Su cuerpo en esos momentos se asemejaba a alguna estatua de mármol, rígida y con semblante trágico. Solo podía observar al pelirrojo a modo de desafío, pero sabía que tampoco podría, en tal caso, iniciar una discusión con un desconocido nada más por una frase impertinente. —No soy presa de nadie— logró contestar con firmeza, la cual no tenía idea de dónde había sacado. —Vaya, es una pena, ya me había emocionado— le hizo frente el desconocido. —Mirkov, quería presentarle a mon sir Dimitre, llevamos muchos años de amistad y ha venido a visitarme, se quedará un par de días— le informó con tono neutro el vampiro. Ante esto, el primero mencionado solo pudo asentir, sin tener nada que discutir, puesto que no se trataba de su morada. El más alto de todos, el tal Dimitre, le extendió su man