Su dormitorio es precioso varonil y organizado. Cama grande perfectamente tendida, un escritorio muy largo de una punta a la otra de la pared con tres pantallas curvas y su torre tiene luces Led.
-Guauuu. Que grande ¿para qué tanta pantalla?- señalo el aparato
-Esa es para cuando juego- guiña su ojo- esta torre, tiene el mejor programador y las tres pantallas se unen y ves todo con visión panorámica.
Se acerca a un ropero de tres puertas, saca una camisa de manga larga como suele usar, un vaquero y se pierde en el baño.
Observo las paredes vacías de póster, color blancas, solo una pizarra a un lado de la ventana grande con cortinas verdes, a mismo tono que el acolchado. Desde la ventana se ve el techo del invernadero y la distancia hace que parezca más pequeño de lo que en verdad parece desde dentro.
A los lados de la cama tiene dos pequeñas mesas de luz, con parlantes encima y un reloj digital.
Por metiche, porque no es por otra cosa abro su ropero.
Tiene muchas camisas colgadas en el perchero de dos puertas. Lisas, rayadas, estampadas, manga corta o larga. Hay para todos los gustos. En un extremo, suéter en colores neutros. Azules, negros, marrones y beige. Al piso del armario hay zapatos de vestir, semi formales y deportivos. En la tercera puerta, tiene remeras como la que tenía ayer. Colores cálidos, neutros y algunas estilo polo con cuello. Deportivos y una hilera de jeans de todo tipo. ¿Bordó? Nunca lo he visto con ese color, pero si quiere combinar, tiene para elegir cuanto se le ocurra.
Me sorprendo cuando sale del baño, secando su pelo con una toalla de mano y un frasco blanco y alargado.
-Las lentillas, pero olvide las gotas oculares- mueve lo que tiene frente a mis ojos con una sonrisa.
Asiento levemente y cuando esta listo, con sus cosas ya guardadas, bajamos de la mano tal cual subimos.
La mesa está repleta de delicias, tazas humeantes y muffins que huelen a manzana.
-Siéntense chicos que se les hace tarde.- nos apremia su madre.
-Gracias, Fanny- le sonrió un poco apenada.
-Lo que sea para nuestro tesoro y su novia- nana palmea mi antebrazo- porque ya andan de novios ¿o sigue de lento este nieto mío?
Una tos me ataca de la vergüenza. Que poco tacto, nana, pienso para mí. Martín me mira riendo, igual de rojo que como supongo que estoy yo y haciendo el intento de ayudarme con suaves palmadas en mi espalda.
Los dos sabemos después de anoche, que cuando quiere puede ser de todo menos lento. Es todo menos lo que imaginé.
-Somos novios, nana. Ya deja de molestarla. - comenta mientras tomo agua.
-Ya decía yo que no podías ser tan lento hijo- su madre le sonríe orgullosa.
-Para nada lento- pienso con todo lo que ha pasado hasta ahora.
-¡Ese es mi nieto, carajo!- festeja su abuela.
Mierda que lo dije en voz alta y el calor que siento en el rostro, evidencia que debo de estar como un tomate de roja.
En silencio, termino mi desayuno, le sonrió a mi chico cuando finaliza y nos vamos a la u.
Ingresamos a nuestra aula y nos acomodamos donde siempre lo hacemos con Noe. Es como nuestro lugar seguro. Martín se sienta a mi lado, no sin antes preguntar con la mirada, pidiendo permiso.
-Me tengo que ir antes, bonita.- murmura junto a mi para no molestar al porofesor- Tengo que recoger mis gafas nuevas.
Veo sus ojos sin ellas. Quizá si no se negara tanto a las lentillas, no comentarían que es un nerd. Sin las gafas, se ve como cualquier otro joven de su edad.
-Bueno. Yo te guardo los apuntes de la próxima clase. Haz tranquilo, ¿va?
-Va- afirma mordiendo su labio y llevando una mano a mi mejilla- Si no estuviéramos en la primera fila, te besaría ahora mismo, bonita.
Me sonrojo como siempre y niego con una sonrisa.
A las diez, lo acompaño hasta la camioneta y regreso sobre mis pasos al salón, aunque antes, debo entrar al baño aprovechando que el resto fue a la cafetería por café.
-Pero mira a quien tenemos aquí.- su voz retumba dentro del baño- Ahora te van los nerd, ¿eh?
