Mirkov despertó unas horas después, con un especie de cansancio y confusión bastante grandes, buscó en el cajón de la mesa de noche alguno de los móviles de repuesto que tenía para verificar el día y la hora. Había dormido once horas seguidas. Eso o el tren no tenía la hora correcta, lo cual dudaba. Lo que podía confirmar era que fuera de su departamento era bien entrada la noche debido a la poca luz que había. El reloj marcaba las 12:04 a.m. y el frío se hacía presente en su habitación. Al mirar a través de la ventana, se dio cuenta de que también llovía, pero no demasiado fuerte, casi imperceptible. Se levantó a tomar agua de nuevo, por algún motivo tenía una sed insaciable. En medio de su camino, un flash vino a su mente, recordando a lujo de detalles a Heracline ¿Cómo era posible