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4720 Words
Pídeme que te olvide: Resulta doloroso escuchar un estomago lleno de expresiones. Bien, no me refiero a eso. Realmente no (flatulencias cero), más quiero explicarte que las expresiones son emociones y tú, tú me has oído hablar de ello. Así como los ladrillos se unen para formar un muro, así mis emociones se juntan para formar mi estomago y seguro que explotaran en mi interior. Quiero arrullar todo antes de que me consuma en la miseria, necesito guardar todo en mi secreto ser para enterrarlo junto conmigo. Pero entonces, aparece un sonido que más bien es un latido, un suspiro, que resulta ser mi corazón. ¡Lo detesto, maldito corazón! Imagino sentir que no valgo nada, que nada soy pues a la nada voy. Estas emociones son tan crueles conmigo. ¡Las odio! Comienzan a beber de mi, se embriagan junto con mi estomago y empiezan a jugar las desdichadas, ¿y luego? luego están las decisiones, la vida esta llena de ellas. ¡También son unas borrachas! ¿Y donde entra por fin el corazón? El corazón esta bien dormido cuando no se habla de amor. ¡Hablemos de amor entonces! No. No lo creo, estas lineas no le pertenecen al amor, hoy no quiero sentir nada por ti. Mejor, también duerme, o sino, participa de la borrachera. "Cuando somos jóvenes no encontramos estabilidad emocional, y ya, con el tiempo, seguro que el lo arreglara un poco". —¿No te aburre estar encerrado en tu habitación? —preguntó él con curiosidad. ¿Qué se suponía que debía contestarle? No es que me gustara estar solo en mi habitación, era simple la sensación que podía experimentar mientras nadie me acompañaba, pensaba que la soledad abrazaba mejor que mil compañías y bueno, no es que Aldo no contara como amigo para mi porque yo sabía que él era y es un gran sostén para alguien como yo. —¿Quieres hacerme compañía en mi habitación? —le pregunte—. Si piensas que es aburrido, entonces agradezco el que hayas venido hasta aquí a saludarme. Puedes irte. Es increíble la sensación de ser acogido por el cálido afecto de una persona. Lamento escribir que, hasta ese momento, ningún afecto me había envuelto en calidez, pues nadie, salvo el único Emilio que era parte de mi vida intentaba ser aquella braza que me animaba a seguir con vida. ¡Él conoció mi historia entera y fue el único que se atrevió a ayudarme! Ese día no estaba para mí. —Me gustaría descubrir el "porque" de tu soledad —y la respuesta de Aldo me sorprendió en lo absoluto. Las partes de mi alma eran simples, un poco confusas, pero siempre sinceras. Recuerdo que a los doce años me propuse que quería ser sincero con todos, bueno, eso siempre ha sido mi lema y siento que por ello estoy en una situación complicada; porque no he sido capaz de lograr mi objetivo. Aldo caminaba por mi habitación mirando con detenimiento cada fotografía de mi pared. —Me parece que tienes talento para la fotografía —dijo él. Coldplay sonaba de fondo mientras le mostraba mi blog, los libros parecieron sorprenderle pues dijo que yo era el primer chico que conocía al cual le gustara leer tanto. Se recostó en mi cama después de comer, se quedó dormido y entonces aproveche para usarlo como modelo. Tome un par de fotos con mi cámara instantánea, era como si aquellos sueños que él experimentaba en ese instante, hubiesen quedado desnudos ante la imaginación de cualquier persona que pudiera mirar las fotografías de Aldo. —¿Por qué Irwin es un chico reservado? —su pregunta me hizo pensar un instante. Mis pensamientos se trasportaron hasta mi infancia, cuando intentaba dormir por las noches y el sonido de la puerta abriéndose a media noche era la canción de terror más cruel que podía haber escuchado a esa edad. Entonces recordé por qué Irwin era así. —Porque le teme a la vida y las personas. —¿Por qué les tendría miedo a las personas y sobre todo a la vida? Todas las noches el sueño me era arrebatado por los sonidos que mi habitación expulsaba, por más que intentaba gritar para pedir ayuda, las sensaciones que latían a mil por minuto me impedían luchar contra aquellos sucesos que me marcaron de por vida. —Porque la mayoría de las personas no miden cuanto pueden lastimarnos. Y así era esto. Todo el tiempo nos hacemos heridas que solo se