Entre los dos

1196 Words
(Jon narración) Concedí el permiso y también contribuí en una cierta apertura de gran energía que a través del fuego que pedía llegar y pasar hasta mí. Se hizo visible el gran vórtice creado por la misma luz de todas las velas que iluminaban la alcoba al permitirlo, dejando todo en penumbras; a excepción del gran aro de fuego que abría un portal y era lo único que al refulgir al rojo fuego su energía concedía luminiscencia. Pronto ante mí tomó forma una criatura de dos veces mi altura, de aspecto humano pues veía su conformación idéntica a la Daeven al portar la armadura que concede invisibilidad a su parte humana, se iluminaba como el fuego. Al ver que ya condescendía físicamente, permití que el fuego volviera de donde se había manifestado. Pronto todas las velas volvieron a tener luz suave y clara de una llama vivaz, alumbrando el recinto. —Eres un tipo astuto, Gabriel. —Saludó. —Hola, Daeven. No merezco llamarme así, sabes, nunca me pareció la idea. Por ese me agrada más simplemente que me llamen Jon. La protección en su rostro desapareció pronto distinguí la misma tonalidad dorada de sus ojos que observaban con curiosidad alrededor. —Es un lugar asombroso. No pareces condenado, sino consentido y tratado como un soberano. Suspiré, cruzándome de brazos. —Es más complejo que eso Daeven. Me observó de pies a cabeza, luego mostró una sonrisa divertida. —También vistes conforme lo que parece. Las telas que te cubren son verdaderamente hermosas, pocas veces te he visto tan bien vestido, además me sorprende, hueles bien. Sonreí inevitablemente. —Desde luego que sí, me obligaron a tomar un baño. —¿Porqué concediste que gran parte de tus habilidades se condensaran en mí? —Porque nos une una cierta familiaridad en cuanto a las energías que podemos comprender. Nigromante conoce y saber manifestar esas mismas fuerzas e incluso él sabe comunicarse con otras más complejas y potentes, de tal modo que a veces le sirven. Él sabe lo que tú y lo que yo, pero tiene otros deberes. En cuanto a ti, sé que nadie alcanzaría a corromperte y está a salvo contigo lo que ahora debo proteger. Se cruzó de brazos y mostró una sonrisa con agrado. —La última vez que estuvimos aquí, era imposible hacer algo en apoyo sin que causaremos un terrible desequilibrio, pero este lugar que piso es diferente, parece estar conformado exclusivamente para que se exteriorice y sin problema lo que tu y yo somos. —Me temo que sí… No hace mucho que lo descubrí. ¿Cómo lograste venir a mí? —Tal como explicaste, Nigromante ha tenido que ver un poco. Pero, la mujer que fue por ti hasta Halvard, sabe mucho. Y habilitó con el fuego una forma de conseguir llegar hasta aquí. Nigromante y yo tradujimos tal fuerza y la volvimos a nuestro favor. Por lo que ella no podrá manifestar de nuevo tal poder a menos que tú interfieras. —Comprendo. Supongo que viniste para despedirte. Lo negó con la cabeza. —No. Este portal puede exteriorizarse las veces que lo deseé y podrías volver a Halvard. Le llevaría a estos tal vez un par de meses volver por ti si se movilizan por mar y tierra. Suspiré al darme cuenta que Nigromante intentaba volver por mí. —No es posible Daeven. Cumplo con la condena que acepté. Además, que estoy convencido que mientras siga aquí nadie más peligra en Halvard. No deseó más amenazas de guerra, ni más conflictos. Frunció el ceño y aquel gesto amable cambió por uno de confusión. —No sé de qué hablas si he venido es justamente por eso. Fuerzas que creí estar en reposo se alzan y debemos interferir. Sé que le has concedido a tu hermosa criatura grandes favores, pero ella no puede convertir todavía todo lo que tú. A ti te llevó siglos entender. Ella con suerte comprendería algo con respecto al pacto que tienes con sus padres tal vez en un par de años. La mujer que te ha confinado, abusa de la autoridad y tiene tantas habilidades y poder como tu querida protegida, me atrevo a decir que es más astuta y está más experimentada. Eso es como compararte a ti y a Nigromante, por supuesto que eres hábil pero la categoría en Nigromante es de magnitud diferente por su misma casta y experiencia. ¿Comprendes? Incliné la mirada, en verdad intentando asimilar lo que me había dicho. —Mientras tú descansas y te preparan para algo más que estar condenado, el legado del Guardián de la Roca debe enfrentarse con asuntos que tal vez no creerías. Por eso estoy aquí, si regresas y pones orden al menos tendremos algo de tiempo a favor. —¿Y cómo haríamos eso? —Pues no levantando sospechas. Nigromante sabe de asuntos complejos y me habló de los intercambios que ustedes tenían. ¿Qué te parece si asumo el enredo de tu esencia al menos por esta noche? Sonreí ampliamente, maravillado. —Sin duda, Nigromante es asombroso. Le daré un beso en cuanto lo tenga frente a mí. Daeven soltó una carcajada. —Estará encantado y seguramente te lo devolverá. ¿Supongo que eso significa que aceptas? —Daeven me parece bien, pero no es tan sencillo. Si asumes lo que soy, al menos deberías tener más conocimiento sobre mí, ¿no lo crees? —Es posible. Pero ser tú no será tan complicado, sólo debo ser atendido, consentido, descansar, no proferir, y… —Lo más importante Daeven es que no aceptes ningún tipo de sensualidad. El celibato te dará el valor para ver con otros ojos la naturaleza propia del deseo. Así que no tomes a nadie para ti. No aceptes enredados y descubre siempre las intenciones incluso cuando te digan sí o te digan no. También jamás aceptes jurar, por nada, ni por la tierra ni por el cielo al menos que puedas sostenerlo con el peso de la eternidad. Y en mi pellejo ni se te ocurra… Sonrió ampliamente. —De acuerdo, acepto. Pero antes de que te marches, debes saber también que mi naturaleza no es del todo humana, por lo que durará con permiso de tres noches, a partir de hoy. Tienes dos días para volver. —De acuerdo. Y te lo agradezco. —No hay de qué. Para mi esto es como un descanso y quizá un bonito paseo. —Ya lo creo. No abuses de ser sombrío. —No te lo prometo, pero lo intentaré. La armadura despareció completamente y tuvimos que desvestirnos uno frente al otro. Entre los dos se habilitaba un intercambio, mientras nos volvíamos a vestir con las ropas del otro, sería de una categoría diferente, ya que sólo tomaría mi apariencia, pero seguiría siendo él tal cual con un disfraz. Y yo tomaría sus deberes volviendo a Halvard, pero al mismo tiempo sin dejar de ser lo que soy. Aperturismos el portal valiéndonos del fuego y al cruzarlo miré que los signos brillaban todavía en el suelo. Los oculté y avancé hasta donde percibí la presencia de Nigromante, quien en sus brazos tenía a Alexia desfallecida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD