La carta.

1358 Words
De la vida obtienes lo que te atreves  a pedirle. Oprah Winfrey.   Tenía mi apartamento a reventar de extraños. Mi madre no paraba de tratarme como si en cualquier momento fuera a romperme. Era más fuerte que eso, por lo menos deseaba creerlo. Los policías trataban de resolver el allanamiento al lugar con preguntas realmente tontas, pero bueno yo les dejaba hacer su trabajo. No estorbar, ni buscar hacer su labor. Mi mamá ya los acosaba lo suficiente. El rostro de Nicholas saliendo por la escalera de incendios perturbaba mi mente. Por un breve instante me decidí a creer que mi imaginación me jugaba una mala broma. Era tanto mi deseo por tener a Nicholas a mi lado de nuevo que lo veía por todas partes. Aunque fuera en el rostro de un ladrón. Genial estaba perdiendo todo mi juicio. Hija, cariño. - Mi madre se acercaba a mí con una taza de té. - Trata de tomar esto, te ayudará a tranquilizarte. Tome la taza en mi mano. Observe el líquido amarillento que contiene, el aroma era un tanto desagradable. Eran uno de los remedios caseros que mi abuela le enseñó a mi madre antes de marcharse de México. Gracias abuela. Por otro lado, estaba Elijah conversando con los policías. De vez en cuando dirigía su mirada hacia mí, con una ligera sonrisa me mostraba que todo en algún momento volvería a la normalidad. Señorita López. -Se dirigió a mí uno de los oficiales. - ¿Puede decirme si le hace falta algo? - Era una joven bastante amable, parecíamos de la misma edad. La verdad es que veo todo lo que tenía empacado. Hasta que vuelva a poner las cajas en orden no podré estar segura. - Respondí tan amable como me fue posible. Entiendo. -Sonrió. - Pues tendrá que acompañarnos al precinto a poner la denuncia y así proceder con la investigación. – Declaró. Oficial no creo que sea lo apropiado. Mi hija no se encuentra bien, tome su declaración aquí. -Mi madre objetaba ante los policías. Escuchaba a lo lejos la conversación que tenía mi madre con los oficiales. Ella solía conseguir lo que se proponía, después de todo era socia de una importante firma de abogados. Una y otra vez el rostro de Nicholas invadía mi mente. Fueron muchas las noches en las que me desperté gritando su nombre, soñaba todo el tiempo con él. Al principio disfrutaba tenerlo en mis sueños, puesto que recordaba los momentos que pasamos juntos, pero en los años siguientes me fueron perturbando. Por un tiempo creí que así sería mi vida, pero dejaron de ser constantes las noches en las que su rostro me quitaba la tranquilidad. Me atormentaba pensarlo de esa manera. Yo lo amaba, al menos eso creía. Macarena, respira tranquila. - La suave voz de Elijah me sacó de mis pensamientos. Sin darme cuenta fui presa de otro ataque de pánico. Maldición. - Oficiales, mañana a primera hora la señorita López dará su declaración en el precinto. -Sentenció sin dejar lugar para réplica. Perfecto, una patrulla está afuera del edificio cuidando por si el delincuente decide regresar. Le recomendamos no quedarse sola señorita López. La esperamos mañana en el precinto. Buena noche. - Se despidieron los oficiales. Yo los acompaño. - Agregó Elijah dejándome sola con mi madre. Podía ver en mi madre la admiración que surgió al ver a Elijah en su heroico momento, al parecer se sumaba otra chica a su club de fans. Siempre esperé ver algún rastro de ese sentimiento hacia Nicholas, pero era más fácil ver decepción o inquietud en su rostro cada que nos reunimos. Lamento coincidir en esta situación señora. – señaló Elijah. -Soy Elijah Reed agente del FBI y vecino de su hija. - se presentó, dando una gran impresión. Mucho gusto Agente Reed. Me da gusto saber que mi hija contó con su ayuda. -Tomo su mano.  