CHAPTER 5:

2013 Words
Thriller O’Cowell Observo las bellas vistas que me ofrece aquel edificio de treinta pisos, frustrado deslizo mi mano por mí cabello recordando lo que aconteció la noche anterior; los ojos verdes de la castaña con sus curvas exuberantes y más que llamativas; cada fracción esta perpetua en mi memoria, sus carnosos labios encima de los míos a pesar de no haber correspondido a aquel beso que solo fue un medio para un fin; sin embargo, no negaré que me sorprendió la manera en que esa trigueña se resistió a mi belleza, atreviéndose a llamarme c*****o y mucho más. Lo admito; sé que estuve más que mal ya que por mi causa su auto terminó siendo estrellado contra el árbol de manzanos que está en el desvío de las carreteras principales; aunque, nadie la manda a estar en el momento y lugar equivocado, para empeorar no fui el único que estuvo como un c*****o porque ella también se pasó. Todo fue por culpa de unos de los secuaces del mafioso Damon Morgan. Alzo mis labios en una sonrisa rememorando los sucesos que me llevaron a qué ese hombre me odie más que nadie en este mundo. Tener sexo con la hermana de alguien tan peligroso me llevó a terminar en la lista negra de los fieles enemigos del mafioso; al contrario, no pienso mentir cuando en ningún momento quise que esa chica terminara obsesionada conmigo, a tal punto de que la tuvieron que internar por todas las locuras que realizó solo para llamar mi atención. Ese castaño me lleva persiguiendo desde Italia que fue cuando conocí a la chica; yo había terminado de cerrar uno de los mejores tratos de publicidad para la revista que llevábamos años supervisando y justo me la crucé cuando me bebía más que tranquilo un buen café. No les mentiré, quedé fascinado por la belleza tan inocente que cargaba la chica, pero cuando realmente la conocí me di cuenta de que no era tan indefensa como sus padres pensaban. Bien que le aclaré que no quería ninguna emoción de por medio, solo seríamos sexo y nada más que eso; pero como siempre sucede la joven terminó más que enculada de mis ojos azules y de mi inmensa polla que le daba los mejores orgasmos que alguna vez pensó que sintió. Dejarla fue una tortura porque por cada cosa que le decía ella encontraba una super excusa para pasar más tiempo juntos del necesario; hasta que hizo que su hermano interviniera. Desde ese momento decidí que lo mejor era salir de Italia y volver a mi país natal; sin embargo, eso no fue suficiente para ella ya que me siguió hasta Cerdeña. Después de eso mi última opción era Madrid; y aquí estoy huyendo como siempre, aunque está vez dije que si el solo volvía a intentar matarme, juré que lo haría yo primero. Hace unos meses llegué a Madrid, no solo tratando de buscar esa paz antes del aburrido casamiento de mi hermano, también lejos del hijo de puta que no me dejaba en paz; antes no sabía que iba hacer después de que logrará continuar los negocios que estaban inconclusos, pero ahora estoy más que seguro, extenderé un poco más mi tiempo aquí. Le doy una extensa calada a mi porro a la misma vez que veo por el rabillo del ojo a mi secretaria con su pequeña minifalda entubada de color n***o, su blusa con un escote más que marcado dejando ver sus pequeñas, pero muy firmes tetas. Alzo mis labios en una sonrisa con solo imaginar las muchas cosas que esa pelirroja quiere sentir con mi extensa polla. —¿Qué sucede? —cuestiono adentrándome en la inmensa oficina en la que paso horas trabajando. —Llegaron los del proyecto nuevo —anuncia con sus mejillas volviéndose de un rojo intenso al sentir mi fija mirada en su cuerpo no tan voluminoso como el de la castaña. «Joder sácala de tu cabeza». Pienso tratando de hechar esos pensamientos lo más lejos de mi cerebro lo posible. Deslizo mis manos por mi castaño cabello, relamiendo mis labios después, para segundos después eliminar las arrugas de mi traje de color n***o, demostrando mi exuberante seguridad. —Diles que ya voy en un momento —ella asiente dándome la espalda y contorneando las caderas para que con descaro mis ojos se fijen en su cuerpo—, espera. Ya le la imagino con una sonrisa de victoria que se le borrará en unos segundos. —Necesito que le avises al presidente de Estrada Industries of Fashion que quiero una cita con él —ordeno pero la expresión del rostro de la pelirroja cambia repentinamente. —Señor O’Cowell —me llama ganándose mi atención. —¿Qué pasa ahora? —pregunto acomodando mi traje y tomando algunos papeles para cerrar el nuevo trato con los de la nueva revista. —Es una mujer —responde ocasionando que mi expresión cambie repentinamente no comprendiendo de que está hablando. —¿De qué hablas? —pregunto con mi vista fija en su cuerpo. —EL gerente de Estrada Industries of Fashion —informa y yo sigo sin entender lo que habla. Maldigo para mis adentros, odiando que las personas tarden una eternidad en explicar las cosas, mientras cierro las pestañas en la computadora para centrar mi atención en mi secretaría. —¡Deja de hablar en señas y dime! —aumento mi tono de voz provocando que la pelirroja se sobresalte un poco más y pose la mano en su pecho. —Que la presidenta de Estrada Industries of Fashion es una mujer, señor —mis labios forman una sonrisa de suficiencia al comprender lo que dice, llenando mi cabezas de ideas para saber cómo cerraré ese trato en segundos. Millones de ideas maliciosas abordan mi cabeza, a la misma vez que pensamientos pícaros abundan mi subconsciente, conociendo lo famosa que es la marca debe estar más que buena. —Pues mejor, igual dile que quiero una cita con ella —paso por su lado dirigiéndome