convertirán en cicatrices de recuerdos malos que nos harán desdichada la vida. Admito que la culpa de sentirme así, era a que yo mismo me negaba a salir de aquel hoyo en el cual yo mismo había decidido estancarme. Y fue justo en ese momento, cuando el timbre sonó. Baje a toda velocidad para abrir la puerta y al girar la puerta un mar intenso de recuerdos me ahogo por completo. El tío Tom estaba justo en frente de mi con una sonrisa estúpida y una mirada fría. —¿Cómo has estado sobrino querido? —preguntó él. —¿Que está haciendo aquí? —pregunte a su pregunta. —Pues veras, vine a visitar a tu familia un tiempo, ¿acaso no te da gusto verme? —y sus palabras abrazaron mi rencor. —Realmente, no imagine que volvería a verlo y mucho menos ahora que ha pasado mucho tiempo. —Pues ya ves. Quise sorprenderlos y mira, aquí estoy —el tío Tom puso su mano sobre mi hombro y comenzó a menear su pulgar sobre la tela de mi playera. Aquellos momentos tan lastimeros volvieron a mí. La realidad intentaba confundirme con el pasado. —¿Todo bien Irwin? —la pregunta de Emilio me trajo de vuelta. Emilio se acercó a mí y se le quedo viendo al tío Tom con cierto aire de desconfianza. —¿Qué hace usted aquí? —pregunto Emilio con un semblante firme. El tío Tom se le quedo mirando un instante con una sonrisa cínica. —Lo mismo te pregunto. ¿Acaso esta es tu casa? Emilio apretó el puño con toda la fuerza que su cuerpo poseía. —Tranquilo Emilio. Dice que mis padres ya saben sobre su visita. Tom entró a la casa. Llevaba una maleta oscura consigo, vestía un traje n***o con una camisa blanca y una corbata roja como la sangre. —Gracias por dejarme entrar. Iré a la habitación de huéspedes. Al subir a mi habitación no dude en cerrar la puerta con seguro. Di un par de vueltas por todo mi mundo y terminé tumbándome en la cama con un poco de desesperación. —¿Quieres que me quede contigo? —pregunto Emilio con preocupación. Subí el volumen a la música y Emilio termino tumbándose en la cama también. —¿Por qué crees que este aquí? —le pregunte con curiosidad. Emilio pensó un instante. —No tengo ni la menor idea. No confió en él. Emilio se quedo a dormir esa noche en mi habitación. Al día siguiente, al ir a la escuela encontré una nota en mi mesa de trabajo. "Si no puedes dormir, deja que las estrellas velen por ti" —Encontré esto en mi pupitre —le dije a Emilio. —¿Otra nota? Esa tarde después de clase me la pase en casa de Emilio. Hicimos la tarea, le ayude un poco con historia y al final termine revisando mi Tumblr en mi laptop. —¿De quién crees que haya sido la letra de quien te escribió esto? El color de la nota era gris y la tinta de cada letra era de color azul. —Creo que ha de ser de alguien cuya poesía es necesario compartir. —No te intriga saber de quién es? —Emilio frunció ambas cejas. —La verdad es que no. Me intrigaría si cada día encontrara más notas como esta. Volvimos a casa, esta vez pase la tarde a solas y mis pensamientos se encontraban intranquilos a causa de la presencia del tío Tom. —Hola Irwin! Pasa, pasa. ¿Cómo amaneciste? —la madre de Emilio era como el sueño de madre que nunca podre tener—. Emilio está en su habitación. Subí las escaleras y parecía que cada paso que daba era un simple hoyo que yo mismo cavaba para más tarde poder enterrar mi desdicha en él. Entre a la habitación de Emilio y lo encontré saliendo del sanitario. —Irwin, ¿Todo bien? —parecía que le sorprendía verme allí. —Quiero ir a la fiesta en casa de Karen —conteste con cierta seguridad. Emilio parecía un poco sorprendido por mi respuesta. Llevo su codo hasta su boca y comenzó a toser. —¿Todo va bien contigo? —preguntó curioso. —Tú me conoces perfectamente, tú contéstate tu pregunta. Emilio asintió, sonrió un poco y se vistió. Su mamá preparo arroz con pollo y comimos antes de ir a casa de Karen. Esta vez no describiré como fue llegar a la fiesta porque quiero que ustedes mismos se lo imaginen y si gustan, pueden añadirle más cosas a la escena. —¿Quieres ir allá con los chicos del equipo? —me preguntó. Asentí, nos acercamos hasta la mesa donde estaban ellos y su mirada parecía ser de sorpresa por vernos ahí frente a ellos. —¿Quieren una cerveza? —la voz de Aldo apareció detrás de nosotros. Emilio se giró a mirarme y entonces se