Seba... Que difícil es escribirte esto porque sé lo que te duele, y mas me duele a mi escribir esto, no quiero dejarte, no quiero dejar de charlar y no quiero que te culpes, no quiero que sientas que no fuiste suficiente compañero para mi, porque lo hiciste, fuiste la mejor compañía que pude tener, las charlas eternas que teníamos, las historias que me contabas de tus peleas, tus sueños que los veo haciéndose realidad, no desistas, busca esa familia que deseas tener, trabaja de lo que te gusta, viaja a los lugares que quieras ir, sigue viendo películas de miedo y de acción que te hacen mas loco de lo que ya eres, pero si, me encanta tu locura Seba, viví la vida a través de tus locuras, admiré siempre tu valentía, no por hacer peleas, sino de como defiendes tu convicciones, como te enfrentas a cualquiera sin miedo de defender tus ideas, me encanta eso, quise copiarte porque eres una persona maravillosa, y aunque esto es una despedida quiero darte las gracias por aca porque de frente no podría, te reirías y dirías que me deje de joder, que eso hacen los hermanos, pero quiero darte las gracias por tu apoyo, gracias por la contención en las noches de tormenta, gracias por las veces que te hiciste cargo de alguna macana que hice, gracias por siempre defenderme, gracias por ser mi hermano, te amo Seba, guárdatelo en ti y no lo olvides.
Camila.
*****
—SEBAAAAA... —me paro del sillón donde estaba viendo un video de la escuela que nos pidieron ver, pero la veo a Camila entrar corriendo desesperada—. Sebaaaaa.
—¿Qué te pasa?. —se me tira encima llorando que casi caemos—. ¿Camila qué pasa?.
—Me mandé una macana.
—¿Qué macana?.
—Ven, ayúdame por favor... —me agarra de la mano tirando, me lleva afuera a un lado de la casa donde veo unos jarros enormes que mi mamá mandó a hacer para poner unas plantas y decorar a los lados de la casa, hay dos todos rotos y la tierra tirada.
—¿Cómo hiciste esto?.
—Iba en bici y me caí sobre los jarros. —la miro como se aprieta las manos con muchos nervios—. ¿Qué hacemos Seba?, mamá los trajo hace unos días no mas, se va a enojar mucho.
—Trae mi pelota.
—¿Para qué?.
—Tráela antes de que mamá salga de la casa.
—Si. —trae la pelota donde la pongo en la tierra—. ¿Y si lo limpiamos?.
—Ja, como si no se fueran a dar cuenta que faltan dos jarrones...
—SEBASTIAN, CAMILAAAAA.
—¡Ay noooo!.
—Ssshhh, no llores tonta. —suspirando porque sé lo que va a venir voy hacia mi mamá—. Mami me mandé una cagada.
—¿Qué hiciste?.
—Perdóname, no quise, no me di cuenta.
—¿Qué hiciste Sebastián?.
—Te rompí dos jarrones de las flores.
—¿Los nuevos?.
—Siiii aaaggggg. —me agarra del pelo tirándome fuerte, encima los pelitos de casi la frente.
—Los compré hace una semanaaaaaaa.
—Perdón mami, no quise. —me suelta para ir a ver, Camila esta asustadísima viéndola ir hacia ella.
—Esa pelota de mierda, te dije que aca no juegues cerca de la casa, miraaaaa, no sirven mas.
—No me di cuenta.
—Ya... —alza las manos negando, cierra los ojos como buscando fuerzas—. Ya esta, juntas esto y tu también, lo limpian todo y juntas los pedazos llevándolos a la entrada asi el basurero se lo lleva.
—Si mami, perdón de nuevo. —se va y Camila me mira con lágrimas en los ojos—. Ve a buscar las cosas para limpiar, voy a buscar una caja para los pedazos.
—Si, ya vengo... —va corriendo a buscar la escoba con la pala y yo voy al deposito al lado del garaje a buscar cajas, cuando vuelvo ya Camila esta separando los pedazos de la tierra y las plantas—. Estas voy a plantarlas.