a las puertas de cristal de mi oficina. Salgo escuchando los tacones de la chica resonar por los suelos impecables de la edificación. Millones de miradas lujuriosas enviadas por todas las trabajadoras de mi establecimiento aumentan mi ego por los cielos a la misma vez que me encamino a la oficina de reuniones. Mantengo mi mirada en mi entorno viendo la decoración que llevaba años sin apreciar debido a que está sucursal estaba siendo dirigida desde Cerdeña junto a mi padre. Elevo mi mentón, caminando a paso lento por los pasillos de mi centro laboral, evidenciando lo bien que me siento de ser uno de los distribuidores más conocidos del mundo, con cedes hasta en los países con menor desarrollo que no muchos creen conocer. Abro las dos puertas de cristal transparente encontrando varios pares de ojos más o menos conocidos para mí. —Ya estoy aquí —anuncio, adentrándome en la enorme estancia rectangular con dos cortinas blancas que, cubren las ventanas para que la reunión sea mucho más amena y tranquila. —Pensamos que se había perdido de camino aquí —me molesta Maximo con una enorme sonrisa en sus labios llena de burla. —Me perdí follándome a mi secretaria —especulo con una sonrisa en mis labios de que es más que obvio que miento. Ruedo los ojos, creando una mueca con una enorme sonrisa que alumbra mi rostro, mientras perpetuo como mis compañeros sueltan algunas risitas disimuladas. —Sabemos que está loquita por tí, que lastima que tú no por ella —aclara Ethan con una enorme sonrisa en sus labios. —Aunque a mi polla le pone mucho cuando se pasea por aquí con esas mini faldas; sin embargo, debo ser profesional y no puedo estar cogiéndome a todas las mujeres que estén más que buenas —aclaro tomando asiento al lado de Martin que está más serio que un militar—, ¿Que le sucede ha este toca pelotas? —cuestiono con mis antebrazos colocados encima de la extensa mesa de madera. —Debemos centrarnos en el tema importante, ustedes están con sus bromitas estúpidas —aclara con su rostro igual de impasible. —Ok, centrémonos en las nuevas boutiques que inauguraremos una nueva línea de tiendas aquí en Madrid y tenemos que saber quién la administrará, además, de los productos que ofreceremos al público —todos asentimos con nuestros dedo entrelazados encima de la mesa prestándole toda la atención al castaño que se pone de pie dirigiéndose a la pantalla que se enciende en el inicio de la mesa mostrando las ganancias de las tiendas ya abiertas anteriormente. Se detiene justo en el medio del lugar acomodando la camisa de su traje impecable de color n***o, a la misma vez que desliza las manos por su cabello, peinado un poco las pequeñas hebras que se le escaparon de su peinado bien hecho. —Como ya saben hemos tenido una extensa cantidad de buenas reseñas debido a los productos que como bien sabemos se los ofrecemos —enseña una de las gráficas de barra que nos ofrecen la cantidad de ganancias que hemos obtenido en estos últimos años—; sin embargo, estos últimos meses no hemos ganado la misma cantidad del año pasado, debido a una sola razón. —Los productos ya no son de calidad —termino con mi expresión neutral más que notable, mis manos están entrelazadas encima de la mesa blanca en las que están sentando mis otros compañeros los cuales solo permanecen en silencio escuchando cada cosa que les explica el castaño. —Así es, por eso hicimos una encuesta y estamos más que seguros que debemos hacer un contrato con una de las empresas que mejor ofrece productos de este país —ya que decir esas palabras se a cual de todas se refiere. —Eso es lo que haré hoy —anuncio, llevándome las miradas de todos los presentes. —Pues más que perfecto —el castaño asiente volviendo a la mesa, apagando el televisor que nos mostraba las sucursales que ya teníamos abiertas. —Una pregunta —levanta la mano Haiko uno de mis mejores amigos con rasgos asiáticos. —Lanzala —le ordena Marcelo. —¿Qué les parece si la nueva línea de perfumes que ya tenemos más que planeada para el año entrante la incluimos en la nueva tienda, junto a productos especiales? —pregunta con una enorme sonrisa en sus labios ya que es más que obvio que todos vamos a aceptar. —Muy buena idea esa —le doy dos palmaditas en la espalda mientras los demás le despeinan el cabello sin cuidado, o le lanzan algunas collejas para nada suaves. Me pongo de pie ganándome todas las miradas directo en mi cuerpo por el molesto sonido de la silla. —¿A dónde vas mi vida? —cuestiona Marcelo con coquetería y esa voz de mujer que se le da tan mal imitar. —Quiero buscarme unas buenas putas para estar listo para la cena de negocios de esta noche —aclaro; sin embargo, cuando voy a acercarme a la puerta Ethan se detiene en esta extiendo sus brazos, provocando que impida mi salida—, no sean pesados. Me quejo quitándome la chaqueta del traje a la misma vez que deslizo las manos por mi cabello castaño ceniso, tenzando mis músculos por el movimiento en segundos. —Primero nos contarás sobre porque llegaste tarde a nuestra reunión ayer —me acorralan y no le queda más opción que volver a mi asiento y prepararme a hablar porque por más que me niegue no me dejarán en paz. Sin embargo, Justo en ese momento mi teléfono comienza a sonar salvándome el pellejo de soltar una bomba, solo que cuando desvío mi atención a la pantalla que se ilumina el nombre de mi padre me pone completamente alerta, mucho más cuando nada más descolgarlo menciona las palabras que me dejan sin aliento… —Tenemos que hablar… Esas palabras siempre traen consigo alguna bomba nuclear.
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