CHAPTER 7:

2354 Words
Andrea Estrada. Las puertas de metal del elevador se abren permitiendo mi cuerpo adentrándose en la inmensa estancia en la que años atrás viví las mejores locuras de mí vida. Frustrada y con mis ganas de estrangular a alguien, lanzo mi bolso contra el cómodo desván de mi sala de estar. —¡Me cago en la madre que lo parió! —exclamo dejando mis tacones cerca de las banquetas para tomar asiento en una de ellas. Deslizo las manos por mis sueltos cabellos castaños más que estresada, soltando algunas maldiciones por lo bajo más que enojada conmigo misma por no darme cuanta como son todos los hombres. —¿Esta bien señorita Estrada ? —la dulce voz de Mariana me saca de mis cavilaciones recibiendo una enorme y radiante sonrisa de dientes completos por mi parte. Esta mujer tiene unos cincuenta y picos de años, su rostro está un poco cubierto por algunas arrugas que solo representan la experiencia que posee, sus ojos castaños cargados de toda la sabiduría que muy pocos tenemos. —Todo bien; solo tengo un poco de hambre —ella asiente dándome la espalda para con toda su concentración preparar mi cena. Acomodo mis hebras trigueña para un lado agotada mentalmente, ese ojiazul se cree que por el simple hecho de estar más bueno que el pan me dejaré envolver con sus encantos de niño bonito. Me jode que hombres como él nos vean como simples objetos sin IQ suficiente como para poseer poder y dinero, incluso tener una empresa tan malditamente famosa como las suyas. ¿Qué carajos se cree este tío?, Acaso piensa que soy una ramera de esas que siempre tendrá a su disposición el muy cabrón. Uff; los deseos de matarlo allí mismo delante de todas esas personas me estaba carcomiendo viva con cada segundo; ver cómo se lamía sus labios admito que me envolvió un poco más de lo debido al ser tan carnosos y gruesos, pero eso no fue lo suficiente como para creerse que puede jugar conmigo, no soy ninguna estúpida cuando al tema de hombres se trata; sin embargo, él sabrá con quién se está metiendo y en dónde porque no lo dejaré irse de rositas como sí yo fuera una estúpida con un corazón de cristal. Mi corazón es puro fuego y oscuridad, nada es capaz de volverme a hacer sentir algo más que no sea el placer carnal de dos cuerpos que se desean. Ya se que desde el momento que nos cruzamos en aquel accidente que mi vida se volvería un tormento, no soy adivina pero mi intuición nunca falla, aunque no les diré que obviamente esperaba que el fuera el dueño de la empresa con la que desde hacía años quería hacer negocios; saberlo fue el peor choque del mundo y mucho mqs cuando intento coquetear conmigo como si fuera una de esas chicas que caen rendida a sus pies. Sí el quiere jugar con fuego pues…Juguemos; pero el debe saber que no soy ninguna de esas chicas faciles o buenas que siempre hacen lo que le dicen, todo lo contrario, soy la hija del mismo diablo, he vivido y sentido más que muchas personas y las lágrimas que he derramando me han hecho lo que soy en estos momentos; la mujer fuerte, segura de sí misma, empoderada y sin sentimientos por ningún ser que no sea ella misma. Muerdo mi labio inferior saliendo de mis pensamientos cuando justo el olor a salmón se cuela por mis orificios nasales, mi estómago gruñe por el hecho de que no dí tiempo a pedir al camarero algo para comer; la indignación pudo más conmigo, obligándome a salir como alma que lleva al mismísimo diablo de ese lugar del demonio con mi humor yéndose en picada. —Aquí tiene señorita —Miranda me extiendo un plato llano con varias rosas grabadas en los bordes. Relamo mis labios carnosos percibiendo como mi estómago gruñe y mi boca se hace agua con lo que mis ojos aprecian. —¿Me acompañarías? —cuestiono cortando con extrema elegancia el salmón mientras la castaña se limpia sus manos con una pequeña toalla bordada de color n***o. —Por supuesto señorita —toma uno de sus platos de color n***o, unos cubiertos y sin rechistar se sube en la banqueta de al lado mío. —¿Cómo te va con el divorcio Miranda? —trato de sacar algún tema de conversación a qué me ayude a olvidar el pésimo rato que pasé con el rubio. —Hasta ahora muy bien —responde llevándose un trozo de lechuga a sus