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3209 Words
Hábitos: "Tan juntos mirando el horizonte... tan separados marcando su distancia... Y es que era verdad. Todo era verdad y ninguno se había dado cuenta de tal suceso". —¿Y qué película prefieres ver? —su pregunta me puso a pensar. Estábamos sentados en la sala, justo enfrente del televisor encendido y por varios segundos me mordí los labios pensando en la razón principal por la que había accedido venir a pasar el rato a casa de Brandon. —¿Hay alguna película que esté basada en algún libro? Sus ojos me miraban con mucha atención, era curiosidad lo que se asomaba en las pupilas de este joven. ¿Que se asomaba en mis pupilas? —Creo que si, se supone que apenas actualizaron esta página. A ver, déjame checar. Sus manos sostenían el control remoto y buscaba en la pagina de RepelisGo (ya sabes, una de esas páginas donde ves películas de forma no tan legal). Era sábado por la tarde y él se había encargado de preparar un montón de palomitas para poder pasar el rato frente al televisor. —Acaban de subir está película, mira. Si quieres puedes leer la sinopsis y pues tú dirás si la vemos. Las ventajas de ser invisible era una película de la que yo había oído hablar demasiado, sabía que había un libro pero no había tenido la oportunidad de leerlo. ¿De que va esa película? Literalmente solo te dire que me sentí identificado en varios aspectos con los personajes principales. Las ventajas de ser invisible era una historia que me hizo verme de forma completa y no fue necesaria verla toda para poder convertirla en una de mis películas preferidas. ¿Si tan solo los adultos fueran más abiertos a querer entendernos? ¿Si tan solo el mundo fuese un poco más empatico con esta juventud que sufre en silencio? ¡Seguro que entonces la juventud podría ser mejor de lo que es ahora mismo! —Si, se ve interesante. Pues si quieres ponla —le dije dándole una mirada sonriente. ¿Sonriente? Mi mayor arma era poder escudarme detrás de una sonrisa, ocultaba mis desdichas y pesares en una curva rosada y muy atractiva. ¿Atractiva? Te confesaré esto que siempre he notado cuando estoy en una plática con alguien: siempre que era mi turno de hablar, el movimiento de mis labios hacía que la persona frente a mí quisiera verme a la boca en vez de mirarme a los ojos. ¿Que significaba eso? ¿Que podía decir de esas miradas que subían y bajaban para poder inspeccionar mis labios? ¡Llegue a creer que se les antojaba un poco de mi! ¿Llegue a pensar mal? Creo que cuando estas hablando con alguien lo más importante es mirarle a los ojos y así sabrás lo que se esconde tras las pupilas de un corazón que se abre ante ti. Cuando parece que la tristeza te come, existe el cielo gris para acompañarte en tu soledad. Me gustan los días grises, la lluvia y el frío. Imagina que la tempestad viene y va, así deberías ser tú. Si vienes tráeme calma y si te vas, llévate mi inquietud. —¿Tienes novia? —me preguntó a media película. Se metió un puño de palomitas en la boca. Aveces te catalogan de acuerdo al tipo de personas con las que convivas y dicen que aprenderás los hábitos de esas personas a las que tú consideras como amigos. —No, aún no tengo. Pero no es algo que me preocupe. —¿Por qué? Su boca me pareció un juego abstracto que solo alguien como yo podía entender. Se movían sus labios muy lentamente y su barba parecía tomar una tonalidad un poco intensa a cada segundo que pasaba. —¿Tú tienes novia? —contraataque con una pregunta, me gustaba responder así. Sus ojos me miraban, se compadecía y ¿soñaba con acariciarme? ¿Acariciarme de verdad? —No. Tampoco tengo novia. Brandon tenía veinte años y su compañía era agradable. Nuestros padres eran amigos y por esa razón es que quizá nosotros estábamos intentando forjar algo profundo como lo debe ser una amistad. —Supongo que eso está bien. ¿Tampoco te preocupa encontrar a alguien para darle amor? Mi pregunta pareció sorprenderle un poco, medito un poco para poder responderme y al final la película estaba corriendo sin nuestra atención. —Bueno, no me preocupa y la neta es que no he buscado. Que yo se que tengo para encontrar, solo es cuestión de que me decida a buscar. ¿Tú de verdad no estas buscando alguna relación? ¿Decidirse? ¿Pues que es lo que había en su corazón? Lo interrumpí. Lo interrumpí con mi pensamiento. ¡Maldita sea, le grite que se callara! —¿Acaso te gusto? —le pregunté de forma directa. Sus ojos se abrieron de golpe y algunas palomitas se cayeron al sofá. —Tú…yo no… —sus ojos se acercaron un poco a mí. ¿Que estaba pensando en este mismo momento? —¿Te importa tanto saber sobre mis gustos? ¿Te importa lo que siento ahora? Querías preguntarme , pero al final te estás poniendo nervioso, ¿qué es eso que de verdad quieres averiguar en mí? Mi voz hizo que esa tarde se inundara con debilidad de sentimiento. —¡Lo siento! Estaba siendo demasiado entrometido con tus asuntos. ¿Qué se suponía que debía responder? Mirarle en silencio, seguir comiendo palomitas, ver la película o imaginarle en mi cuerpo. ¿Qué debía de sentir ahora? Mi auto compasión es un asco, una completa basura y Brandon parecía no darse cuenta de ello, de todo eso que un chico de trece años escondía en su interior. ¿Que se escondía en mi? No te sorprenda el hecho de saber que solía relacionarme con chicos mayores, tengo la facilidad de poder hablar con los adultos porque encuentro agradable su compañía. —Tengo que irme —dije sin más. —Pero… —su voz parecía preocupada. Toda mi vida era preocupante, era débil, era un quebranto de la fortaleza que había tenido cuando la inocencia dominaba a mi cuerpo. A los quince años mi aparente fortaleza solo era una fachada que yo mismo había construido para que nadie sospechara sobre mis verdaderos sentimientos, me volví bueno escondiendo mis tristezas. ¿Estuvo mal? El silencio se estaba volviendo un hábito dulce para poder olvidar todo lo que me había pasado en la niñez. Hasta la lengua le bailaba a debilidad y mi cuerpo se sacudió en sobriedad. ¿Te gusta el aroma de mis lagrimas? ¿Has visto el color que inunda a mi alma? Existe un corazón en mi que late y florece, que ama y se destroza. Hay un corazón que florece en mí cada vez que la dicha casual me invade de forma repentina. —¡Lamento haberte hecho sentir mal! —pronuncio con una mirada calidad y sincera—. Pero es que de verdad yo no podía dejar pasar esta oportunidad. Sus pupilas me miraban directo a los ojos y de pronto no entendía como era posible que Brandon fuera amigo mio. ¡Seguro que este chico no me lastimaría como los otros chicos que han entrado en mi vida! —¿De que sirve que te lamentes si el daño ya esta hecho? —le respondí con cierto aire de nostalgia a Demetrio aquel día. Esta vida sera tal como es la neblina. Resulta curioso pero es cierto. La vida es frágil y se puede perder todo de golpe a causa del suceso imprevisto. He ido un par de ocasiones a la nueva casa (nos mudaremos a un departamento nuevo). Me he dispuesto a ponerle color a mis días grises, pero aun por mas intenso que sea el color, mi tristeza es mas grande que cualquier sonrisa tuya. —¿Quieres que te compre un poco de comida? —su voz resultaba ser muy necesaria a este momento, intentaba hacerme callar al demostrar que yo le importaba. —¡Quiero unos tacos! —respondí con mucha necesidad. No me hice del rogar. Brandon era uno de los pocos amigos que yo tenia en ese momento. De hecho, creo que era el único amigo que tenia de años y el único que parecía estar siempre que yo lo necesitaba. ¡Nos volvimos muy cercanos después de haber visto aquella película en su casa! —¡Me gustaría remendar el daño que te han hecho! —su rostro me miraba y me parecía raro que una persona desconocida me quisiera consolar. —¿Puedes al menos dejar de hablarme como si necesitara tu lastima? —sentía mi piel arder y el aire me golpeaba en la cara. Observar su rostro cada vez que se sentaba frente a mi era como morir lentamente mientras recordaba lo ocurrido en mi habitación. Sentía ganas de llorar, de gritar. Quiero maldecir al mundo y sacar todas estas penas que me consumen lentamente; pero por muy malditas que sean mis ganas de matar el dolor, al final no puedo borrar lo qué pasó con ese hombre. —¿Por que la gente se suicida? —le pregunte a Brandon. El dio un trago de refresco y entonces me miro con detenimiento. Estábamos caminando por el puente peatonal que atravesaba el bulevar. —Pues es que depende la de la situación. Aunque yo creo que más que nada, es porqué sienten que nadie los comprende —dijo encogiendo sus hombros. Eche mi cabeza hacia atrás, sentí un escalofrío recorrer mi espalda y culminar dentro de mi. Era