—Cariño mío, no sabía que te molestara tanto que tu esposa se hiciera cargo de los negocios mientras no estuvieras presente, ya somos una unión ¿No es así?— la cara de perrito regañado que puso la chica no le convenció mucho, ella no solía actuar así, después de un tiempo de haberse casado había cambiado bastante. —Evie, sabes lo mucho que me molesta que se metan en mis asuntos, lo sabes mejor que nadie—. —En algún momento tendremos que trabajar en conjunto, querido—. —En lo que a mí respecta, cada quien tiene su negocio, podemos hacer convenios y todo lo que quieras, pero no vengas a cambiar todo a tu gusto, porque no lo permitiré, esta empresa siempre ha estado en manos de la familia de mi madre, no podría cambiar demasiado la estructura, aunque quisiera, es algo que no está en juego.