Ante el toque inesperado, el vampiro retiró su mano cuanto antes. Se le vio turbado y le dijo al humano que era mejor que fuera a dormir para que pudiera recuperarse del todo con rapidez. No pudo negarse. A la mañana siguiente, lo despertaron unos toques en la puerta de la habitación donde se hospedaba. Somnoliento aún, exclamó un ligero "adelante". Quien se dejó ver tras la madera fue la empleada de Heracline, la señorita Liah. Esto le alegró la mañana. Se levantó de un salto a abrazarla, sin saber muy bien porqué. Estaba de muy buen humor, por lo que Liah no dijo nada, solo se dejó hacer por el más alto, preguntando luego si tenía hambre, ya que había traído comida hecha de su casa. De inmediato le informó de su curiosidad acerca de cómo sabría el desayuno, razón por la cual,