Verano 2015
Yelling at the sky. Screaming at the world
¿Baby, why’d you go away?
I'm still your girl. Holding on too tight
Head up in the clouds, Heaven only knows
Where you are now…
Dancing with your ghost.
-Sasha Sloan
Estaba algo nerviosa. La reacción de la familia de Nicholas a nuestra relación no mejoraba. Cuando anunciamos nuestros deseos de vivir juntos con tan sólo dos meses de conocernos, todos estaban en contra y aún más al poner fecha a la boda. Mi madre tampoco mostró gran entusiasmo, siempre mencionaba la corta edad de los dos, pero contamos con su apoyo. Ellos se negaban a creer que fuera algo más que un berrinche de su hijo. Debo confesar que por un pequeño momento llegué a creer lo mismo. Ahora que nuestro segundo aniversario se cumplió y el primero de bodas daba luces mostrando la relación firme, estable y amorosa que poseíamos, trataba de ocultar cuanto perturbaba mis nervios su familia.
¿Falta algo para empacar? - Cuestiono Nicholas desde la puerta.
No cariño, hemos puesto todo lo necesario. - Respondí sin evitar percibir lo radiante que lucía.
Es hora de irnos. El vuelo sale en dos horas. - Añadió mostrando su sonrisa infantil.
Tome mi bolso. Apague la luz del piso. Estaría atrapada entre los muros elegantes de la casa de los Russell y el clima caluroso de California por dos semanas. Sería un verano diferente y húmedo.
Llegamos al aeropuerto a tiempo. Realizamos el registro. Todo iba sin algún contratiempo. Después de todo, gozaremos de unas vacaciones perfectas.
Tenía que dejar de lado los pensamientos negativos, este viaje era una manera que Nicholas había encontrado para disfrutar juntos. La posibilidad de disfrutar de unos rayos de sol, lucir un lindo traje de baño y nadar en aguas cálidas.
Al aterrizar en Los Ángeles, California sin poder evitarlo ya contaba los minutos para estar de vuelta en N.Y. y poder disfrutar del paisaje blanco que nos regalaría el invierno. No toleraba el calor y mucho menos tan húmedo como era en California. Estar constantemente bañada en sudor era lo más repulsivo. Era una chica de clima frío.
Un auto ya nos esperaba fuera del aeropuerto así que no pase tanto tiempo sin aire acondicionado, tenía que agradecer las ventajas que nos daba el apellido Russell.
Tengo tantas ganas de salir en mi velero o surfear por horas. - Susurro a mi oído al tiempo que plasmaba un beso en mi mano.
Le sonreí. Me encantaba verlo así de feliz, brillaba. Me quedé perdida en su figura. Estaba enamorada del hombre más asombroso, enérgico y amable. Su sonrisa mostrando su perfecta dentadura, los reflejos verdes en sus ojos azules eran más notorios a la luz del sol y su rostro apacible, fuerte y seguro, pero sobre todo su alma extrovertida se hacía indispensable en mis días y noches.
Podía pasar mi vida entera observándolo, provocando mil suspiros. Esta felicidad era perfecta, aunque pareciera totalmente utópica. Para nosotros era real y tangible.
Me atrapo mirándolo, como tantas veces antes él me plantó un beso tierno y casto en mis labios. En un acto tan íntimo para los dos, pasó su brazo detrás de mi cuello abrazándome.
La puerta de la casa de los Russell ya era visible. Hilary se encontraba a nuestra espera. Nicholas pudo sentir lo nerviosa que me sentía ante el encuentro, me apretó entre sus brazos.
Todo va a ser fantástico. - confesó.
Le creí, él era capaz de hacerlo.
Hijo mío ¡qué alegría tenerte! - Exclamó con evidente entusiasmo. - Macarena, no sabía que vendrías también. Qué bueno es verte. - No planeaba pretender alegría por verme.
Madre, estamos felices de verlos y sentir un poco de sol.- Agregó tratando de mediar las palabras de Hilary.
Estamos felices de estar aquí, señora Russell. - Respondí sin perder la calma.
Vamos, adelante tengo listas sus habitaciones. - Hizo especial énfasis en su tono. Nada había cambiado. No todavía. – Soledad, ayuda a la señorita Macarena a llevar sus cosas a la habitación sur. - Indicó la empleada.
Hola nana. -Entusiasta abrazo a la empleada. -Lo siento madre, pero nos quedaremos en la casa de la piscina. - Corrigió Nicholas a Hilary.
Pero cielo, quiero tenerte en la casa. - Repuso con tono de chantaje.
