Epifanía.

1471 Words
La vida sólo se puede entender hacia atrás, Pero hay que vivirla hacia adelante. -Soren Kierkegaard.   El sol estaba en su punto más alto, para ser invierno era un día muy caluroso. Tal vez, por el material de la construcción se sentía así, pero la verdad me estaba siendo difícil mantener mi calma. -          ¡Maldita sea Macarena! ¿Dónde dejaste las cuentas bancarias? – colérico estallaba Anthony. -          ¿A qué cuentas bancarias te refieres? –fingí no saber de lo que hablaba. La desesperación lo invadió haciendo que perdiera los estribos, arrojando cualquier cosa que se encontrara en su camino. Nicholas se notaba tenso ante la situación. La frustración pronto nublaría su mente. -          Déjate de estupideces. –bramo acercándose con violencia a mí. –¡Ya me hartaste! Yo no estoy para tus juegos. –estallo tomando mi brazo con rabia. -          ¡Suéltala! –intervino Nicholas. -          ¡Maldición Nick! Ya no la defiendas, nos está hundiendo ¿acaso estás ciego? – exasperado Anthony. Mi cabeza comenzó a doler con fuerza, era todo consecuencia de esto. Estaba agotada, Nicholas trataba de mostrarse fuerte, sin embargo las bolsas debajo de sus ojos eran cada vez más notorias. Debía ya no preocuparme por él, después de todo lo ocurrido era lo menos que se merecía. -          ¿Qué hiciste con esa información Maca? – cuestionó Nicholas. -          Ya dije que no se de lo que hablas. –mantuve mi postura.- Lo que puse en la caja de seguridad fue todo lo que recibí. Siempre creí que podíamos descubrir cuando mentíamos, o por lo menos, yo juraba que sabía cuándo Nicholas me ocultaba algo. Se hoy que fue estúpido, era la única transparente en nuestra relación. Así que no titubeaba. -          Maca –suspiro. –Ya quiero terminar con esto. Por favor. –suplico. Tocaba su cabello siempre que se sentía superado, era una manía que al parecer no había cambiado. Lo estaba considerando, después de darle todo ellos se irían, pero no era correcto ni justo que se fueran intactos. -          ¡Váyanse al diablo! – espete. –Yo no buscaba nada de esto, no lo merecía. Yo te amaba Nicholas, me entregue y tú tal vez fingías, pero al final nosotros somos los que perdimos una vida en que pudimos ser felices ¿para qué? No veo que Anthony saliera tan afectado como nosotros, pero sabes que ¡a la mierda! – Estalle liberando ira. Quedamos en silencio, ya no tenía más que decir. Había llegado a un punto muerto, no había manera de volver. -          Llama para que vengan por nosotros. –Ordenó Nicholas. -          ¿En serio? ¡venga viejo! No podemos dejar… -          ¡LLÁMALOS! –gritó Nicholas interrumpiendolo. Sin más que objetar o poder hacerlo se apartó mirándome con tanto odio. La rabia y el rencor que él sentía hacia mí, me daba cuenta que siempre fue así. No lograba explicarlo, pero lo sentía. Anthony y yo no fuimos nunca del agrado del otro. Mi mamá solía decir que sólo era envidia, pero no llegue a comprenderlo. -          ¡LA POLICÍA ESTÁ AQUÍ! –Exclamó Anthony desde la ventana. Nicholas me volteo a ver confundido, yo trataba de no demostrar mi alegría y alivio, pero no podía lograrlo. -          ¿Te siguieron? ¿Cómo llegaron aquí? ¿Qué diablos hiciste Anthony? -  cuestionaba alterado. -          ¡¿Yo?! Déjate de estupideces, sabemos que fue la zorra de Macarena ¿Cómo lo hiciste perra? –bramo Anthony. -          Yo… yo… -titube. –No lo sé, supongo que cuando accediste a mi caja de seguridad. –sugerí. -          ¡Maldición! – rabiaba. -¿Qué hacemos? –caminaba de un lado a otro perdiendo el control. -          Vamos a la azotea, esperaremos el helicóptero. – dijo Nicholas tomando el mando. Me sujetaron llevando con ellos. Quise poner resistencia, pero esto ya estaba terminando. No había salida. Nicholas y Anthony pagarían por esto. -          Vamos chicos dejen que me vaya, sólo les estorbo. No compliquen más. – suplique. -          Calla. Date cuenta que eres nuestro boleto de salida. – refuto. Llegando a la escalera faltaba un piso para que estuviéramos en la azotea. El ruido que hacían los agentes se sentía cada vez más cerca, lo premiaba. Realmente no sabía qué sucedía, cómo llegaron tan rápido conmigo, o si en medio de todo yo era la causante de esto sin embargo deseaba el final. -          ¡NICHOLAS