apresuró a abrir la boca para negar que no beberíamos en aquella fiesta. —Si. Si queremos —respondí con serenidad. Emilio se sorprendió y me dio un golpe con su codo. Aldo nos pasó dos cervezas, él llevaba una mejilla con un moretón y sus manos tenían rastros de sangre. —¡Gracias! —dije. El sonido de la música comenzaba a hacerse presente entre toda la multitud de jóvenes alocados. —Lamento haberte golpeado la cara, creo que no medí mi temperamento —Aldo se estaba disculpando con Emilio. Entonces describiré que fue lo que paso después de aquella disculpa. El ambiente que tiene una fiesta de adolescentes es sumamente pesado. Mi alma estaba llena de muchas cosas, me sentía en una revolución de emociones y lamentablemente no pude salir con vida de ella. Los bombardeos a mi cerebro eran muy dolorosos, mi corazón latía, pero no se sentía satisfecho. Todos me decían que bebiera, que continuara dando tragos de cerveza y al final termine perdiendo el control de mi batalla. Me levanté de mi asiento, comí muchos panques con droga y la confusión se volvió mucho peor después de descubrir que estaba ebriamente redrogado. Fui al sanitario un montón de veces, Emilio me tomaba de las muñecas para que dejara de beber, pero mi imprudencia pudo más que cualquier otra cosa, estaba realmente molesto con mis padres. —¿Quieres jugar con nosotros? —la voz de una chica apareció de repente en mi cabeza. Asentí. Vi como giraba una botella de cerveza vacía sobre el suelo. ¿Verdad o reto? —Verdad —respondí. Me hicieron una pregunta que no recuerdo hasta el día de hoy. Todos comenzaron a reír por lo que imagino fue mi respuesta. Giraron la botella muchas veces. Decían muchas cosas, había besos, ropa interior y muchas tonterías que solo las burbujas de cerveza me hacen olvidar. —¿Verdad o reto? —pregunto la chica. —Reto —respondí con voz mareada. Me pasaron una botella de cerveza. Admito que sabía muy bien, que las burbujas resbalan dentro de mí y que a mi alma aquella sensación tan fresca me parecía ser muy excitante. Me hicieron caminar por la sala, me vendaron los ojos e inhale polvo que me hizo sentir que podía volar lejos de aquel lugar. —¡Tu reto completo consiste en disfrutar! —exclamo un chico. ¿Que se suponía que debía disfrutar? Me llevaron a la planta de arriba, escuche que abrieron una puerta y la excitación de mi alma pareció frenarse de repente. —No tengas miedo. Goza. Vive. Destruye —y entonces la puerta se cerró. El sonido de la música se podía escuchar, comencé a caminar con lentitud, paso a paso hasta que sentí que alguien me tomo de las manos. —¿Quién eres? —pregunte curioso, pero no hubo respuesta—. ¿Quién eres? Mi corazón comenzó a latir rápidamente y la intriga comenzaba a desesperarme. —No tengas miedo, solo disfruta —susurro a mi oído y aquello provoco un escalofrió en mi espalda. Sus manos comenzaron a subir por mis brazos hasta llegar a mis hombros. —¡Te amo Irwin! ¡Te amo! —susurro con lentitud. —¡Basta! —le ordene—. No digas tonterías, ni siquiera sé quién eres o cómo te llamas. Yo no puedo aceptar escuchar que digas esas cosas si ni tu nombre reconozco. —¿Quieres saber mi nombre? —preguntó y me llamo la curiosidad que todo lo que decía eran simples susurros que solamente yo podía escuchar. Asentí. —Está bien, pero antes, contéstame una pregunta. ¿Cuándo fue tu primer beso? Y aun con la oscuridad de mis ojos, la respuesta a esa pregunta era fácil para la droga que había consumido. —Nunca he besado. Aun no pasa. Extrañamente era como si el alcohol me hiciera sentir muchas cosas en ese momento, porque recuerdo que mis pensamientos se aceleraron cuando sentí su respiración chocar con mi rostro. —Ni se te ocurra intentar besar... —dije y sus labios estaban ya sobre los míos. Sus manos me apretaron a su cuerpo, intente negarme pero era imposible, los mareos me habían robado todas las fuerzas que tenía. —Te amo Irwin y quiero que en esta ocasión solo te centres en gozar, vivir y destruir. El polvo blanco volvió a entrar en mi cuerpo tan fácilmente, la cabeza me giraba aún más. Su boca se hizo presente nuevamente y aunque me negaba a continuar con aquella barbaridad, termine cediendo a los caprichos de mi alma. Dicen que cuando te drogas el universo al que viajas te hace