labios—, mis hijos me están dando su apoyo a pesar de que no están de acuerdo con nuestra separación. La observo por unos segundos admirando la forma tan tranquila con la que devora su cena. —Eres muy fuerte Miranda, no sabes cómo te envidio —la adulo con una sonrisa nostálgica plasmada en mis labios. Degusto el salado y delicioso sabor del salmón que con tanta delicadeza corto en trozos, disfrutando también el arroz c***o que me vuelve loca. —No debe envidiarme señorita —murmura dándole un sorbo a su vaso con agua. —¿Por qué no?, Eres mucho más capaz de aunque esté casamiento no salió bien lo volverías a intentar, yo me niego tanto a volver a creer en ese sentimiento tan traicionero —comento masticando lentamente la lechuga. —Eso no quiere decir que usted no sea fuerte; dejar el pasado atrás siempre es una manera de demostrar lo capaz que estás por dejar de hacer sufrir a tú corazón con sucesos que ya no forman parte de un presente —su sabiduría termina sacándome una sonrisa a la misma vez que asiento a lo que dice. —Ese es mi problema sabes —acomodo mi voluminoso trasero encima de la cómoda banqueta donde me encuentro. Los ojos de la castaña se fijan en mi cuerpo mientras ella limpia las comisuras de sus labios un poco sucias por los restos de carne—, pienso demasiado y siento mucho las cosas; la combinación más peligrosa es esa, mis emociones siempre me superan aunque me niegue a qué sea así, eso es lo más jodido. Siento como posa su mano en mi hombro brindándome una calidez que tantas veces extraño por parte de mi madre verdadera, esa que tuvo el valor de dejarme de lado cuando vió que le ofrecían una buena suma de dinero. —Gracias por siempre estar aquí Miranda —envolví mis brazos alrededor de su cuello, ella realizó el mismo procedimiento pero en mi cintura con tanto cariño que siento como mi corazón se destroza por los recuerdos de algo que no debería dolerme en estos momentos. —No se preocupe señorita, yo debería agradecerle a usted por ayudarme cuando nadie más lo hizo —besa mi cabeza con amor posando su quijada en mi cabeza. Permanecemos así por unos minutos que son más que suficientes para alejar los pensamientos que me atormentan y esas emociones que destrozan un poco mi pecho hasta que el sonoro, molesto y desquiciante sonido de mi celular nos obliga a alejarnos de ese cálido abrazo. —Iré a responder —bajo mi trasero duro de la banqueta de madera de abdul blanco con tallados de flores, aún descalza me encamino a mi desván dónde se encuentra mi bolso a la misma vez que introduzco mi mano dentro de este sacando el dispositivo tecnológico. —Señorita ya todo está listo, me iré a descansar —le hago una seña con mi mano de que todo está bien con mi mirada fija en la pantalla que se ilumina con el nombre de mi hermana. Doy en el botón verde mientras me detengo justo delante de la enorme ventana que me ofrece una de las mejores vistas de Madrid. —Hola —susurro con el celular en mi oído. —Hermanita, ¿Estás bien? —cuestiona con su voz dulce y armoniosa cargada de preocupación. —Sí tranquila, ¿Cómo está mamá? —cambió de tema admirando lad iluminadas calles de esa ciudad en dónde he vivido más cosas de las que alguna vez se podrían imaginar. —Se que estás mintiendo, pero también sé lo mucho que odias que cuando te sientes mal te pregunten el porque así que responderé a tú pregunta —escucho como libera un pequeño suspiro a la misma vez que yo realizo la misma acción, por instinto dibujo algún figuras en el cristal medio empañado de la ventana por el frío—. Mamá está muy bien, solo extraña a su pequeño rayito de luz, se la pasa preguntando que cuando vendrás y últimamente no sé que decirle. Una lágrima se desliza por mi mejilla ocasionando que sin dudar la dejé que caiga completamente hasta el suelo, callendo en la suave alfombra de piel de oso, de color n***o con manchas grises. —Yo también la extraño, pero a veces es mejor no regresar a un lugar donde te hace tanto daño —admiro el reloj que descansa en la mesita de cristal que está al lado del cómodo sofá grande. 