como sentir que te quemas y lentamente te vas convirtiendo en cenizas. —¿Cuando has besado por primera vez? —le pregunte con inquietud. Y mirarle dolia. Pensar en sus ojos, su boca, su todo y recordar que había muerto me partía el corazón. ¡Mi querida Sandra se había quitado la vida! —Fue hace mucho tiempo. Creo que cuando iba en primer grado de secundaria. El libro de aquella película que vimos se parecía a mi. Era un libro confuso, simple y detallado. ¡Me compré mi propio ejemplar! Siento que a veces confundo a las personas y ellas terminan confundiendo del todo mis sentimientos. Pienso que soy simple, un muchacho que simplemente quiere pasar desapercibido. Y soy detalladamente imperfecto y desdichado. ¡Que tormento el mio! —¿Quieres enseñarme a besar? —pregunte en mi mente y sentí sus labios unirse a los míos en mi imaginación. Se que estos últimos días me la he estado pasando en mi modo depresivo. Lamento ser un chico cuyos sentimientos lloran cada vez que te escribe. Me duele mi cabeza. Siento que todo me esta dando vueltas y a decir verdad, te confieso que estoy escribiendo esta nota desde el baño de un bar. ¿Te resulta complicado imaginarme en un bar? Para mi también es complicado escribir que vine a un bar junto con Raúl y los amigos de su amigo. Raúl era un chico nuevo que se había mudado al vecindario y fue muy pronto pero de forma rápida hicimos clic y trabé amistad con él. —Pero tengo dieciséis años, no tengo identificación —repuse justo antes de entrar al bar. Raúl se acerco a mi, sus ojos me miraban muy tranquilamente y el olor de su boca era agradable. Olía a alcohol. Se detuvo frente a mi, coloco sus manos en mis mejillas y recargo su frente contra la mía. —¡Zoquete! Me tienes a mi. No necesitas identificación pedazo de chorizo, solo me necesitas a mi —sus labios se tornaron en una cálida sonrisa. Él estaba ebrio porque había comenzado a beber desde que salimos de su casa. Nunca había estado en un bar. Esa fue la primera vez y pude entrar gracias a los contactos de Raúl. Cuando estacionó su camioneta, sentí una emoción agradable en la barriga. Luis se giro a mirarme y me guiño el ojo. Yo sentía nervios de repente y Brandon no tardo en abrirme la puerta del vehículo. —Quédate junto a mi y no tengas miedo, yo te protejo. Brandon siempre me había parecido un buen muchacho. Ahora tiene veinte años, estudio la preparatoria y tomo un curso de administración que le ha ayudado a conseguir el empleo que tiene actualmente en una tienda de posters. Admito que la fugacidad de conocer personas es muy tremenda. Conocí a Brandon cuando tenia diez años, en la fiesta de aniversario de bodas de mis padres. La familia de Brandon vive a tres cuadras de donde esta nuestra actual casa, así que mi amistad con Brandon no se veía distanciada. —¿Quieres pedir algo? —la mirada de Raúl parecía confusa y agradable. —¿Que piensas sobre el futuro? —su pregunta me hizo pensar en muchas cosas. Raúl le estaba cuestionando a Brandon. —¡Pediría que esta noche sea inolvidable! —respondí con una sonrisa completa aunque nadie me estaba hablando a mí. Habia muchos estudiantes sentados por todos lados, bailaban y bebían hasta llegar a la locura del punto ebrio. Algunos otros sacaban humo por la nariz y la boca, mientras que otros simplemente ligaban para poder obtener un acostón con alguien después de divertirse con el alcohol. Comencé a pensar que las personas somos simples estrellas y que en determinado momento nos volveríamos simple polvo cósmico que solo serviría para poder decir que la vida es algo complejo. Aquella noche me bebí dos litros de cerveza y me tragué una hamburguesa. Mi cabeza daba vueltas y el olor era confuso. ¡Había decidido confiar en mí grupo de amigos porque parecían ser buenas personas! Con la cabeza dándome vueltas y la euforia recorriendo mi sangre, camine al sanitario. También había tomado un par de tragos de vodka y solo con eso mi cabeza ya parecía girar en su propio eje sin cordura alguna. De pronto, entre mareo y perdición, la voz de Orlando retumbaba y resonaba a todo volumen en mi cabeza. ¡Esto no podía estar pasándome! Jamas imagine que seria especial para alguien. Orlando comenzó a cantar, llevaba un vaquero n***o y una camiseta blanca. Sostenía una guitarra mientras su voz me hacia volar junto con el alcohol. —¿Puedes ser