RUSSELL Y ANTHONY WELLS ESTÁN RODEADOS, RÍNDANSE! – La voz inundó todo el edificio. -          ¿Cómo diablos saben que estoy vivo? –cuestionó Nicholas entrando en pánico. Su mirada lucía desorbitada. -          Tranquilo viejo, el helicóptero nos espera. – concedió Anthony. Yo buscaba la manera de librarme de todo esto, después de lo sucedido no deseaba que le pasara algo malo. Esperaba que pudiera huir y encontrar aquello que tanto le hacía falta. Actuaba estúpida, era consciente de ello, sin embargo, por tantos años lo busqué y esperé me sentía culpable de toda esta situación. Tal vez debí resignarme a su “falsa muerte”. Eso hubiera complicado menos las cosas. Al llegar a la azotea el ruido del helicóptero retumbaba por todos lados, la fuerza del movimiento de las hélices agitaban tanto el aire que me era difícil mantener el ritmo en los pasos de Nicholas. Qué sucedería si no tuviera oportunidad de librarme de esto, si tuviera que acompañarlos en su escape. -          Por favor. –implore. –Déjame ir Nick. Por un instante vi en su mirada la posibilidad de permitirme alejarme, que lograba comprender lo absurdo de la situación, pero más que otra cosa, que esto, que lo nuestro se había terminado. -          ¡MACARENA! – su voz sobresalió del ruido que emanaba el helicóptero. – Nicholas Wells suelta a Macarena. –Mandó Elijah mostrando tener el control en esta situación. La desesperación en los movimientos de Anthony fue notoria, corrió sin esperar a Nick directo al helicóptero, parecía huir dejándolo aquí. Vimos esas acciones y sin necesidad de palabras ellos ya se habían puesto de acuerdo para el desenlace de tan fatídico escenario. El helicóptero comenzó a elevarse, alejándose de nosotros. Veía a Elijah preparando algo para detenerlo, me sentía confundida. No esperaba que él siendo un agente del FBI viniera a buscarme, bueno a rescatarme. Y tal vez había visto o leído demasiadas notas policíacas, pero esto estaba muy calculado. Era como si en realidad fuera una operación de tiempo atrás. Nicholas comenzó a caminar hacia atrás, rumbo a la orilla del edificio. Me jalaba con cada paso que daba, estaba decidido a que yo iría con ellos. Maldecía. -          ¿Estás saliendo con él? –espeto. -¿Por eso me abandonas? ¡MALDICIÓN MACA! Yo te amo. – -          Vete al diablo Nick –rabiaba. –Te esperé por cinco años, te busque y estuve como idiota llorando ¿Yo te abandone? No me jodas. –sentencie. -          ¡NICHOLAS WELLS SUELTA A LA SEÑORITA MACARENA! –Indicaba Elijah a través del megáfono. - ¡ESTÁS RODEADO, RÍNDETE! -          Veo mucho interés en él por ti Maca. Bien por ti, al final siempre consigues rodearte de grandes hombres. – Se había detenido al filo del edificio esperando a que el helicóptero se acercara lo suficiente y poder subir. Deseaba pensar que sus palabras no eran más que dolor en su alma, no buscaba provocar heridas en mí. -          Creo que es tiempo de dejarnos ir. –confesé. –Es seguro que nos amábamos, pero nos hacemos daño. Tal vez en otra vida. Mire fijamente su agarre soltándome de él. Toque por última vez su rostro, plantandole un beso casto en sus labios. Nos liberaba de lo nuestro. Logró sujetarse de la escalera que había lanzado el helicóptero. Se alejaba. Esta vez para siempre. Caminé lejos de la orilla, sintiendo cómo recuperaba el aire que sin darme cuenta me habían privado. Se desplegaba todo el operativo buscando impedir que huyera, parecía bizarro en extremo. Me mantenía ajena de ante eso, camine buscando abandonar el lugar y no estorbar en lo que sea que pretenden realizar. Sentí que sujetaban mi mano, poniéndome un poco nerviosa. -          ¡Lo siento! –se disculpó al ver mi reacción. Sin detenerme a pensar, me aferre a sus brazos buscando esa paz de la que me solía invadir. -          Tranquila Maca. Ya estás a salvo. – susurro a mi oído. – Venga vamos a llevarte a casa. Mientras abandonamos el edificio Elijah iba dirigiendo a los agentes. Seguían de cerca el helicóptero, no tardarían en capturarlos. Concluiría todo este mismo día. Después de cinco años, ya no habría más historia entre Nicholas y yo. Elijah me ayudó a subirme a su camioneta alejándonos de la escena repleta de agentes uniformados y corazones rotos.
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