En cuanto el carruaje se perdió de vista, Thelma entró de nuevo en la tienda. Aún faltaban varia cajas y canastos por revisar. Supuso que contendían los trajes de todos los que actuaban y abrió un canasto grande, que parecía tener mayor contenido que los demás. Sin duda se trataba del vestido de bailarina que usara la estrella del circo para montar en sus caballos. La falda era amplísima y el talle estaba adornado con grandes diamantes de imitación. Sacudió la falda y también encontró unas mallas. Siguió revisando más adentro del canasto y encontró una peluca muy rubia. De pronto, tuvo una idea. Como estaba sola, se quitó la ropa para vestirse con lo que había descubierto. Le quedó mejor de lo que esperaba. Y para mayor facilidad al cambiarse, el talle se cerraba por el frente. T