-Estas en el baño de mujeres.- le recuerdo- Lárgate.
-Nada impidió que entrará antes ¿que lo va a impedir ahora, linda?
La sola mención de que lo permití congela mi mente. ¿En qué pensaba? Claramente no pensaba. Tal vez sólo me conformé con ser el centro de atención.
-Haz lo que quieras. Me largo yo.
Chasquea la lengua y con agilidad se mueve hasta posarse frente a la puerta que tranca con seguro.
-Déjame salir- me alejo un paso cuando trata de acercarse más a mi.
-No, linda. Primero tu y yo vamos a hablar- sacude un dedo frente a mi y me alejo cuando intenta tocar mi cabello- ¿Qué te parece?
-Tu y yo no tenemos nada para hablar- refuto- Tu lo dejaste todo claro, asique ahora déjame en paz.
-¿Qué quedó todo claro?- se acerca acorralándome contra la larga mesada- Yo creo que me mentiste, linda. Me jugaste sucio y no me gusta que se burlen de mi.
-No se de que hablas, Victor.- mi voz tiembla por tenerlo pegado a mi pecho- Déjame ir. Tu me dejaste.
-Te pregunté si te gustaba el nerd y lo negaste. Ahora sales con él. ¡Explica eso, perra!
-No tengo nada que explicarte. No somos nada.
Agarra mi pelo y tira mi cabeza hacia atrás. Su rostro se pega al mio tan cerca, que su aliento golpea fuerte a un lado de mi cara.
-Si que tienes que explicarme y no vas a negarte a hacer lo que te diga si no quieres atenerte a las consecuencias- su lengua pasa por mi cara, desde mi mentón hasta mi frente- Vamos a jugar a un juego divertido putita.
De un jalón se aparta, se cruza de brazos y se separa riéndose de mi.
-Como me mentiste y si te gustaba el raro, vamos a hacer algo para que no salgas perjudicada ¿trato?
-Yo no voy a hacer nada de lo que dices- espeto secando las lágrimas que se me han escapado, con todo mi cuerpo temblando de miedo y asco.
-¿Recuerdas nuestra última noche juntos, linda?- pregunta arrogante- ¿Cuando te traté como lo que eres?- en dos zancadas está frente a mi- Como una inútil que solo sirve para mamarla.
Su mano derecha enrosca mi pelo, la izquierda sujeta mi mentón y lame mis labios apretados.
-Vas a alejarte de ese nerd raro, lo vas a humillar frente a toda la universidad cuando te venga a buscar, - levanta sus cejas con los ojos duros- si no quieres que las fotos de ti siendo una puta, los informes de tus cuentas y algún videito tuyo siendo follada por mi, llegue a manos de tu papito.
Se me escapa un jadeo del miedo y la vergüenza que me causan sus palabras. Jamás rindo cuentas de lo que gasto. Papá paga la tarjeta sin preguntar nada. Puedo asegurar que si nota las compras de sus cosas para los autos, va a averiguar que estuve haciendo cosas por fuera de la ley.
-¡Habla, perra!- me grita.
Cierro mis ojos y pienso que no me puedo dejar amedrentar. Si lo hago ahora, no va a parar.
-No te creo nada, Victor.- le reto- Ya sueltame y déjame en paz. No voy a hacer nada de lo que dices, enfermo.
-¿No crees que tengo eso?- pregunta soltandome y riendo a carcajadas.
-No te creo.- confirmo- No voy a hacer nada de eso.
-Pues ya vas a averiguar la verdad, linda. Que conste que te negaste.
Comienza a caminar hasta la puerta, extiende su mano y yo llevo mis manos a mi pecho, aliviada de que la tortura terminó.
Ni comprendo en que momento, el chico que quería presentarle a mi familia, se transformó en un despiadado. ¿Porque no escuché a Noemí cuando me advirtió de su actividad ilegal?
Por un momento creo que todo ha acabado, pero con él nada tiene final. En eso, vuelve a detenerse.
-¿Sabes que?- voltea a mirarme con los ojos duros de enojo y burla- Te voy a dar hasta que ese maricon venga por ti para que lo cumplas. Frente a toda la U, recuerdalo- me señala y rota su cabeza a la izquierda- Y pobre de ti que vallas a llorarle a papito porque tendrá las mismas consecuencias