Vamos amor, ¿Está lista la casa de la piscina nana? - cuestionó dejando de lado la súplica de su madre.
Por supuesto Nick. - Contestó Sol quien había sido la niñera de Nicholas y su hermana. Desde entonces poseían una especial relación.
Soledad ya estaba lista para tomar nuestras cosas y llevarlas cuando Nicholas la detuvo y él mismo nos llevó a la piscina. La cara de Hilary parecía perder un poco de compostura y yo no podía evitar sentir que me salí con la mía.
La casa lucía impecable, el clima en sintonía y Hilary no perdía oportunidad para hacerme sentir fuera de lugar. No tenía que hacer tanto esfuerzo, por más que Nicholas y yo viviéramos felices, al llegar aquí todo se corrompía.
¡Oh si nena! -Grito lleno de emoción.
Comenzó corriendo las cortinas, dejando entrar toda la luz demostrando la inmensidad de la que estaba rodeada mi cama. El mar tan azul confundía la división entre él y el cielo. Aguardaba con ansias el atardecer. Si fuera una persona de lugares cálidos seguramente buscaría siempre poder escribir rodeada de esto.
Mi amor, comenzaremos nuestra aventura. - Anunció mientras me tomaba entre sus brazos.
¿Qué es lo primero que quieres hacer? Tenemos dos semanas para tomar toda la energía, aunque ya te dije que podremos regresar aquí para navidad o año nuevo. - comente tratando de sonar lo más honesta.
Quiero una blanca navidad a tu lado. Ya establecimos eso. - Replicó perdiéndose dentro de sus pensamientos.
Volvía a mostrar indicios de preocupación. Desde hacía unos meses atrás se comportaba raro respecto a este viaje y su prisa por llegar aquí. Pensé que era normal, extrañaba a su familia, pero pronto llegué a preocuparme cuando al mencionar la navidad se tensaba o cambiaba el tema.
¿Ocurre algo Nick? - Cuestioné sin presionar.
Su mirada encontró la mía. Era fácil permanecer así. Beso mi frente quedándonos un momento largo abrazados en el centro de la alcoba. Me dolía no saber lo que estaba perturbando nuestra paz, pero me agotaba el hecho de no poder apoyarlo.
Hijo… -Entró Hilary a la casa. - Perdón no quería interrumpir. - Sabíamos cuál era su principal propósito.
No te preocupes madre ¿dime qué ocurre? -Nicholas era tan paciente con su madre.
Invitamos a nuestros amigos más cercanos a cenar esta noche. Únicamente deseaba avisarte y que Macarena se preparé. - La ironía del tono en su voz se filtraba lentamente. - Los esperamos a las 7.
Se fue antes de que Nicholas o yo, bueno Nick tratara de objetar cualquier cosa. Hilary era la mujer más astuta con la que hubiera tratado. Solía creer que ella sólo lo cuidaba.
Bueno además de los planes que obviamente tu madre tiene para ti y en consecuencia para mí, ¿Por dónde empezamos? - me burlé, yo también era buena ironizando. Después de todo estudiaba para ser periodista.
Vamos al muelle. Muero por unas hamburguesas. - Sonrió.
Salimos de la casa. Conocería desde el punto de vista de Nicholas lo divertido que podía ser vivir en Newport aún con todos los estigmas que el Condado llegaba a adquirir. Yo había crecido en un barrio de Staten Island, no era pobre, pero en definitiva no contaba con una piscina, ni mucho menos una casa en la piscina. Y ni hablar de una casa de invierno en los Hampton. La familia de Russell cosechó un gran imperio de construcción e inmobiliario.
Me fascinaba la calidad de sus palabras cuando me contaba las historias de su infancia; todas las locuras que hacía con sus amigos, sin dejar de lado todas las idas a urgencias o a la delegación que sus padres tuvieron que pasar. Esperaba poder conocer a algún otro de los chicos que pasaron por eso con Nick, sin embargo, después de la graduación de preparatoria muchos perdieron el contacto.
Para ese momento con el único que mantenía contacto era con su mejor amigo Anthony Wells, un tipo bastante falso con el que prefería mantener distancia. Algo en él no me daba confianza para ser amigo de Nick.
Listo, llegamos a la cueva. Así le nombramos cuando estábamos en la secundaria. Era nuestro punto de reunión. -La emoción de su voz me invadía logrando emocionarme igual.
Vamos por las ricas hamburguesas. Muero de hambre. - conteste dirigiéndose a la mesa más atractiva.
Así pasamos los días. Tomábamos un desayuno ligero en la casa para no perder tiempo con Hilary o Michael, caminábamos por la playa, íbamos a uno que otro bar, él surfeaba mientras yo escribía. Eran días soleados y perfectos. Tratábamos de vivir en nuestra burbuja fuera del caos social que nos organizaba Hilary.
Por más que buscábamos excusas para evitar acompañarla a algún evento en el club siempre nos termina arrastrando.
No entiendo por qué tenemos que pasar nuestra última noche en una cena de “caridad”. - me quejaba.
Cariño es un evento importante para mi madre y además yo estaré a tu lado. - trataba de conciliar.
Sigo pensando lo mismo. - refute.
Nicholas me tomó en sus brazos besando mi frente como solía hacerlo siempre que fruncía el ceño ante algo con lo que no concordaba.
No podía evitar sentir un mal presentimiento acerca de la cena. Hilary había elegido el vestido que usaría para el ridículo evento. Ella siempre conseguía lo que deseaba.
Estaba un poco celosa al saber que Nick estaría pasando el tiempo en el velero disfrutando de este soleado clima mientras yo con jazz de fondo tendría una sesión de cotilleo y quejas con las señoras ricas de Newport.
Macarena, ¿Estás lista para ir al salón? - Hilary leyó mis pensamientos y se hizo presente.
¡OH! Es muy amable de tu parte madre. - Trato de mediar la situación que agotaba mi paciencia. -Bueno señoras las dejo para que se arreglen. - Se despidió dándome un beso casto en mis labios. -Nos vemos más tarde.
Por más que buscaba su mirada para que me salvara de este suplicio, Nick desea que pudiera tener una relación maravillosa con su madre. Yo lo intentaba, pero Hilary no mostraba alguna señal de paz, por otro lado, Michael, siempre ausente trabajando ignoraba todo lo que acontece. No negaré que también para él, nuestro casamiento fue sorpresivo e imprudente. Después de todo Michael tenía planes para Nicholas, yo no era parte de ellos.
No alcanzamos a poner un pie en el salón para cuando todas las empleadas estaban sobre nosotras.
Janeth, querida. -Saludo a una de las empleadas. - comienza con su peinado. - Ordenó a la señorita. - Macarena, muéstrale el vestido que usarás esta noche.
Asentí sacando el vestido de portatrajes. Admitiré que no era feo, de hecho, el vestido tenía un color verde olivo perfecto. La caída de la tela era delicada haciendo contraste con lo acentuado de la cintura y los pequeños detalles en los hombros con las piedras, tenía el perfecto equilibrio. Era elegante, sutil, sin dejar de ser un poco sensual.
No solía asistir a este tipo de eventos. Usaba siempre un maquillaje casi natural y mi cabello por lo regular lo dejaba secar solo. Así que agradecería su invitación al salón.
La tarde pasó rápido mostrando otra cara de Hilary; una mujer orgullosa, vanidosa, soñadora y coqueta, no esperaba ver ese lado de ella y mucho menos que me agradara tanto.
La lluvia se abrió paso creando una tormenta un poco aparatosa, el automóvil ya nos esperaba para llevarnos al club, deseando que para ese momento Nicholas ya se encontrará en la Cena, sin embargo, al estar en el velero el tiempo era relativo. Nicholas podría pasar días sin notarlo, y más ahora que Anthony estaba acompañándolo, así que probablemente yo llegaría primero. La lluvia no me dejaba estar tranquila.
Al llegar al club la grandeza era abrumadora, no dejaban ningún detalle escapar, aun con el sorpresivo cambio de clima era penoso ver todo el exceso en el que participaba. Parecía ridículo que hicieran eventos recaudatorios cuando el simple menú costaba mil dólares por persona, esto me hacía sentir tan incómoda. Contaba los minutos para salir de esta actuación. No veía a Nicholas por ningún lado.
La música, la decoración incluso el vestido que traía eran tan costosos, evitar esos pensamientos estaba siendo imposible.
Cambia esa cara Macarena. - Susurro a mi oído Hilary sin perder la sonrisa en su rostro.
Es difícil hacerlo, son muchos excesos y no veo a Nicholas. - Refute tratando de copiar su postura.
Nadie te obliga a ser parte de esto. -susurro sin perder la sonrisa del rostro.
Sonrió alejándose mientras saludaba a la esposa del congresista o a alguien más importante.
Perra. -pensé.
Sin darme cuenta hasta la tercera llamada conteste mi celular, tenía varias llamadas perdidas de Anthony. Caminé hacia el jardín aún con la tormenta y me refugié debajo de un toldo alejándose del bullicio de la fiesta.