feliz; realmente el universo al que fui aquella noche era algo que nunca imagine. Todo parecía ser tan real, tan frágil y a la vez tan fugaz. Sentía que me quemaba, que explotaba en muchas cosas, la revolución estaba en su pleno apogeo. La venda de mis ojos hizo que mis pensamientos se volvieran simples fragmentos que lastimarían a mi alma todos los días de mi vida. Cuando pude ver sus ojos, supe que su alma buscaba consuelo, que el viaje era para ambos y que ambos podíamos sentir las estrellas en la tierra. Era como si cada lunar brillara y alumbrara los defectos de cada uno de nosotros, los humanos poseemos estrellas en el cuerpo que brillan solamente cuando el alma viaja por galaxias inimaginables. —¿Por qué dices que me amas? —pregunté. —Te amo porque siento que contigo mi corazón está completo. Y fue ahí, justo en ese instante cuando atravesé las nubes y la frescura de muchas cosas vino a mi mente. ¿Y si no quiero esto? El corazón me latía a mucha velocidad, nuestras manos encajaban perfectamente en ese instante y el sonido de la música era nuestra motivación para no soltarnos en el viaje. Ahí, dentro de mi secreto lograste capturar lo más escondido que tenía mi alma, sacudiste mi ser de una manera tan única y especial que el fuego que sentía se apagó con la marea que expulsabas por adentro de mi alma. Uno. Dos. Tres. Tu boca se unió a la mía en un baile que el deseo solo entiende, consumiste mis ganas de querer vivir con cada caricia que usaste. Te abracé, te apreté, necesitaba lo que tu necesitabas, era demasiado lo que tu respiraste sobre mi cuello y te fundiste en mi cubriéndome de muchas sensaciones. ¿Cómo debía ser el amor? Sé que en ese momento tu piel se nutrió de mí, descubrí también que el placer del sexo es simple y vacío cuando no es por amor. ¿Vacío? Sé que es decepcionante y triste, pero esa fue la realidad. Escribí todo eso porque dije que no daría detalles de lo que ocurrió realmente ese día, solamente escribí resumidamente lo que es probable que su imaginación les trajera a la mente porque les pedí que imaginaran lo que quisieran sobre aquel día. ¿Triste, no creen? ¿Qué creen que haya pasado entonces? Al comienzo de este escrito dije que mi intención era hacerles saber muchas cosas que me convierten en un escritor crudo, bien, una de esas cosas es la que estoy a punto de revelarles. Efectivamente termine ebrio y drogado. Emilio intento muchas veces detenerme de continuar bebiendo, pero me negué a hacerle caso. Al llegar a mi casa al domingo siguiente, las ganas de vivir se me fueron de repente. No había nadie en casa, subí a mi habitación con el rostro escurriendo en lágrimas y terminé llenando un frasco de muchos recuerdos. Me tumbé en mi cama y sin querer me puse a llorar sin pensarlo dos veces. ¿Conoces el sentimiento de tener el alma rota? ¿Alguna vez has sentido que todo es una simple basura? Es como si el fuego de un incendio consumiera con mucha violencia todo el bosque que alguna vez, con tanto tiempo, era algo sin duda bello. La tranquilidad me fue arrebatada nuevamente y admito que la culpa en parte fue mía. ¿Por qué será que las personas son confundidas como simples objetos que se pueden desechar tan fácilmente? Las personas son tan tontas al creer que el universo se construyó por simple casualidad. Toda maravilla debió de estar infundida por esfuerzo y poder de quien lleva gusto de crear cosas bellas. Aquella noche, la noche en que paso aquello de lo cual nunca me olvidare, descubrí que mi alma y mi pensar no eran libres del todo. Me hallaba ante una revolución y parecía que no iba a lograr salir con vida de aquella batalla en la cual yo era el campo de batalla. Los recuerdos del pasado se encargaron de confundir y mezclar todo en una confusión terrible que me consumía lentamente con mucha violencia. —¿Por qué no juegas conmigo a los exploradores? —aún recuerdo aquel momento en que la vida me cambio por completo. —¿Todo bien? —el rostro del tío Tom me miraba con muchas emociones repentinas. —¿Le parece que estoy bien? —respondí con molestia. —Me parece que te acaba de ocurrir algo que te está robando la felicidad. Él llevaba unos vaqueros grises y una camisa negra que le hacían verse de una manera tan distinta al pasado. —Pues no