11:48 PM. —Ve debes dejar el pasado atrás, superar lo que te lastima; sabes el daño emocional que le estás causando a nuestra madre por la simple distancia que quieres ponerte para curarte —su forma tan suave de mencionar cada palabra me reconforta al ver que no es la niña que tantas veces acurruqué en mis brazos por los engaños de hombres que no la valoraban—, eres mi hermana a pesar de la distancia que has formado por ese episodio del pasado. No me importa que nos hallamos pasado ya diez años separados , o que la vida nos halla dañado de formas tan diferentes ya que eso es lo que nos ha convertido en las personas que somos ahora, no me rechaces, no me eches a un lado porque se supone que siempre brillaríamos juntas sin importar que la oscuridad nos estuviera superando o incluso el dolor. Mi pecho se hunde, porque la amo más que a mi propia vida, tenerla a mi lado es lo que más necesito, uno de sus abrazos reconfortantes que aplaca mis tormentas. —No sabes lo mucho que te amo pichurra, eres todo lo que alguna vez quise ser, mi cielo, eres tantas cosas para mí que no soportaría que te dañaran de nuevo y dile a mamá que iré a hacerle una visita; nada más finalice la nueva pasarela que estoy preparando nos veremos —suelta varias risas maliciosas que me llevan a rodar los ojos ya imaginándome las maldades que le están pasando por su loca cabecita. —Sabes que el lunes a primera hora estaré en Madrid para pasar una semana con mi hermana favorita, para que conozcas a mi cuñado —informa a la misma vez que yo recojo mis tacones, mi bolso dirigiéndome a la habitación, imaginando como debe estar ya creando todo un plan malicioso en su pequeña cabecita. Desvío mi mirada al calendario, odiando que falte casi una semana para ello, el tiempo exacto en que debo preparar el condenado defile, y finalizar el contrato con ese cabron que justo ahora ya es mi archienemigo. —Sabes que soy tú única hermana, ¿Verdad? —pronuncio dejando mis tacones en el suelo de alfombra de mi habitación, enciendo la luz guardando mi bolso en el closet aún con el teléfono en mi oído escuchando los sonidos de la otra línea. —¡Oh cierto!, Siempre se me olvida —me molesta fingiendo demencia, entro en mi cuarto de baño preparándome para cepillar mis dientes, continuando con la llamada. Coloco el teléfono al lado del lavabo con el altavoz, untando la pasta dental con olor a menta en mi cepillo rojo vino. —Eres muy graciosa —el sarcasmo es lo más notable en mi tono de voz. —Lo sé perra —me hago una idea de cómo debe estar caminando de un lado a otro con el dispositivo en su mano. —Hay algo que debo contarte —con decir esas palabras la llevo a soltar una sonrisa que me avisa de que ya comenzará su canturreo. —Dime quien es ese guapetón —ruedo mis ojos odiando que me conozca más que yo misma. —Se llama Thriller O’Cowell y es un cabrón de los cabrones —aclaro dejándola completamente en estado de shock ya que traga en seco aún en silencio; mi curiosidad se activa cuando permenece así por unos segundos—. ¿Pasa algo? —curioseo con mi boca llena de pasta dental. —No… ¿Que va a pasar? —su tono vocal la delata al ponerse más que chillón provocando que me enjuague mi boca, limpie la comisura de mis labios y en nada vuelva a tomar el celular, posándolo en mi oído, alzo mi ceja derecha con la idea de que algo malo estará tramando. —Se qué mientes hermanita —mi tono severo es obvio. La escuchó carraspear nerviosa, y eso solo demuestra que algo me oculta, provocando que achique mis ojos en curiosidad de lo que sea esta chica esté preparando. —Juro que no lo hago —reitera, comienzo a escuchar voces al otro lado del teléfono. —¿Quién está ahí contigo? —interrogo desnundándome. —Nadie, solo mi prometido —responde—, creo que mejor hablamos mañana. —Espera, no me has dicho el nombre de tú novio —y antes de que vaya a responder ya la llamada se colgó. «¿Qué estará tramando está chica?». Pienso atando mi cabello castaño en un moño alto un poco desaliñado, a la misma vez que meto mi cuerpo dentro de la cama ya con mi ropa de dormir envolviendo mi cuerpo. Acomodo mi cabeza en la almohada cayendo en un sueño más que profundo en segundos, pero con la mente aún dando vueltas a una nueva idea para mi nuevo plan de marketing y nuevos diseños que comienzan a tomar forma.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD