Leyenda I.

1349 Words
Se removió molesto entre las sábanas, una mano fría le sacudió esperando que se despertara y él en respuesta gruño con fuerza. El reloj marcaba en letras rojas que faltaban cinco minutos para las doce de la noche y él no tenía ni el más mínimo ánimo de levantarse de su cama. Escucho pasos sigilosos moviéndose por toda la extensión de su habitación y como, nuevamente, una par de manos le sacudían esperando que hiciera el amago de levantarse. Abrió los ojos con renuencia y los fijo en la mirada burlona de su mejor amigo que ahora le jalaba fuera de la cama para ponerse en marcha. Se quejó en voz baja y camino con los pies descalzos por el suelo de mármol hacia el pasillo ligeramente iluminado. Se encontró con los radiantes rostros de sus tres mejores amigos, James sostenía entre sus brazos algo envuelto en una sábana blanca, Kevin parecía querer salir a correr en cualquier momento y Alex sonreía mientras bajaba de dos en dos las escaleras en dirección a la sala de estar. Suspiro entre molesto y nervioso mientras seguía los pasos del más alto de los cuatro y bajaba con lentitud las escaleras. Una vez en la sala se sentaron los cuatro en círculo, James y Alex parecían estar a punto de presenciar un espectáculo fascinante mientras él simplemente se limitó a sentarse y observar como James acomodaba en el centro de los cuatro una vieja y roída tabla en donde el abecedario y varios números estaban tallados con letras negras y con las palabras “Si”, “No” y “Adiós” repartidas por todo el tablero adornado con calaveras y un pequeño puntero en forma de cono con un agujero en el medio, se ponía sobre ella, la suave luz de las velas su única fuente de iluminación. Suspiro con cierta resignación, nunca había creído en juegos como esos, para él no eran más que una tontería, pero al parecer a sus mejores amigos les hacía gracia utilizar una tabla ouija en la noche previa a Halloween.  Alex murmuro un suave “Empecemos” y todos se tomaron de las manos, Kevin parecía que fuera a sufrir un ataque en cualquier momento, le apretó con ligereza la mano y pudo ver como se relajaba un poco más. Luego vino un sonoro “¿Hay alguien ahí?” de parte de James y Alex al mismo tiempo y por un momento, lo único que se escucho fue el suave sonido del viento de la noche chocar contra las ventanas de la habitación. Pero entonces… Retumbaron truenos en el cielo, el aire se hizo más pesado como si estuviera electrificado, justo en le mismo instante en que la Ouija comenzó a moverse. El puntero de madera se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabra alguna, hasta que luego de algunos minutos, formo una pequeña y corta palabra. “Hola” leyó Kevin con voz temblorosa y los ojos de todos miraron con asombro y pánico como el puntero se ponía de nuevo en movimiento. James rio en respuesta y comenzó a preguntar cosas distintas mientras el puntero parecía responder a cada una de ellas. Bostezo luego de lo que habían sido horas para él, su cuerpo comenzaba adormecerse de estar en la misma posición pero los demás parecía hipnotizados por el puntero que se movía formando palabras y uniendo oraciones. Miro con molestia la cara de concentración de Alex y con un gruñido pregunto “¿Podemos terminar con esta tontería ya? Esto no es más que una estupidez”. El puntero se detuvo y un aire frío recorrió su espalda. Las luces se encendieron y se apagaron en cuestión de segundos pero las llamas de la velas no se inmutaron y las puertas se cerraron con un sonoro portazo mientras Alex miraba la tabla ouija en silencio, esperando una respuesta. El pequeño objeto de madera recobro su movimiento… Dos palabras, dieciocho letras, una sentencia… “Pregunta equivocada”. James se levantó de su lugar, mirando con ojos desorbitados el pequeño objeto, su cuerpo convulsiono y cayó al suelo, la sangre broto de su boca y Kevin se agacho a su lado para ayudarlo, se acercó gateando hasta ellos con el corazón latiéndole demasiado rápido, aún en el mismo lugar Alex miraba la tabla como si nada ni nadie estuviese a su alrededor. “Es hora de jugar, vamos a bailar” leyó en voz alta Alex mientras el cuerpo de James dejaba de moverse con la misma rapidez con la que había comenzado a convulsionar, sus ojos en blanco, su sonrisa ensangrentada y su cuerpo sin vida. Kevin grito y le soltó, su cuerpo choco contra la biblioteca que en el rincón de la sala se encontraba, varios libros chocaron con el suelo mientras Alex murmuraba en voz alta “Los libros no siempre son buenos, también pueden hacer que te duela la cabeza”, observo con pánico como la negra estantería caía sobre el cuerpo del menor de todos y como lo único que sobresalía entre los lomos duros de los libros y las hojas que se teñían de rojo era la mano de Kevin… que no se movía. Alex tembló mientras el puntero se detenía, cerró los ojos mientras formulaba la siguiente pregunta “¿Quién es el siguiente?”, le miro con sorpresa y pánico en el rostro y luego dirigió sus ojos hacia el puntero, esperando la respuesta. Sus ojos siguieron el puntero con insistencia pero este no formaba ninguna palabra concreta, gruño molesto y entonces hubo respuesta. Seis letras, un nombre. ¡Su nombre! Alex pareció salir de ese trance y con cierta renuencia se puso de pie, su alta figura parecía tener una aura oscura a su alrededor y su rostro tenía una expresión sombría mientras dirigía hacia él sus negros ojos. “Eres tu, Camilo” y se lanzo contra el, se escabullo del ataque de su amigo y se escondió tras la mesa, su pecho subía y bajaba con insistencia e irregularidad, a pocos metros el cuerpo de James parecía moverse y con un sonido sordo la estantería se corrió un poco. Abrió los ojos al mirar el cuerpo blanco de James con un hilillo de sangre corriendo por su barbilla mientras se levantaba con elegancia de donde estaba, un poco más allá Kevin abría los ojos, la sangre se escurría por todo su rostro y su ropa y su piel ya comenzaba a tomar un color morado mientras terminaba de quitarse los libros de encima… Alex sonrió en la oscuridad de la sala, la puerta estaba cerrada y el puntero seguía moviéndose sobre la tabla ubicada en medio de la sala. “La verdadera amistad es hasta la muerte”, cerró los ojos y se hizo un ovillo en el suelo, pidiendo al cielo y a quien fuera que todo fuese un sueño. Se sobresaltó al escuchar la lluvia chocar con la ventana, se removió en la cama con pereza, entre abrió los ojos para mirar la hora que el reloj marcaba, las 12 y media, suspiro y se dio la vuelta mientras a su mente acudían los recuerdos de lo que hace poco había pasado. Se sentó con rapidez mientras observaba con ojos escrutadores su habitación en penumbras, estaba en orden y la puerta estaba cerrada, observo los sacos de dormir esparcidos por el suelo y lo que parecían ser los cuerpos de sus amigos durmiendo. Todo parecía en orden. Suspiro con cierto alivio y se recostó de nuevo sobre la cama justo en el mismo momento que una mano cubría su boca y frente a sus ojos los rostro sangrantes y sonrientes de sus tres mejores amigos, aparecían. A la mañana siguiente nadie supo dónde estaban los cuatro adolescentes que había decido pasar juntos la noche previa a Halloween y tampoco nadie entendió porque en la sala de la casa una tabla de madera tenía escrito con sangre “Se acabó el juego”.
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