—No, las vamos a dejar con tierra y que mamá las ponga donde quiera.
—Pero se pueden morir si no las plantamos.
—Le preguntamos a Rogelio asi él ve si plantamos o no, mamá con él no se enoja.
—Si, mejor. —voy poniendo los pedazos en una caja y la tierra en otra—. Esta muy pesada.
—Ponla arriba de esta.
—¿Vas a poder?.
—Si, obvio.
—Bueno. —vamos los dos a la entrada con los perros atrás—. Mira ese perrito, no lo había visto. —esta del otro lado del portón parado—. Pobrecito.
—No lo entres.
—¿Lo vamos a dejar ahí solito?. —pone cara de cachorrito que pone siempre—. ¿Si llueve? ¿Si hay viento?, que miedo Seba.
—No Camila, encima que mamá esta enojada va a ser peor.
—Yo me hago responsable. —va corriendo a la caseta de seguridad señalando al perro y abren el portón pequeño donde sale a entrarlo.
—¿Y eso?.
—Rompimos unos jarrones de mi mamá.
—¿No me digas que esos nuevos de las plantas de los costados?.
—Esos mismos, dos rompimos.
—Noooo, que garrón.
—Si, casi me arranca los pelos mi mamá, y seguro me castiga. —salgo de la propiedad donde están los tarros de la basura, dejo las cajas a un costado.
—Esta asustado.
—Y si, tremendos perros tenemos, no quiere entrar.
—Ven... Ven precioso, no tengas miedo... Ven. —estira la mano donde el perrito la olfatea, es un cachorro que se nota vinieron a tirar—. Ven, vamos a cuidarte bebé, no tengas miedo... —se le acerca y lo puede agarrar bien—. Esoooo, muy bien, te voy a pegar un baño porque hueles del asco.
—Guarda chicos, viene su papá.
—Muévete Camila... —del brazo hago que entre y por el costado del camino volvemos a la casa.
—¿Qué hacen?. —me inclino viendo a mi papá que paró a nuestro lado.
—Mira papi, —Cami se acerca alzando el perrito con una sonrisa enorme y mi papá sonrie viéndola—. Un perrito nuevo.
—¿De dónde lo sacaste?.
—Estaba afuera del portón solito y lo agarré.
—Bueno, hay que llevarlo a que lo vean, ¿suben o vuelven caminando?.
—Volvemos caminando, no te preocupes. —camino a su ritmo porque le acerca el perrito a los otros perros.
—No se hagan los locos, esta solito, sin papás ni hermanos y tiene miedo, sean buenos.
—Lo van a cuidar vas a ver.
—Espero, no quiero que lo golpeen al pobre. —llegamos a la casa donde mi mamá esta afuera hablando con mi papá y sé que es por la cagada que se mandó Camila.
—Seba... Perdóname Sebastián, te tiré del pelo del enojo.
—Si mami, no te preocupes. —me da un abrazo y un beso.
—Perdón, ni siquiera me fije que no estés lastimado.
—No me pasó nada.
—Bueno, deja al perro en el corral Camila asi lo revisan y lávate las manos y cámbiate la ropa.
—Si papi.
—Te acompaño Cami. —cuando volvemos se va a cambiar, mi papá baja bañado y mi mamá acomoda la mesa para la merienda.
—No la vuelvas a cubrir a tu hermana. —quedo de piedra con lo que me dice mi mamá—. Miré las cámaras y vi que fue ella, tiene que aprender a tener responsabilidad.
—Solo quería ayudar.
—Y esta bien. —ahora lo miro a mi papá—. Pero ella debe aprender Sebastián, que si pasa algo que lo diga, ¿está claro?, se pudo lastimar muy feo y no íbamos a entender nada ni como fue, deja de cubrirla.
—Volviiiii, tengo mucha hambre.
—Ven, aca te calenté la leche.
—Gracias mami, —me siento donde mi mamá me pone mi taza y a mi papá, Cami se inclina a ver que hay de comer a parte de la fruta que nos deja a un lado—. Mira Seba, queda la última que te gusta.
—Gracias.
*****
Con Máximo juntamos la tierra del jarrón que jugando a la pelota tiró, y no puedo evitar recordar la vez que Camila le tiró unos jarrones a mi mamá, la diferencia es que mis hijos no son para nada como Camila, se las mandan queriendo no como ella que era todo sin querer, era media torpe y se frustraba, mis hijos son muy activos y pasan estas cosas mas seguidas de lo que me gustaría.
—Listo, vamos a dejarlo a la basura.
—Si. —salimos los dos viendo a Leila con Alma y mi mamá en el jardín de adelante acomodando unas plantas nuevas que Alma quería.
—¡Ayyyy, que susto papaaaa!.
—Perdón hija. —como salimos por al costado no nos vieron, dejo la caja en el canasto que le escribí vidrio por las dudas, me paro por afuera de las rejas viéndolas.
—Toma hijo... —estiro el brazo recibiendo el mate de mi mamá.
—Mmm, amor, ahí Maxi va a traer las plantas que estaban en los jarrones.
—Te voy a dar una Máximo, aajjj, ya estoy llegando a mi límite.
—Perdón mami, se me fue la pelota.
—Si, la pelota, la bici, la pierna, la mano, no tienes control de tu cuerpo parece, vamos a llevarte a hacerte exámenes a ver que sucede. —Alma se rie viéndola a mi mamá que esta tentada—. Ve a limpiarte que tenemos que salir y estas todo transpirado.
—Ahi voy. —me quedo parado viéndolas.
—Mira mami, aca va a quedar re bien.
—Si, esas crecen re lindas.
—Esas Almita.
—¿Esta abu?.
—Si, esa ponla ahi, crecen asi, como una pelota y se ven preciosas.
—Tengo que cuidarla para que se ponga asi.
—Si amor, igual, Mauricio viene la otra semana, dile que plantaste esas y que te explique bien.
—Bueno, pero vienes asi me ayudas.
—Si, vengo. —la miro a Alma con melancolía porque me la recuerda, siento que es igual a mi hermana en todo, es torpe, risueña, ve todo bueno, todos son buenos, ama los animales, y encima es idéntica en apariencia.
—¿Te pasa algo amor?. —la miro a Leila que se sacude las manos yendo a la silla—. ¿Estas bien?.
—Si, solo que me gusta verlas con lo que les gusta y espero quede un tremendo jardín.
—Bueno, comienzas bien y terminas medio derrapando papi.
—Ya casi estamos, —Dama sale con su pelo todo producido, un vestido y zapatos bajos, vamos a ir a cenar y ella se prepara re temprano—. ¿No piensan cambiarse?.
—Ahi vamos pesada, la abuela trajo unas plantas y no podemos dejarlas afuera.
—Yo voy con la abuela.
—Yo también... —entramos todos a la casa donde nos vamos a cambiar, a Maxi hay que decirle que se tiene que poner y a Matias vestirlo, aunque tiene cinco tenemos que vestirlo, y Lionel que es bebé.
—Estira los brazos Mati.
—Si mami. —le pone una camisa, todos vamos a ir de camisa y vestido porque es un lugar elegante que eligió mi mamá.
—Listo, ponte perfume y ya estas, muy bello hijo.
—Gacias mami. —salgo con Lionel en brazos y Mati de la mano, abajo todos estan listos.
—¿Listos todos?.
—¿Alguno necesita ir al baño?. —Leila viene detrás mío.
—Ya fuimos, vamos asi comemos temprano.
—¿Abu te quedas a dormir?. —va con Rocío abrazada.
—Y si amor, no puedo manejar tan tarde a casa.
—Bueno, duermo contigo.
—Bueno, dormimos juntitas.
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Holis, comenzamos con el maraton, espero les guste y me lo dejen saber en los comentarios.
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