CAPÍTULO VI-3

1384 Words

La ocultaba por completo de quienes estuvieran abajo. Se tendió sobre él como el Conde le sugiriera y atisbando a través del dibujo podía ver con claridad lo que sucedía abajo. Lentamente, el Conde se dirigió al escritorio. Hizo a un lado las pinturas que Thelma dejara ahí, tomó una hoja de papel y después una pluma. Cuando mojaba la pluma en tinta, se abrió la puerta y Lady Fernhurst, seguida de sir Richard Leith, irrumpió en la habitación. El Conde los miró con bien simulada sorpresa. —Debe disculpamos por la intromisión— dijo Denise Fernhurst con su voz más dulce y seductora—, pero antes llamamos a la puerta y como nadie respondió, entramos en la casa. Lentamente, como si de pronto recordara sus buenos modales, el Conde se puso de pie. —¿Es usted el Conde Merstone?— preguntó Den

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