En cuanto el tren arrancó, supo que no había vuelta atrás. Logró vislumbrar una figura entre la vegetación que se asemejaba mucho al vampiro, eso le llegó hasta lo más profundo del alma, verle alejarse entre el paisaje. Había pasado días maravillosos, a pesar de lo accidentado de la convivencia y el cómo llegó allí.
El viaje se haría un tanto pesado, considerando las horas de diferencia que había entre la ciudad donde hacía vida y aquél lugar desconocido para él. Se recostó de la pared del asiento, queriendo descansar un poco más, pues no tenía nada que hacer en ese momento, estaba demasiado turbado como para leer el tomo que le obsequió Heracline, además, no lo quería perder por nada del mundo, y era muy bueno haciendo perder objetos, solo que esta vez no podía darse es lujo.
Ahora deb
