Nicholas, California.

934 Words
I pull you in to feel your heartbeat Can you hear me screaming "Please don't leave me" Hold on, I still want you Come back, I still need you Let me take your hand, I'll make it right I swear to love you all my life. Hold on - Chord Overstreet.   Me sentía devastado al verla demacrada, sin esperanza y la decepción en su mirada sentada en ese viejo colchón. Pensé que todo sería más fácil cuando decidí comenzar en este negocio. Tal vez era aún demasiado joven y estúpido, creyéndome tan inteligente, fuerte y astuto. No medí las consecuencias, pero lo más importante es que no previne la llegada de Macarena a mi vida y los cambios que haría en mis planes. Necesitábamos una coartada para mis viajes constantes a México, alguien del que nadie sospechara. Que apareciera Macarena, nos brindaba el soporte para las transacciones. Era todo para darle buen cimiento a nuestro negocio. Anthony y yo queríamos independizarnos, comenzar nuestro propio negocio con una visión vanguardista que no converge con la de nuestros padres. Y al encontrarnos con la oportunidad de poder demostrarles lo equivocados que estaban, además de ser los más jóvenes exitosos dentro del medio de la construcción nos motivaba continuar. Éramos dos jóvenes adolescentes jugando en la mesa con los adultos, tratados como iguales, sin embargo las responsabilidades y obligaciones algunas veces nos venían demasiado grandes. No eran cosas de las cuales pudieran presumir. Tantas veces quise terminar con esto, pero la arrogancia y estupidez me cegaron al sentir tanto poder y control sobre mi vida o la de los otros. Conocer a Macarena fue parte de un plan, uno que llevábamos tiempo perfeccionando, lamentaba todo, aunque yo ya no tuviera oportunidad de salir. Trate de mantenerme lejos de ella, ya no causarle más desdicha, pero lo había hecho imposible. La subestime. Su inteligencia, su bondad, y toda esa lealtad hacia mi que no merecía. Todo eso nos trajo a este punto. Trabajé duro para mantenerla lejos de esto, que mi muerte fuera la oportunidad de comenzar. Sin embargo, mis errores y su obstinación nos arrastraban una y otra vez al mismo infierno. Fui el ser más egoísta, pero me condené a una vida sin ella con tal de verla feliz. -          ¿Maca? – dudaba de hablarle. Su mirada llena de dolor y decepción eran estacas con veneno, lo merecía. -          Déjame ir. -imploraba. – Ya tienes las cosas, yo prometo olvidarte. No sabrás de mí. Ya no te buscaré. Escuchar salir esas palabras de sus labios aun cuando eran consecuencias de mis actos, me destruyen. Tenerla cerca me hacia tan bien, ella poseía todo para hacerme feliz. -          ¿Quieres agua? – cambie el tema. No podía dejarla ir. No aún. No estaba listo. Suspiro llevando sus piernas más cerca de ella, buscando protegerse. Yo era el monstruo del que temía por las noches. Nunca imaginé convertirme en eso, no para ella. Con toda la luz que poseía era grotesco ser yo quien se lo quitara. -          No dejaré que Anthony siga cerca de Victoria. – prometí tratando de mejorar un poco la situación. Lágrimas caían por sus mejillas, anhelaba poder consolarla y quitarle todo el peso de sus hombros, tal vez aún buscaba la manera de quedarme a su lado y ser yo quien la proteja. Estúpido. -          Maca… - titubee. -          Quieres parar. – Espetó. - ¿Qué más quieres de mí? Estoy cansada Nicholas. – se quejó. Entendía cada emoción, después de todo, ni por ella dejaba mi egoísmo. La necesitaba en mi vida, su amor incondicional y lealtad era lo que mas me hacia falta. Verla a mi lado al despertar y abrazarla por las noches al dormir. No debía pedir más de ella, pero estaba sediento. Moría de celos al verla cerca del idiota, ese sujeto del FBI. La quería para mí, para nadie más. Detestaba verlo entrar y salir de nuestro hogar, que ahora fuera él quien cuidará de ella, pasará los días y le entregará sus noches. Enloquecía de sólo imaginar que llegara a tocarla, besar sus labios, esos que tanto me fascinaban. Que ahora fuera él quien compartiera esta vida, aún cuando me queda el consuelo de encontrarnos en otras vidas. Yo no la quería con nadie que no fuera yo. -          Quédate conmigo. – le rogué. -          ¿Para qué? – repuso sin levantar la mirada. - ¿Para ver cómo somos los únicos que perdernos una y otra vez? ¿Para vivir escondidos? ¿Temerosos de que todo se venga abajo? – objeto. Sostenía su mirada esperando que pudiera debatir, buscando que sus dudas fueran sólo una cosa sin importancia. Era una locura pedirle que estuviéramos juntos, porqué entonces qué sería de todos estos años pasados. -          Renunciaste a nosotros. – suspiro. – No quieras pelear ahora, no después de irte sin darme la oportunidad. -          Podemos hacerlo aún. – me aventure. – Es una locura, pero tal vez debimos vivir todo esto para poder estar juntos. -insistía. -          ¿Por qué hasta ahora? ¿para qué no te denuncie? Buscas  la manera de salvarte jugando conmigo ¿no te cansas? – me reprocho. No sabía perder, no me gustaba tener la sensación que las cosas no salían como yo quería. Me dolía que esta fuera una de esas ocasiones, debía admitirlo, merecía todo el desprecio de Macarena. Era el momento de dejarla ir. Lo que comenzó un verano en California y se transformó en el otoño del 2013 en Nueva York con la llegada de Macarena a mi vida, hoy terminaba con su despedida
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