piense cosas antes de tiempo. La verdad es que ya nada de esta casa me importa como para que siga fingiendo que soy feliz en este tormento. Comencé a caminar y justo ahí, al pasar al lado del tío Tom, sentí su mano apretar mi muñeca de una manera fastidiosa. —Pues yo puedo pensar por ti lo que yo quiera, me preocupa que desde que llegue te has mostrado indiferente para conmigo. —¿Y que esperaba? —alce la voz y su mirada estaba retando a la poca dignidad que me quedaba—. Quería que lo recibiera con aplausos y fiesta, quería que le recibiéramos con alcohol y droga, ¿acaso quería que lo recibiéramos con ingenuidad y confianza? Le arrebate mi brazo y él pareció sorprenderse. Sin esperar ningún comentario suyo, me apresure a subir a mi habitación, pero al llegar a mi mundo la pena y la fugacidad de la vida se hicieron presentes por parte de la realidad. No logre cerrar la puerta y esto hizo que hubiera consecuencias tristes para mí. ¿Has visto cuando el agua es invadida por aceite? Es imposible que el aceite se mezcle con el agua, aunque intentes agitar y revolver, siempre terminan separándose de una manera tan cortante y finalmente acaban incomodándose mutuamente. El tacto ajeno apareció de una forma repentina y destructiva, mis ojos parecían platos que caían al suelo y se fragmentaban con las caricias del suelo. La oscuridad apareció de pronto a causa de la venda que apretaba mi cabeza, el polvo que inhale sin querer viajo rápidamente dentro de mi cuerpo y sus manos comenzaron a invadir ser. En ese momento fuimos agua y aceite que se unirían por un corto tiempo. —¡Quiero hacerte sonreír! —susurro a mi oído. Intente hacer que mis fuerzas no tambalearan ante la droga. Sacudí mi cabeza un poco, el enojo desapareció y la fugacidad me hizo apagar mi juicio. ¿Puedes sentirte cerca del cielo, mas allá de las estrellas y galaxias que iluminan tus noches cada día, cuando lo último que sientes es el tacto de sus labios sobre los tuyos? Aunque intentaba alejar su cuerpo del mío, por más que sollozara e implorara ayuda, sabía que nadie me escucharía. ¿Qué podía hacer yo cuando las nubes grises se tornaron en relámpagos adentro de mi cuerpo? Las sensaciones múltiples que hacían combinación con su cuerpo no fallaron en hacer estremecer cada parte de mí, sus manos eran suaves, fuertes y frágiles a la vez, sacudí mi cabeza un poco y sentía aquella unión como el comienzo del infinito. Su boca se resbalaba con detenimiento sobre mi cuello y a pesar de los mareos que causaba el polvo blanco, el sonido de mi voz era un simple silencio para la realidad confusa que acaba de volver a mí. ¿Alguna vez has tocado la mano de alguien para sentir su afecto? Mi mente sabía que aquellas sensaciones de placer lastimarían mi vida una vez que el efecto de la droga se pasara, que la suciedad me consumiría por millonésima vez y que fue así como todo lo que un día había ocurrido en mi pasado que ahora se estaba repitiendo a mis dieciséis años de edad. —¿Por qué te gusta hacerme esto? —le pregunte. Sentí su respiración debajo de mi oído, su cuerpo se movía como los meteoros cuando su materia comienza a ser consumida por la atmósfera del planeta al que quieren ingresar. —Me haces sentir con vida —respondió. Era curioso que alguien que pudiera dar vida a algún otro ser muriera en la transferencia de su energía vital que producía su corazón. Mi corazón latía fragmentos de alcohol y droga. Cuando la oscuridad al fin desapareció de mí no pude evitar mirarme en el espejo. Frente a mi estaba un chico que llevaba el semblante sin expresión alguna, tenía los hombros caídos y había manchas de color rojo sobre sus caderas. Estaba desnudo ante mí, con la fragilidad de estar ahí parado mientras su cuerpo lloraba sangre y esperaba con anhelo el abrazo de la compasión que nunca había experimentado. De pronto todo eso cambio, el chico se convirtió en muchas grietas que caían al suelo y se fragmentaban con mucha violencia. Sentí mis manos arder y la sangre caliente que emanaba de mi cuerpo comenzaba a caer al suelo. Tome los libros de mi biblioteca y los tire todos al suelo, tumbe mis muebles, mis fotografías, las botellas de vidrio que colgaban en mi pared y todo lo que era mi mundo lo termine volcando con mucho