Si me permites Macarena, me gustaría acompañarte al precinto mañana. - Su voz suave, pero varonil no daba opción. Claro, me imagino que tú tendrás también que rendir tu declaración. - Accedí sintiéndome una pequeña niña. En serio, quiero agradecerte por ayudar a mi hija. -Mi madre expresó su gratitud. Genial ahora mi vecino era mi héroe. No tiene nada que agradecer Señora López. No iba a permitir que algo malo le sucediera a Macarena, es decir, -sonó nervioso. - a ninguna persona. Sí puedo ayudar, lo haré. - respondió tomándose un momento para desviar su mirada penetrante hacia mí. –Bueno, es momento de marcharme, las dejo descansar. Cualquier cosa este es mi número. -Le entregó una tarjeta a mi madre y se dirigió a la puerta. Le arrebate la tarjeta a mi madre de sus manos, confirmar que es un agente federal me llenaba de satisfacción ¡Lo sabía! Elijah Reed era un agente del FBI. Me alegraba saber que mi percepción no se había esfumado. No pude evitar sonreír como una tonta a la tarjeta, mi madre me captó malinterpretando la situación. Tienes un vecino muy atractivo. -Sentenció con tono complaciente. Voltee la mirada sin contestar a su declaración. Agradecí mucho lo que hizo por mí, sin embargo, tenía otra situación más importante sucediendo en el mismo momento. Es hora de dormir muñeca, ¿te preparo la cama? ¿Necesitas algo más? -Sin evitarlo la preocupación de mi madre se filtraba entre sus palabras. -Cariño, no quiero que estés preocupada, recuerda que de la vida obtienes los que te atreves a pedirle. Así que no te preocupes. No madre, no te preocupes. Muchas gracias por estar aquí. Ve a dormir. El cuarto de huéspedes está listo. Descansa, estaremos bien. -Respondí dándole un abrazo y caminando a mi alcoba. Para no preocupar a mi madre tendría que pasar la noche en la habitación que evité durante años. Bueno a veces no puedes hacerlo para siempre. Tome el sobre que contenía la carta. Después de dos investigadores privados que renunciaron, me encontré en el camino a T.H. y por un momento llegué a pensar que él también lo había dejado, pase meses sin respuesta, ya lo había dado por perdido. Tomaría esta noche para leer su carta y reunir el rompecabezas que me envió por paquetería. Miss L. Querida, lamento el tener que renunciar sin antes concluir el trabajo que contigo adquirí, sin embargo, me ha sido imposible continuar con la búsqueda.  Me temo que ahora comprendo la situación a la que mis colegas se enfrentaron y por lo tanto me veo en la necesidad de alejarme de esto. Le pido miss L. deje todo como esta, no le llevará a buenas noticias continuar. Algunas veces es recomendable apartarse de la tormenta. En esta ocasión las puertas deben permanecer cerradas y sin duda ocultar el código que les permita el acceso. La seguridad será entonces lo que hemos de preservar. El recorrer los lugares que frecuentaba espero no esté en sus planes, no veo que tengan para usted las respuestas que busca. Por suerte es muy joven y sin duda tendrá una vida maravillosa. Comprenderá que por razones de tan alta magnitud esta será nuestra última conexión. Le deseo buena vida miss L.  Atte. T.H. Odiaba leer la renuncia de T.H. Él era mi última esperanza. Algo no cuadraba, es decir, entonces la llave y la memoria. Reconocí que por lo menos él hubiera tenido la delicadeza de anunciar su renuncia, los otros investigadores simplemente me aplicaron la ghosting.  Era extraño lo que había sucedido hoy, pasaron más de 3 años en los que yo no pude vivir aquí y no habían intentado robar, hasta este momento, cuando la oportunidad de un lugar completamente amueblado y deshabitado estaba. Sentía mis emociones apuntar hacia la intriga. ¿Ahora que haría? Dudas y más dudas explotaban en mi mente, hoy no tendría una noche tranquila. Por más que pensara en dejar todo el pasado y avanzar sin miedo algo me detenía. Tal vez era yo.  A lo mejor poseo más interrogantes, pero esta vez no lo haría sola. Era difícil para mí pedir ayuda, dar explicaciones podría ser fatigante, aunque había llegado a mi límite. No podría continuar sola.
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