¿Hola? - Salude con duda. Era raro que él me hablara.
Macarena, gracias a Dios. Macarena, Nicholas lo perdí. - confesó mostrando desasosiego.
¿Anthony? ¿de qué hablas? - preguntaba confundida.
Nico, Macarena ¡NICHOLAS SE PERDIÓ NAVEGANDO! - añadió gritándome.
No entendía qué sucedía ¿cómo es que Nicholas está perdido? Él navegaba desde los 8 años, no era principiante. Me encontraba sorprendida ante su declaración.
¡MACARENA! -gritaba
Si… si, si, sigo aquí ¿dónde estás? - salí apresurando el paso, esquivando a las señoras. Dios no sabía ni a dónde iba.
Estoy en el muelle sur donde anclamos el velero. -contestó.
Llego en minutos. - respondí colgando al instante.
No veía a Hilary por ningún lado, estaba desorientada. Hacia dónde me dirigía, sólo nos quedaba esta noche antes de irnos de este lugar. Maldición Nicholas más vale que esto sea una maldita broma.
Maca ¿todo bien? - Hanna apareció a mi lado.
No encuentro a tu madre, y me tengo que ir. Algo pasó con Nicholas. Nicholas, tengo que irme. - Mis palabras brotaban sin sentido.
Tranquila ¡Wow! Vamos yo te llevo. No puedes ir sola en ese estado. Después buscamos a mi madre. - Sentenció Hanna mientras me guiaba a la salida.
Mi cabeza dolía, respirar se volvía difícil. No entendía qué sucedía. Cómo actuar ante esto. Todo me daba vuelta. Sentía una presión horrible en medio de mi pecho, mis manos temblaban ¿qué diablos pasaba?
Maca, escucha mi voz. Concéntrate en mi voz. - Escuchaba a lo lejos a Hanna. - Maca, ya llegamos. Necesito que respires profundo. Vamos tú puedes. - Hanna era dulce.
Poco a poco experimentaba como mis pulmones reaccionan, mis manos ya no temblaban. En ese momento me bajé del auto y salí corriendo hasta donde se encontraba Anthony con los que parecían oficiales y la guardia costera.
Continué corriendo, me detuve al estar frente a todos ellos. Mi respiración era ahora rápida, pero esto era mejor.
¿Qué ocurre? -cuestioné. - ¿Dónde está Nicholas? ¿Dónde está Nicholas? ¿DÓNDE MALDITA SEA ESTÁ NICHOLAS? - No paraba de cuestionar al no recibir respuestas.
La tormenta atrapó a Nicholas. No hay manera de ir a buscarlo si la lluvia no cesa. - Respondió el oficial lo más tranquilo posible.
¡ES RIDÍCULO! -Exclame. - Él nos necesita ahora, no cuando la tormenta lo lleve al carajo. - gruñía ante su incompetencia.
¿Qué podemos hacer ahora? - preguntó Hanna tomando todo el control. Había olvidado que estaba conmigo.
Por ahora nada, sólo tener paciencia y no perder la fe. - respondió otro de los oficiales.
Las carcajadas comenzaron a sonar. Era yo la que reía como demente. Me sentía tan iracunda ante las palabras de los oficiales que reírme ante su incompetencia parece ser más útil que ellos.
Calma Macarena, el oficial tiene razón. Es mejor ir a cambiarnos mientras dejamos trabajar a los oficiales. - Trataba de conciliar Anthony.
Anthony tiene razón, vamos a ponernos algo más cómodo. -añadió Hanna.
Escuchaba, pero no sentía que fuera lo correcto. Yo tenía que esperar aquí hasta que Nicholas regresará, hasta que la búsqueda comenzará. Hasta que me aseguren que era un mal sueño o una broma pesada. Hasta ese momento yo permaneceré aquí.
Tengo que hablar con Hilary. - replique.
En realidad, no quería decirle nada, yo no quería ser la portadora de estas noticias, pero era mi deber. Nicholas era mi esposo, su hijo. Tome el aire necesario para darme valor.
¿Dónde te metiste Macarena? - respondió al primer tono.
Señora Russell… -Me trabe al tratar de encontrar las palabras.
Tía, estamos en el muelle. - Anthony me quitó el celular y comenzó a hablar con ella.
Me quedé muda sintiendo la fría lluvia cayendo sobre mí mientras observaba como todo se movía con violencia. No dejaba de imaginarme que Nicholas probablemente se encontraba dentro de la tormenta pasando todo el suplicio. Las infinitas posibilidades de perderlo me invadía sin darme tregua.