Todos tenemos dos elecciones:
estar llenos de miedo
o llenos de amor.
Albert Einstein.
El traslado en la camioneta junto a Elijah fue pacífico, no me invadió con preguntas ni con exceso de cuidados. Mi mente viajaba una y otra vez al momento en que Nicholas subía a ese helicóptero, dejándome la promesa de encontrarnos en otra vida. Seguíamos cayendo en ese error, como si el consuelo de volvernos a ver mitigaría el daño que nos hicimos en esta vida, una con la que no supimos lidiar. Me sentía ajena a todo incluso a mí misma. Necesitaba tranquilizar mi mente antes de llegar a casa, en realidad no sabía ni a dónde nos dirigíamos. Tal vez sí lo mencionó, pero estaba tan absorta en mi misma que no dispuse la atención suficiente, ¿debía preguntar? No deseaba otra cosa más que meterme en la tina y darme un largo baño.
Comencé a sentirme más relajada, realmente esto había terminado. Puse atención al camino, disfrutando del silencio. Me percate que seguía la ruta para llegar a nuestro edificio, voltee a verlo para agradecerle, pero pude observar sus nudillos blanco sosteniendo con fuerza el volante de la camioneta. Observe líneas de cansancio en su rostro y lo que parecían ser bolsas debajo de sus ojos. Al parecer él también estaba lidiando con todo lo que ocurría en su mente. Nunca llegue a cuestionar lo conveniente que fue la llegada de Elijah al edificio o inclusive como encajo perfectamente en mi vida. Lo mucho que se interesó por la ausente vecina de enfrente, tanto que basto apenas unas cuantas charlas y cenas para que fuera a mi rescate. Tal vez estaba tratando de minimizar los sentimientos de ambos, un poco más mis sentimientos por él. Pensar que había otras intensiones en sus acciones facilitaba el negar que me estuviera enamorando de mi galante vecino, después de todo aun me encontraba rota y desconfiada. Sentía que me perdía de algo, sucedía otra cosa con él, lo podía notar pero no sabía cómo llegar a averiguarlo.
Lo observe tan simple y desinteresadamente, fingiendo que no buscaba respuestas para cuando él se estacionó afuera del edificio de departamentos.
- ¿Algo más sucede? –fue directa.
Estrujo el volante, meditando sus palabras. Al parecer era algo malo y no quería hacerlo peor.
- Sólo dilo. –insistí.
- ¿Ibas a huir con él? – cuestiono mostrando dolor en su mirada.
Me tomó por sorpresa su pregunta, no lo había pensado. Es decir, huir con Nicholas no fue una opción en algún momento, pero el haber dado esa impresión me desconcertaba. Hice todo lo que pude para retrasar el momento y él pensaba que huiría con Nicholas. Me sentía insultada. Molesta.
- ¿Y eso a ti qué? – me puse a la defensiva, eso no era correcto. – Estoy casada con él, ¿Qué se supone que hiciera?
Vi cómo la mirada de Elijah se tornaba oscura y distante, no sabía porque había respondido eso, realmente me arrepentía, pero era demasiado orgullosa como para ceder.
- Es un delincuente. – su voz cambió. –Desplegué todo este operativo y para que al final tú no quisieras ser salvada. Para que al final… - detuvo sus palabras.
- ¿Para qué al final qué? ¿Qué es realmente lo que te molesta Elijah? – lo enfrente.
- Para que al final lo eligieras a él ¿No se supone que el bueno se queda con la chica? –confesó soltando la frustración y dolor que lo atormentaba.
Tome sus manos entre las mías, alejándolas del volante y enfrentando nuestras miradas. Toqué su mandíbula buscando quitarle la tensión que acumulaba. Y sin pensarlo por más tiempo, plante un beso, un simple beso en sus labios. Sin esperar que él lo respondiera, colocó sus manos en ambos lados de mi cara profundizando nuestro beso, nuestro vínculo, llenándonos de esa luz que perdimos los días pasados.
Nos separamos por un momento, mirándonos fijamente diciéndonos todo aquello que estuvimos callando. Sonreí tomando de nuevo sus manos entre las mías dándome un ligero apretón.
- Creo que ambos necesitamos una ducha. – mostró una sonrisa juguetona.
- Dormir un poco también nos caería bien. –dije abriendo la puerta de la camioneta.
- Espera… -tenia aun una pregunta en mente y yo sabía la respuesta.
- Hice tiempo para que llegarás a salvarme, yo no iba a ir a ningún lado. Elijah, ya estoy en casa.
Abandone la camioneta dirigiéndonos a la puerta del edificio, voltee para percatarme de la sonrisa más genuina que había visto.
- ¿Vienes? – le dije.
Salió corriendo hacia mi lado. Subimos juntos a mi departamento. En el, mi madre, y mis amigos me esperaban.
Solté la mano de Elijah para abrazarlos, parecía una eternidad de tiempo que estuve lejos de ellos. Mi mamá me soltó un poco y tomó la mano de Elijah invitándolo a acercarse a nosotros, ella lo había amado desde el primer día que lo conoció, al igual que Sarah y Victoria.
- ¿Cómo te sientes? – cuestionó mi mamá mostrando su preocupación.
- Estoy mejor ahora, gracias. No quería preocuparte, a ninguno de ustedes. – lagrimas salían de mis ojos.
- Lo siento tanto, tanto Maca. – sollozaba victoria.
- No nena, nada de eso. Fue una tontería pelear. – replique abrazándola.
- ¡Eh! Yo también quiero un abrazo. – dijo Sarah acercándose a nosotras.
- Muchas gracias Elijah. – agregó mi mamá. – Gracias por traerla de vuelta, sana y salvo.
- Se los prometí y no estaría tranquilo si no cumplía con ello. – declaro, entregándome esa promesa.
- No entiendo. –dije. -¿Cómo nos encontraron? –cuestione un poco confundida.
Todos se miraron, eran cómplices, gozaban de un secreto en común.
- Seguí lo más que pude a la camioneta que te tomo, alcance a ver algo de las placas y pensé en llamarte, pero Sarah contestó tu celular así que sabía que tendríamos que avanzar rápido. –comenzó diciendo Elijah.
- Después vino Anthony, supimos que tu desaparición tenía que ver con él y Nicholas. Sería cuestión de tiempo para que llegaran a la caja de seguridad del banco y ese sería nuestro momento. –continuo Sarah. –Contábamos con que tú los enviaras a buscarlos.
- Lamento mucho que pasarás esos momentos Maca, en realidad me siento un poco responsable. – añadió Victoria.
- Tonterías, les debo todo. Gracias a ustedes estoy aquí. –les agradecí.
La tarde paso lento y sin contratiempos, tome la larga ducha que merecía, al salir del baño vi a Elijah recostado en mi cama, con el cabello algo húmedo. Seque un poco mi cabello antes de unirme a él. Me acosté a su lado, sintiéndome, me atrajo aún más hacia él. Por primera vez en cinco años pude dormir tranquila, sin pesadillas. La cama se sentía cálida, firme y segura.
Al paso de unas horas, nos despertó el olor a comida casera, sonreímos y salimos de la alcoba viendo un delicioso banquete en la mesa, con todos nuestros amigos. Era un buen día.