutió durante el resto de la primaria, la mayoría de los chamacos solían ser muy crueles conmigo. Cuando terminaba la clase de educación física muchos solían rodearme para acariciar y manosear mis piernas. ¿Te lo puedes creer? ¿Que se supone que tiene que hacer un niño a esa edad? ¿Por que existieron esa clase de pensamientos en cuerpos de infantes-adolescentes-inmaduros? Parecía como si todos ellos buscaran comprensión con mi cuerpo, ¿y quien me comprendía a mí? —¡No quiero! Yo no quiero que tú… —¡Lo vas a hacer! Si no lo haces conmigo entonces… —¿Está todo bien aquí? —preguntó Orlando. Mi respiración se había agitado demasiado, tenía miedo y no pude evitar correr a su lado cuando Luis me dejó ir. —Todo bien. Solo, estaba ayudando a nuestro Kiwi con algo que le entró al ojo. ¿Verdad Kiwi? Kiwi era mi apodo en la primaria y solo tuve el valor de asentir. ¡No quería que Orlando se metiera en problemas por mi culpa. ¿Qué pasó entonces? ¿Que pasó con esos sentimientos? ¿Que fue de nosotros ahora que hemos crecido? Me he sentido muerto, la razón… la razón no importa porque no me gusta dar explicaciones de lo que siento. Puedo decir que lloraba en silencio, que maldecía en secreto y me lastimaba en lo más oscuro. Si, este chico también llego a tomar el hábito de autolesionarse y creo que lo seguiría haciendo si alguna vez me es necesario. ¿Estoy mal de la cabeza? ¡Lo más seguro que si! Todos tenemos un toque de locura y antes de que me juzgues no leas solo el texto, lee el texto a través de los sentimientos. Se que tu también has querido morir, lo veo en tu piel, en tus pecas y en tus ojos. Tu también has querido morir y no por eso ya estas demente. ¡Ojalá el mundo fuera más abierto a entender nuestro dolor! ¡Ojalá el mundo fuera más abierto a entender cómo nos sentimos! —¿Estas bien? —la forma en que me miraba me hizo sonreír tranquilo. —Sí. No me pasó nada. —¿Seguro? Me mordí los labios. —Si, de verdad. Se que Orlando sabía la realidad de mi sentir. ¿Por qué nunca me dijo nada? ¿Por qué se quedó callado? ¿Donde quedó el amor que algún día imaginé que podría tener? ¿A donde se fue todo ese sentir tan bonito que me hacía creer en la bondad de aquella época? ¡Me he enamorado! Sí, todos alguna vez lo hacemos. He sentido la dicha en el corazón, tengo una hermosa familia y amigos en los que siempre podré confiar. Me duele no haber confiado a tiempo, me duele haber cometido tantos errores y lamento haber creído que no merecía la vida. Todos merecemos vivir porque por eso estamos en el mundo, para intentar averiguar un poco de lo compleja que puede llegar a ser la felicidad; pero se que los sentimientos negativos y las malas y acciones de quienes nos rodean, afectan nuestro ser. Las acciones de nuestro alrededor siempre afectan nuestro interior. Se que no es bueno concentrarse en lo que hacen los demás. Quizá te hayan roto el corazón o sientas que nadie te mira o que nadie se acuerda de ti. La verdad es que si hay alguien, solo basta con que mires el cielo azul y te inunde la tranquilidad de un día soleado para saber que no moriremos por algo tan superficial, por algo tan egoísta, por algo tan común que es la vida de esta sociedad que nos quiere ver sufrir. ¿Quieres llorar? Abrace mi almohada con mucha fuerza y coraje. ¿Quieres hablar con alguien?Ni siquiera fui capaz de hablar sobre mis problemas con mis padres, ellos no supieron que yo los necesitaba apoyándome en aquel tiempo. ¿Quieres jugar?Jugaron conmigo de una forma tan simple y dura que hasta el día de hoy todavía me duele recordar. ¿Quieres callar? Solo no calles demasiado, me obligue a ser fuerte, que debía aguantar toda esa mierda y me jodi de forma completa. Siempre habrá alguien que quiera compartir tus malos momentos, alguien que llore junto a ti y alguien que te escuché cuando más lo necesitas. Solo es cuestión de no darse por vencido y no pensar en la muerte. Cuando piensas en la muerte piensas en ti mismo y así te olvidas de los demás, de todas esas personas que te quieren y de lo bello que puede ser intentar querer ser feliz. ¿Por que no pensar en todo y en eso que a ti te gusta para que te des cuenta de que la vida es increíble? Un día pensé en quitarme la vida, hoy mi pasado sigue cobrando su presencia en mi vida. Lo que sea que nos toque y aunque no sea lo mejor, será aquello que nos hará ser fuertes. —¿Cuantos años tienes? —Once. Toda la clase me miraba de forma muy extraña. —¡Eres demasiado pequeño para estar en primero de secundaria! ¿Te saltaste un año? —No. De pronto me siento con muchísima euforia en mi interior. Tengo la audífonos sonando a todo volumen y quiero decir que todo va bien pero la neta es que no. Hay algo en mi que no logro entender y quisiera poder decir que todo mejorará pero la neta esta cañón. Mi respiración es fatal, Depresión Sonora esta tocando a todo volumen y me transporta a un lugar donde nada importa. ¿Que es lo que quiero? Me quiero morir, he hecho tantas cosas malas y en todo eso se me ha ido pasando la vida. ¡Yo mismo me he estado quemando a todo pulmón con las cosas que se suponen deben ser demasiado fáciles! ¡No son fáciles! La vida no es tan fácil. Enamórate nos morimos igual. Resulta un caos el no poder definir con exactitud cómo es que me siento en este preciso instante. Me gustaría poder decir que todo saldrá bien, que la vida es bien chida y que soy feliz. ¡La neta si soy feliz pero me esta costando un montón de trabajo! Hay días en los que me pongo a pensar, los recuerdos me hacen querer florecer en sensaciones pasadas y el recuerdo que tengo de ti me hace desear rendirme. ¡Pasada la vida que me hizo creer que no podía seguir con vida! ¿Irónico no crees? Pudiera parecer que estoy demasiado loco, desquiciado a tope e inmaduro con mucha intensidad. —Me temo que solo eres un juguete. ¿Que creías? ¿Que aparte del sexo tú y yo podríamos andar de novios? El tono de su voz me hizo sentir un cuchillo en mi corazón, la punta me abrió de golpe y sentí que mi ser moría en todo sentido. ¿Por que estaba siendo demasiado cruel conmigo? Yo mismo me había ilusionado pensando que podría haber muchas posibilidades de terminar juntos. ¡Me equivoque! Las personas no siempre serán cordiales en la misma cantidad que nuestra cordialidad marca la diferencia. —Yo solo… —Eres lindo y todo, la neta lo haces rico y me dejas con ganas de más. Pero tú y yo no podemos permitimos tener algo más. ¡Solo somos pasajeros! ¿Se supone que así debe sentirse el estar con alguien que no te hace sentir como simple pasajero? Porque resulta que este cabrón me hizo pensar y sentir a toda desnudez que mi cuerpo era más que un simple objeto; creí que era especial. ¿Acaso no lo soy? Y entonces hay días en los que se me olvida que quería morir. ¿Confusión? ¿Locura? ¿Amor? Bonito el corazón que comienza a latir sin pronunciar tu nombre.
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