odio. Odio. Odio. Mi corazón tenia odio de todo y a todos no les importaba lo que acababa de ocurrir en mi habitación. Me puse un pantalón y una playera, la sangre no dejaba de salir de mi piel. Abrí la puerta, bajé las escaleras y salí de mi casa a toda velocidad. Recuerdo que ya era de noche. Las lámparas alumbraban la calle, había algunos vehículos transitando el pavimento y el sonido de un corazón latiendo a mil por hora se podía escuchar dentro de mí. Termine cayendo a media calle, cerca del parque que quedaba cerca de donde vivía. El llanto no tardó en aparecer y los pensamientos que acababan de invadirme me recordaban la desdicha en la que vivía. ¿Por qué lastimar a las personas que se supone que amas? ¿Por existe el amor que es producto de simples mentiras? ¿Por qué se ha vuelto el sexo el placer de todo el mundo? El sonido chirriante de los neumáticos del auto de Emilio me hizo mirarle. —¡Irwin! —exclamo al instante en que se dio dé cuenta de que mi desdicha era abrazada por la frialdad del concreto—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué tienes? Y la preocupación de Emilio era lo único que tal vez me hacían no rendirme. Sus ojos estaban clavados en mi llanto y sus manos no dudaron en sujetar mis heridas. —¿Te volvió a hacer daño ese bastardo? —preguntó con molestia. Y entonces le abrace. Un abrazo simple y necesario. Hundí mi cabeza en su hombro y él puso sus manos sobre mi espalda. —Siempre eres tú el que enmienda el daño que otros causaron. —Irwin. ¿Por qué la sangre? Y era él quien siempre estaba ahí para mí. —Me lastime. Me hice daño esta vez. Me duele todo Emilio. Me duele vivir así y de esta forma. Vivir sin cariño. Sentir que nadie me quiere en mi casa y que solo soy necesario para satisfacer deseos egoístas. No puedo seguir así. Me duele ver a mi padre acostándose con mujeres que gritan su nombre por dinero. Mi madre no se ni dónde rayos este. Mi casa es una montaña que simplemente me atormenta cada vez que intento ser feliz. ¡No aguanto más! Y el llanto que llovía desde lo más profundo de mi ser termino inundando la calle. Comenzó a llover de repente, la sangre que comenzaba a secarse sobre mis manos desapareció a causa de las gotas de agua que resbalaban por mis brazos. —Mereces una vida mejor Irwin —dijo él—, temo no poder ayudarte demasiado a sentirte bien, pero, aquí estoy. Te ayudare en lo que más pueda para que todo esto cambie. ¡Animo! Emilio me llevo en su auto hasta su cochera. —Puedo dormir aquí? —le pregunte cuando el motor se acabó de quedar dormido. Emilio asintió. Ambos dormiríamos en su auto, mis pensamientos parecían haberse quedado listos para descansar y volver a comenzar de cero. En el estéreo sonaba una canción de Porter. La canción se llama Pájaros. Me queda poco para consentirte para arreglarme el alma para poder soltar Y que el viento se lleva todo Que ya no existes más… ¡Pídeme que te olvide! Es un fragmento que me representa en todos los sentidos. Actualmente hay un libro con este título publicado en Sueñovela, el cual nos narra la vida de Miranda y como fue capaz de luchar contra el dolor de vivir encadenada al abuso s****l y a la falta de amor. Originalmente este libro se iba a llamar En sus Nubes y la historia sería bajo el género Boys Love. Los fragmentos de las letras ÑÑ y O son parte del manuscrito original que narraba de forma más cruda la realidad sobre mi pasado, tomando como nombre del protagonista mi nombre real. El tío Tom representa a todas esas personas que me hicieron daño en las diferentes etapas de mi niñez y adolescencia. Emilio representa a todas esas personas (esto no incluye a mis padres) que fueron un sostén emocional para mí y que me ayudaron bastante a luchar contra la depresión y el desánimo. Miranda e Irwin, es decir yo, soy todos esos sentimientos de los que he estado hablando en los fragmentos anteriores de este libro. ¡Pídeme que te olvide! (Libro uno) es mi carta de desahogo y superación a toda esa etapa de la que no me siento avergonzado. ¡Al final yo no tuve la culpa de lo que me pasó! Y con ese libro fui libre de mis pesares, además de que ese fue el primer libro que logre terminar de escribir y el primero en publicar completo.
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