Mirkov entró en el pequeño apartamento con una sensación de éxito demasiado grande para haber hecho un simple mercado, sin embargo, nadie le criticó. Heracline le observaba atento por si acaso había ocurrido algo mientras estaba fuera, pero no observó ningún signo fuera de lo común en la expresión del humano a excepción de la emoción por poder ayudar a Sergio finalmente. El hombre había despertado y se encontraba sentado encima de la bolsa de dormir con un vaso de agua que el vampiro le había facilitado. Mirkov sacó de las bolsas un conjunto deportivo que había comprado para Sergio entre las ofertas de los pequeños puestos de venta, ya que estar en bata de hospital en las calles era lo suficientemente sospechoso ya. Con eso, el pelinegro le saludó contento, extendiéndole la vestimenta