4. Familia

1125 Words
[MATEO]   Estar en la oficina sin ella, ya no me sabe igual, me había acostumbrado a su presencia por los pasillos o entrando a mi oficina, al aroma de ese exquisito perfume que dejaba por cada parte que caminaba e incluso a sus regaños cuando entraba a su oficina para besarla olvidándome de donde es que estábamos. Sin embargo, sé que la decisión que tomamos por ahora es la mejor. La oficina que tenia en casa ha pasado a ser de su propiedad en estos últimos días, y es que dejar a Maia sola, por ahora no nos parecía la mejor opción, al menos no hasta que ella entienda que no la volveremos a abandonar como lo han hecho casi todos quienes ella tuvo a su alrededor. Saber que mi hija ha pasado por todas esas cosas, me llenan de culpa y allí esta otra vez mi culpa exagerada queriendo entrar en escena, pero reprimo el instinto intentando convencerme de que hasta hace poco desconocía la existencia de una hija mía y que no llevo nada de culpa en todo esto que ocurrió, por lo menos no conscientemente. Un golpe en la puerta me saca de mi pequeño trance —adelante— digo lo suficientemente alto para que me escuchen y al abrirse la puerta allí esta Francis, —Señor Montenegro, el doctor Torres ha llegado— me informa. —Hazlo pasar, lo estoy esperando— le pido y ella tal y como siempre solo asiente para luego retirarse e ir por él. Mientras espero, acomodo el desastre de papeles que tengo en mi sobre mi escritorio y casi de manera sincronizada termino de ordenar mientras que la puerta vuelve a abrirse y allí aparece el Dr. Javier Torres, uno de los mejores abogados de familia de la ciudad —un gusto verlo nuevamente— me dice ofreciéndome su mano y sin dudarlo me levanto de mi silla y la estrecho. —Igualmente, pero por favor tome asiento, ¿quiere algo de beber? — le ofrezco y él inmediatamente niega y con esta respuesta, Francis vuelve a salir de la oficina dejándonos solos. […] Las explicaciones del abogado en cuanto a los pasos a seguir para que Maia quede completamente bajo mi custodia y lleve mi apellido no parecen tan complicados, al menos no en teoría, habrá que ver cuando comencemos con todos los tramites como tal, quizás ahí todo se vuelva un poco más tedioso, no lo sé… lo único que sé en estos instantes es que no veía la hora de terminar con esa y el resto de las reuniones que tenia en mi agenda el día de hoy y así poder regresar a casa y estar con ellas dos. No hago más que poner un pie en el pent-house y sentir un aroma exquisito proveniente de la cocina y al acercarme hacia esa área de la casa, las veo a ellas dos decorando un pastel —hola mi amor, bienvenido a casa— me dice mi prometida y me muestra sus manos todas llenas de diferentes ingredientes como dándome a entender que por ese motivo  no se acerca a mí, pero Maia hace todo lo contrario, corre hacia mi y me abraza llenando todo mi pantalón de crema y chocolate. —daddy! — (papi) exclama y en estos instantes he olvidado que me ensucio la ropa y hasta de mi nombre. «¡¿Cómo me ha llamado?!» exclama todo mi ser y cruzo mi mirada con la de Julieta, quien me mira llena de emoción también. —Buenas noches princesa— sale de mi garganta a pesar de mi emoción y me agacho un poco para alzarla en mis brazos sin importarme que termine de ensuciar el resto de mi ropa y ella tal y como si fuera un koala que se aferra a su árbol, me abraza con fuerzas haciendo que la emoción que siento en estos instantes se vea reflejada en las lagrimas que amenazan con salir de mis ojos. —Te extrañe mucho— murmura y de todo lo que esperaba que me ocurriera en la vida, esto es definitivamente algo que no estaba entre esas cosas. En este poco más de un mes que llevo aprendiendo a ser el padre de una niña como Maia, muchas veces me pregunta si algún día me llamaría “papá”, si estaría a la altura de una palabra como tal, y la respuesta era siempre “no” o “costara mucho trabajo”, pero esto lo cambia todo, me hace pensar que estoy haciendo las cosas bien con ella y que hay una posibilidad de crear ese vinculo que no pudimos desde que era una bebé. —Yo también te extrañe mucho— le digo acariciando su espalda con una de mis manos —entonces, ¿Qué? ¿has estado haciendo un pastel con Julieta? — le pregunto alejándola un poco para poder verla a la cara y asiente. —Si… pastel de chocolate con caramelo y crema…— explica haciéndome sonreír. —A ti te encanta el chocolate, ¿no? Helado de chocolate, pastel de chocolate…— digo y se sonríe mientras encoje sus hombros algo tímida. —Si, es que me gusta mucho…— se defiende. —Bueno a ver…— digo acercándome a Julieta —veamos como esta quedando este delicioso pastel— continuo y me inclino un poco hacia mi prometida para darle un corto beso. —El pastel esta quedando delicioso, y fue ella quien hizo casi todo el trabajo eh— aclara Julieta haciéndome sonreír con orgullo y es que el rol de mamá le queda tan increíblemente bien, que es imposible no morirme de amor con ella y estos detalles que me derriten de amo. —Supongo que lo podemos probar después de la cena, ¿no? — averiguo y Maia asiente inmediatamente. —Es el postre daddy— me aclara y allí esta nuevamente esa palabra que me cala más hondo que un cuchillo. —Bueno princesa, a lavarse las manos que, si no, no podemos cenar— le informa mi prometida y la niña rápidamente me pide bajar de mis brazos para poder ir hacia el baño donde ya tiene su propio escaloncito para poder alcanzar el lavamanos. —¿Cómo has estado reina? — le pregunto acercándome un poco más a ella cuando la niña ya está lejos. —Yo bien, ella un poco inquieta, se apego mucho a ti y me preguntaba a cada instante cuando llegarías, le explique que estabas trabajando y todo eso, pero aún esta con temor de que tú no vuelvas, supongo que solo tiene que acostumbrarse— me explica y sonrió. —Lo sé, pero es un poco lo que nos explico la psicóloga, tenemos que ir paso a paso— propongo. —Si, no queda otra, solo es cuestión de paciencia y quererla mucho… igualmente morí de amor cuando te llamo daddy— me dice igual de emocionada que yo. —Lo sé, creí que tomaría más tiempo— murmuro. —Para ella eres su héroe, es normal— dice e intento volver a besarla, pero los pasos de Maia regresando a la cocina nos distraen para dejarnos saber que los besos quedaran para después de la cena.
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