CHAPTER 3:

1776 Words
Andrea. Doy media vuelta; volviendo a mi lugar de origen totalmente consternada y con las ganas de beberme lo que sea con tal de eliminar este pésimo sabor de boca porque siendo honesta me estoy cagando hasta en quien lo trajo a este mundo. —¡Es un c*****o de mierda! —me digo a mi misma, contoneando mis caderas aún con los ojos de millones de hombre encima de mi, no se puede negar la perfección de mis curvas exuberantes, ni el hecho de que pronto mañana tengo una reunión importante y debo despertarme mucho más temprano de lo habitual, pero aún así continuó de fiesta disfrutando hasta de lo que menos alguien se imagina. Levanto la mirada encontrando a mi amiga bebiendo más de la cuenta así que antes de que termine diciendo algo de lo que se arrepienta me apresuro en caminar hacia donde se encuentra con mi bartender favorito, uno de los mejores. —Ya estoy de vuelta mis amores —levanto mis brazos de manera dramática y un poco teatral con una sonrisa en mis labios. El ruido de la música ya se ha vuelto más que soportable, siendo imposible que no pueda dejar de mover mis caderas al ritmo de la canción provocando una sensación eléctrica en mi. —Wao amiga; tienes una cara de mala leche que te cagas —habla Gania con sus ojos fijos en mi cuerpo y un orgasmo en la playa en su mano casi vacío. Hago un puchero que prefiero disimular recibiendo otro trago de tequila, percibiendo como el alcohol quema toda mi garganta por completo, provocándome un mareo de esos que te llegan hasta el alma y te hacen agarrarte de una buena silla. —¡Y tu una de borracha que te cagas! —murmuro alejando el vaso de su rostro para que ni se le ocurra seguir bebiendo, mientras le hago algunas señas a Toby que nos mira con una frondosa sonrisa en sus labios mas que maliciosa. —No, no estoy borracha —se excusa la rubia arrastrando las palabras de manera un poco rasposa. —Nombre no; estás ebria —digo con una sonrisa en mis labios—, es mejor que te mande un taxi porque yo me quedaré un rato más. —Pero yo me quiero quedar —realiza un puchero que parece ser lindo solo que ahora no le sale más que una mueca bien espantosa. —Vamos —poso su brazo por encima de mis hombros esquivando a las personas que bailan más que orgullosas con sus pasos escasos que solo los hacen ver más ridículos de vez en cuando. —Eres muy hermosa Andrea —me elogia ocasionando que me detenga casi unos centímetros de la puerta al ella mirarme como si me hubiera salido un tercer ojo. —Lo sé Gania, tú también —le doy un pequeño manotazo para seguir caminando; sin embargo, de momento su expresión cambia preocupándome más de lo debido. —Aunque no quería ser tu amiga al principio porque te veía muy callada y demasiado rara, pero al final eras alguien con millones de heridas que solo necesitan que sepuren para que puedas demostrar esa hermosa sonrisa que tienes siempre que estás feliz —su observación me provoca un rato vuelco en el estómago que me recuerda todo mi pasado. —Ya no hables de más —le recomiendo pero obviamente solo me ignora continuando su parloteo cuando llegamos a la salida abarrotada de la discoteca. —Pero es verdad; tienes un enorme corazón a pesar de las cosas que has vivido en el pasado; ahora eres una perra sin sentimientos para los que no te conocen porque para los que sí eres la mejor persona del mundo —deja un beso en mi mejilla mientras millones de carcajadas salen de sus labios, obligándola a qué encurve un poco su cuerpo y las dos casi terminemos en la impecable acera del establecimiento. —Estas más que borracha —muestro una sonrisa a la misma vez que extiendo mi mano para un taxi que en segundos se detiene delante de nosotras. —No me quiero ir, me lo estoy pasando más que bien con Tommy —balbucea con los ojos cerrados. —¿Quién es Tommy? —pregunto más que desconcertada sin tener idea de quién habla. —Tory —repite y es cuando me doy cuenta de quien habla. —Toby, es Toby —respondo, pero ella le quita importancia. —Que sepas que está más que enamorado de tí, el tío no dejaba de hablar de tí en tooodo el rato —informa recibiendo un asentimiento de mi parte y alargando la o. Le mostré una sonrisa al taxista canoso a la misma vez que le extendía un billete de doscientos dólares. —Déjela en la Residencia Montero por favor —ordeno con un poco de educación al señor con una sonrisa que ya me estaba sacando de quicio. —Por supuesto señorita —comenta sonriendo con más empatía que la que yo tenía en estos momentos. —No te quedes dormida Gania —la regañé con seriedad. —Arraza con ese Tony —se adelanto a decir antes de que el auto se pusiera en marcha. Acomodé mi vestimenta observando el ambiente en dónde me encontraba más que repleto de personas que caminaban de un lado a otro. Una sonrisa se formó en las comisuras de mis labios al ver la semejanza de las dos chicas con que me divirtiera cuando siempre estaba tan estirada; al contrario, cuando estaba sola era una loca bebiendo como si mi vida se me fuera en ello. Con descaro me encamine al interior de la discoteca saludando al guardia que más que bien estaba buenísimo y eso no se podía negar para nada. Volví a acercarme a la barra con un rostro de cansancio que cambio la expresión facial de Toby. —Estoy agotada —murmuré poniendo la cabeza encima de la barra y dandome leves golpecitos a la misma vez. —Ya tengo lo que tanto te relajará —me ofreció la misma bebida de horas antes pero esta vez, fue la botella mas que entera. —Te amo —deje un beso en sus labios, a la vez que abría la botella y me la empinaba recibiendo un trago más que extenso que bajo quemando mi garganta a su paso. Una leve gota se derramó por la comisura de mis labios, pero la limpie con la manga de mi traje, eliminando el residuo. —Tengo ganas de bailar —pronuncie sacándole una sonrisa a Toby mientras con el contoneo descarado y coqueto de mis caderas me encaminaba a la pista de baile moviendo mi cuerpo al fuerte compas de la música. Me volví a empinar la boquilla de la botella percibiendo como mi cuerpo se relajaba con cada trago que recibía mi garganta. Mis ojos estaban cerrados, mi cuerpo ya estaba empapado en sudor y antes de poder decir algo más unas manos que no conocía para nada se posaban en mi cintura. No me giré, no me apetecía; seguí moviendo las caderas con tanta picardía que logré sentir una inmensa erección que solo me provocaba más para morder mi labio inferior. El calor se apoderó de mi cuerpo por segunda vez, le volví a dar otro trago a la bebida que ya no me resultaba para nada fuerte. Abrí los ojos recibiendo el golpe de la realidad, estaba más que borracha y den manejar así como me encontraba porque no tenía muchas ganas de pedir un taxi. Observé la botella que descansaba en mi mano descubriendo que ya estaba más que vacía. —Permiso —pedí al desconocido que seguia moviendo sus caderas en mi espalda a la vez que me alejaba de su cuerpo con la mirada en el suelo cuidado no caer de culo o incluso de cara contra el suelo. Todo mi mundo daba vuelta y cada cosa que hago solo me da más gracia ocasionando que suelte millones de carcajadas que gracias a la música no llaman la atención de ninguno los de mi alrededor. —Estoy como una cuba —suelto una risita después de decir eso cruzando miradas con Toby—, acompáñame hasta mi auto por favor. Hago un leve puchero que le saca una sonrisa más que bonita que me embelesa un poco. —Vamos Andrea —me toma de la cintura luego de salir de detrás de la barra caminando a mi lado, evitando que me tambalee. Mis ojos se quedan fijos en el rostro perfilado del chico que con caballerosidad me saca del sitio abarrotado de personas que parecen tener más energía que nunca por cada movimiento que hacen. Mi mano se desliza por su rostro más que perfecto y medio juvenil que me embobece pero trato de calmarme un poco porque el alcohol puede hacerme decir algo de lo que me arrepentiré. —No puedo dejarte manejar así —pega mi espalda contra el auto con sus manos a cada lado de mi cara. Mis ojos se desvían hacia el movimiento de sus labios, pero antes de que solo piense cometer una locura tomo las llaves del bolso y lo ignoro. —Soy más buena manejando ebria que normal —aclaro desactivando la alarma del auto y metiendo mi cuerpo sin idea de cómo lo hice. —¿Segura? Puedo llevarte su quieres —niego a sus palabras incrustando las llaves en la ranura Dios sabe cómo a la ves que el motor comienza a rugir. —Ya ves —le digo con una sonrisa que trato de pretender—, no me sucederá nada mi amor. Lo último sonroja sus mejillas y trato de contener mis labios para decirle lo adorable que se ve con esa expresión. —Cuídate y llámame nada más llegues por favor A —me pide con sus manos en la puerta del asiento del piloto. —Pinky Promise —aseguro cerrando la puerta para salir a máxima velocidad de aquella lugar ya con el mínimo de personas. Por el espejo retrovisor lo veo pasarse las manos por su cabello, mi corazón da un vuelco al presenciar aquello y es como si perdiera mis sentidos. No sé qué tenía esa bebida, pero me ha llenado la cabeza con pensamientos que no deben estar ahí; no cuando me prometí no entrometerme con personas que podrían terminar más que obsesionados conmigo, e incluso enamorados hasta el punto de hacer lo que sea para tenerme; se que él no es así, pero no estoy dispuesta a arriesgarme por nada, ni mucho menos por alguien.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD