CAPÍTULO DIECISÉIS Sofía miraba fijamente la ballesta que apuntaba hacia ella, sabiendo que no habría manera de apartarse a tiempo si aquel hombre apretaba el gatillo. A su lado, notaba que Sienne se tensaba, evidentemente preparándose para saltar y, de la mente de esta nueva persona, percibía que dispararía tan pronto como el gato del bosque se moviera. —Mantened la calma —dijo tanto a Sienne como al hombre de la ballesta—. No estamos aquí para dar ningún problema. —Espera —dijo el hombre—. Yo conozco esa voz. Yo conozco esa cara. Pero no puede ser. ¿Quién eres tú? —Me llamo Sofía —dijo Sofía. —Por todos los dioses, eres tú —dijo el hombre. Bajó la ballesta—. La confundí con Lady Cristina por un instante, pero no, ahora la reconozco. Usted es su hija. ¿Me recuerda? Dio un paso adela