Ya coincidí contigo,
que era lo más difícil.
Andrés Ixtepan.
Aún no me preguntaban sobre lo que decía la carta. Fue un buen día, teníamos cosas por empacar y enviar al otro lado del país. Creo que estábamos evitando una situación incómoda. Tal vez la carta unía cada uno de los otros paquetes, pero no era malo si esperaba un poco más antes de enfrentarnos al lío que Nicholas me había dejado y me enviaron por paquetería. Estaba molesta. Los psicólogos suelen decir que es otra etapa del maldito duelo. Nos convertimos en sacos de odio ambulantes, era divertido mantener esa imagen en mi mente.
La música de fondo evitaba que el aire de incomodidad inunde la habitación. Además, Sarah aprovecha para ensayar una de sus audiciones en Broadway. Me encantaba ver la pasión con la que interpretaba cada uno de sus personajes. Ella invariablemente era heroica, astuta, revolucionaria y con un talento nato, pero esta vez era diferente, puesto que por primera ocasión ella quería interpretar a una villana llena de complejos y auténtica. Sarah no tenía miedo de salir de su zona de confort, no como Victoria o como yo. Ella era un espíritu lleno de luz y valor. Podía ser revitalizante ver cualquiera de sus interpretaciones. Brillaba aun cuando estuviera en un agujero n***o.
Sarah comenzó a cantar más fuerte, estaba decida a terminar con cualquier rastro de silencio. Victoria y yo cruzamos miradas, decidimos en qué momento ceder.
Me encogí de hombros y cedí. Ahora éramos Sarah y yo hostigando a Victoria para que se uniera a nuestro coro.
Sonrió y así fue como en medio de cajas, bolsas y estampillas postales el departamento se transformó en una sala de karaoke.
¡Oh, I wanna dance with somebody... I wanna feel the heat with somebody Yeah, I wanna dance with somebody With somebody who loves me Oh, I wanna dance with somebody I wanna feel the heat with somebody Yeah, ¡I wanna dance with somebody With somebody who loves me… - cantábamos fuera de tono sin importarnos si los vecinos se pudieran molestar.
La tarde fue más relajada. Cantar y bailar al ritmo de Whitney Houston era nuestro himno. Sin percatarnos, empacar y dejar parte de mi vida fue rápido, menos difícil de lo que me negaba a creer. Después de todo, Hilary si recibiría las cosas de Nicholas antes de navidad.
Tengo hambre. - declaró victoria.
Sonreí. Ella siempre tenía hambre.
Busquemos algo de comida ¿qué les parece si vamos a la cafetería de enfrente? - Sarah buscaba opciones en su celular.
Yo quiero pizza. - sugerí
Salgamos pues. Yo tengo hambre, comeré cualquier cosa. - cedió victoria.
Salimos del departamento al mismo tiempo que mi vecino del 12. Al ver la cara de complicidad entre Victoria y Sarah supuse que era lo que estaban deseando. Yo las observaba incrédula.
Hola vecino. -dijeron al mismo tiempo y casi con el mismo tono.
Hola chicas. - respondió él dándoles su mejor sonrisa. Parecía todo tan preparado. - Hola. - dijo de nuevo, pero esta vez dirigiéndose a mí.
Sonreí a modo de saludo. Algo en él me inquietaba.
A ti no te conocía. - declaró. - Soy Elijah, tu vecino del 12. - Extendió su mano para que la estrechara.
Macarena. - Respondí tomando su mano.
Su mirada era profunda, transmitía demasiada energía. Nunca creí que con un toque pudiera sentir tanto.
Por fin, mi nueva vecina del 13. Ya coincidí contigo, eso era lo más difícil. - Expreso siendo confuso para mi leer entre líneas.
Nos vemos. - me despedí dándoles un empujón a Sarah y Victoria hacia el elevador.
Él se dirigía al mismo sitio, lo que sugiere que nos acompañaría por otro momento más. Diablos me hacía sentir tan expuesta. Algo en él, era inquietante para mí. Tan misterioso, pero transparente. Su dualidad me llenaba de intriga y curiosidad.
Parece que bajamos juntos. - Seguía sonriendo.
Su celular comenzó a sonar y eso me daba un respiro, sin embargo, para él no era así. Su rostro se transformó por completo al ver el número en la pantalla. Se nos quedó viendo, sonrió, pero era diferente.
Aguardaré al siguiente. Me dio gusto conocerte al fin Macarena. Nos vemos chicas. - Se despidió al tiempo que el elevador abrió sus puertas.
Nos vemos Elijah. - respondió Victoria dulcificando su voz.
Entramos al elevador. Sentía su mirada en mi dirección. Él mantenía firme sus ojos en mí ¿Qué buscabas en mí? Las puertas se cerraron, al tiempo que soltaron un chillido de emoción.
¿Qué les ocurre? - cuestioné su actitud.
Por favor Maca, él es guapísimo. No puedes negarlo. -sentenció Victoria.
Es verdad Maca. Tienes al vecino más guapo de la historia de los vecinos. Es tan misterioso, atlético, cautivador. - Sarah exclamaba con todo lo que le atraía de Elija.
No lo sé, no me da buena espina.- mentí. -Parece ocultar algo, a lo mejor es un psicópata. Es decir, ¿qué saben de él? Es la primera vez que lo veo y pareciera que buscaba encontrarse con nosotras. - Hablaba con paranoia en mi voz, ocultando el sentimiento de desvelo que me dejo.
Se quedaron calladas, desconocía si era porque pensaban en mis palabras o porque buscaban objetarlas. Podrían ser las dos. Soltaron unas carcajadas al tiempo que intercambiaban miradas cómplices. De esto me había perdido.
No sé a qué se dedica, pero apuesto a que es abogado. Siempre usa trajes y por Dios que le van perfectos. - ovacionó Victoria.
No, para nada, él no es abogado. Por favor Victoria, Elijah es totalmente de Wall Street. Es perfecto, y además coincide con todos esos guapos robots del dinero. - Sarah refutó enérgica.
Pero Maca, lo conocemos. Él vive desde hace dos años. Es amable y respetuoso. No creo que tengas algo por qué preocuparte y mucho por degustar. -dijo arrastrando las palabras.
Yo no podía creer que ambas se dejarán llevar por ese hombre. Es posible que fuera atractivo, que su imagen estuviera pulcramente trabajada y que poseyera una audaz manera de conducirse, pero eso no era para tanto. No para mí.
Vamos a comer algo. Tener el estómago vacío les afecta su mente. - aseguré mientras entrábamos a la cafetería a unas cuadras del departamento.
Era extraño volver a caminar por este lugar. Cada uno recorrido de la mano de Nick. Cada lugar, cada aroma e incluso el más pequeño detalle me transportaba hacia aquel año cuando nos mudamos juntos.
Llegó nuestra orden, Victoria y Sarah seguían comentando cosas acerca de Elijah. Mi vecino había causado una buena impresión en ellas. Y tal vez algo más en mí.
Es del FBI o de la CIA. - Agregue mientras lo encontraba caminando por enfrente de la cafetería. Seguía hablando por celular. Sus pasos eran seguros y alertas.
Victoria y Sarah intercambiaban miradas asimilando mi declaración. No comprendía cómo había llegado a esa conclusión. Tenía sentido que fuera parte de esas organizaciones. Después de todo lo que comentaban sobre su misticismo, lo heroico, centrado y siempre vistiendo de esa manera, añadiendo la sensación que propagaba de tener conocimiento de todo a su alrededor. Podía asegurar que pertenecía a alguna de esas dos agencias.
Sólo creo que es parte. La única manera de averiguarlo, es preguntarle. -sentencie. - Digo al ver su interés en él. - aclaré para afirmar mi punto.
Lo importante es que tu vecino es muy guapo y soltero. - afirmó Victoria con entusiasmo.
Sarah sonrió ante esa idea y comprendí que fueron los años que cuidaron de mí y del departamento que surgieron eventos de los cuales ahora era completamente ajena.
Melancolía, ahora era un saco de melancolía.
Terminamos de comer. La noche se instalaba en las calles de Nueva York. Nos despedimos en la cafetería, caminaría sola hasta el departamento. La gente suele creer que es peligroso hacerlo, y puede serlo, pero por mucho tiempo recorriendo estas calles te sientes segura.
Lo que me preocupó por mucho tiempo era entrar al departamento, hacerlo sola. Casi estaba por cumplir el mes de vuelta y me costaba trabajo cruzar por la puerta del edificio.
Buena noche Macarena. - dijo Elijah trayéndome de regreso mis pensamientos. - Fue mi día de suerte. - agregó.
Buena noche Elijah, ¿por qué es tu día de suerte? – pregunté al mismo tiempo que me arrepentía de hacerlo.
Pues llevo dos años viviendo aquí, y hoy por fin te conocí. - manifestó dejándome sorprendida. - Llegué a preguntar si pondrían a la venta el lugar. Estaba interesado. Tienes la mejor vista de la ciudad.
No está a la venta. -conteste a la defensiva. - Lo siento, pensé en hacerlo, pero me gusta vivir aquí. - añadí tratando de no ser más grosera.
A mi también me está gustando.-respondió.
Asintió y caminamos juntos hacia el elevador. Ya no tendría escapatoria. Subiremos juntos. Y aun cuando el silencio entre nosotros era cómodo, mi cuerpo estaba tenso a su lado, presintiendo algo malo a punto de estallar. Tal vez era mi predisposición a pensar mal, sobre todo.
Las puertas se abrieron en nuestro piso, dejándonos libres. No pude continuar con algún tipo de conversación con él, me ponía nerviosa.
Nos vemos Macarena. - Se despidió sembrando una promesa.
Se dio media vuelta hacia su departamento. Yo hice lo mismo, pero me detuve al instante en que me percaté de que la puerta había sido forzada.
¡Elijah! -dije casi como un susurro. Por suerte logró escucharme.
Camino directo al lugar. Sin miedo, descubriendo un arma debajo de su saco. Después de todo si era algún tipo de agente.
No entres hasta que yo te diga. - me ordenó.
Asentí, sin embargo, lo seguí de cerca. Era periodista, a veces no medía el riesgo.
Se escuchó ruido. Parecía que seguían adentro. Elijah con fuerza ingresó al departamento dejando al intruso a la vista. Su rostro se hizo evidente gracias a la luz que ingresaba por los ventanales. Elijah corrió para atraparlo.
¿Nicholas? - Era Nicholas ¿Lo había imaginado? A lo mejor mi mente me jugó una mala pasada.
Elijah fue corriendo tras él por las escaleras contra incendio. Deseaba que lo atrapara. Tenía que confirmar que no fuera Nicholas.
Encendí la luz. Las cajas estaban todas revueltas. Había estado buscando algo.
¿Qué diablos estaba sucediendo?