CAPÍTULO DIEZ Catalina corría hacia el bosque con toda la velocidad de su ira tras ella. Se sumergía entre los árboles, apartando ramas del camino mientras iba a toda prisa hacia el lugar donde estaba la fuente. En parte, esperaba que el bosque intentara echarla hacia fuera, para intentar rehuir su rabia, pero en su lugar, casi la atraía hacia delante hasta que se encontró con las piedras verticales, las escaleras derruidas y, finalmente, el espacio frondoso donde estaba la fuente. —¿Por qué estás tan enfadada, querida Catalina? —preguntó Siobhan. Salió de los árboles del otro lado de la fuente—. ¿Mi encargo no fue de tu agrado? Catalina cerró la mano sobre su espada. Si se la clavaba a la bruja, ¿la mataría? ¿Se sentiría algo mejor de lo que lo había hecho cuando acababa de asesinar a