alguien cuyos sentimientos coincidan con mi corazón? —y aquella pregunta me hizo pensar mucho. Me miraba con detenimiento, parecía estar perdido entre su publico que tarareaba la canción que su boca tocaba como melodía. Sonreí, me gustaba estar allí, de pie y de frente en un concierto al que nunca imagine ir. Porque si te he de querer, te quiero completo y sin condiciones. —¡Hey! —su voz hizo que toda mi atención se posara en el escenario mental. La música independiente siempre me ha fascinado. Brandon estaba junto a mi y parecía mirar todo como si fuera una sorpresa. ¿Que clase de amor se necesita para ser feliz? Orlando se bajo del escenario con un salto, se detuvo frente a mi y mis ojos simplemente se quedaron estáticos ante el. —¡Te amo por completo y defectos! —susurro a mi oído. —¡Estas ebrio! —respondí con una risa casual, yo también estaba ebrio. Pero ni la persona mas inocente del mundo podría negar que sus emociones se excitan con el solo hecho de saber que alguien te quiere. Orlando tomo mis mejillas, note su boca aproximarse y termine empujando su cuerpo. ¡Él me iba a besar después de mucho tiempo! —¡Deja de divagar y céntrate! —me grite a mí mismo. Pero sentí sus manos apretar mis muñecas y él sonreía mientras me forzaba a hacer algo que yo no queria. —¡No me beses! —le pedí y sentí mi respiración muy agitada. Pero su boca se aproximo a mi con mucho deseo. Yo sabia que eran los efectos del alcohol. —¡Te ha dicho que no! —pronuncio él. Brandon apareció repentinamente y se interpuso entre el sujeto y yo. Llevaba una camisa de cuadros y un sombrero que le hacian ver muy genial. ¿Quien era este hombre? Su forma tan bella me hizo confundirlo con mi platónico de la primaria. —¿Te encuentras bien? —pregunto Brandon—. ¿Que haces en un lugar como este? Sus manos sujetaban mis hombros y sus ojos me miraban con inquietud. —¿Quien eres tú? —preguntó el sujeto. Este hombre estaba ebrio y parecía estar muy desorientado. ¡Nunca te emborraches y vayas solo al sanitario! —Soy el amigo de este chico, ¿quien eres tú? —le preguntó Brandon. Y entonces el hombre frunció el ceño e intento darle una bofetada a Brandon. ¡Y yo como idiota viendo cómo se iban a partir la madre! De repente, un hilo rojo comenzó a escurrir de mi nariz. Era sangre y todo comenzaba a darme vueltas. ¿Por que estaba aquí? Corri a uno de los cubículos, tome papel y lo introduje en mi nariz para detener la hemorragia. Levante un poco la cabeza y el techo del baño era blanco y destellaba con la luz. Me senté en el inodoro y me olvide de todo por un momento. ¡Neta que yo me sentía bien! ¡Como si mi viaje astral no me fuera a traer consecuencias! —¿Estas bien? Fue una mala idea haber venido a este lugar. ¿Quieres volver a casa. —Siempre voy a estar para ti —respondí tomando su rostro con mis manos. ¡Que se jodan los prejuicios! Caminábamos juntos tomados de la mano, del aire sonaban sonrisas de enamorados y a las mariposas les crecían alas de romance. Tu mano era tan cálida, tan suave, tan tuya... me encantaba verte sonreír y hacerte reír con mis chistes; eras muy hermosa, no lo niego, tu belleza me cegaba en ocasiones y tu sonrisa me deslumbraba, siempre. Esa tarde sonaba nuestra canción, aquella que solo tú y yo conocíamos, los auriculares retumbaban de amor y el perfume de las rosas decoraba el ambiente. En un abrazo tan profundo con el atardecer de fondo, te escuche decir que me querías y entonces todo paso. Tu ausencia se presento repentina y el silencio de la lluvia inundo mis oídos, llevaba flores en la mano, un poco marchitas como mi corazón y ya no estabas. ¡Ya no estabas! Porque te habías ido, te habías marchado y me habías dejado plantado con un corazón que comenzaba a doler por desamor. ¿Un hábito tuyo el jugar con los chicos? El corazón en la mano y el dolor en cuerpo, caminaba hacia el resplandor, hacia tu resplandor. Las hojas secas tronaban y los pajarillos lloraban en un día gris porque fue en un día gris que tú te habías marchado... te habías marchado para siempre. ¿Y a donde te habías ido? "Hoy brilla el sol... mañana quizás no. Hoy brilla la lluvia... quizás mañana no. Hoy Brilla tu piel... quizá mañana no... Hoy brilla el amor, quizá muera mañana con estos hábitos que me hacen querer mandarte a la mierda"
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